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Unai Gómez ha vivido un momento soñado en Estambul. El bermeotarra ha firmado su primer gol en Europa, el segundo de este curso. El mediopunta lo ha celebrado con muchísima emoción. Ha recogido un balón en el área que le ha dado Prados. Y ha lanzado una volea con la izquierda inalcanzable para el portero Gunok.
Por muy poco, el gol ha sido validado por el VAR tras un par de minutos de incertidumbre porque el rojiblanco rozaba el fuera de juego. Por muy poco le ha habilitado el central Udookhai. Antes de que llegara ese momento ha celebrado muy emocionado el tanto.
Lo primero que ha hecho ha sido dirigirse hacia el córner de esa portería en el que se ubican los 700 hinchas rojiblancos. Se ha agarrado el escudo de la camiseta y lo ha besado delante de ellos. Gómez es antes hincha que jugador. De niño acostumbraba a ir a San Mamés para animar a los suyos.
Luego ha hecho el gesto de poner la mano encima de su cabeza para componer sobre ella la cresta de un gallo. ¿El motivo? Es un guiño a sus amigos, que de crío le apodaban con el nombre de esa ave. En el vestuario rojiblanco prefieren dirigirse a él como Rambo.
Unai Gómez ocupa la posición del lesionado Sancet, a quien Valverde confía en recuperar el domingo ante el Leganés. El bermeotarra rinde en el puesto. El de Estambul es su segundo tanto en una temporada en la que además ha dado dos asistencias.
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