Una nueva hoja de ruta
Sumido en la vulgaridad, el Athletic empata con el Valencia y deja claro que ya sólo piensa en blindarse y en pelear por la salvación
Tras escuchar las palabras de Eduardo Berizzo el viernes, el partido ante el Valencia sólo tenía una interpretación posible para el Athletic: era la primera ... etapa de una nueva ruta. La de la salvación. emeroso y desengañado, resquebrajadas sus convicciones, incapaz de soportar el aliento mefítico que desprende el fondo de la tabla, el equipo, comenzando por su técnico, había decidido aplazar cualquier ilusión de prosperidad y volcarse en lo único trascendente: la vieja lucha por salvar el pellejo. Y en esas estuvo este sábado, metido en el barro hasta las rodillas, un Athletic vulgar en el que la titularidad de San José y Mikel Rico fue un mensaje urbi et orbe. Especialmente, la del centrocampista de Arrigorriaga, convertido de nuevo en paradigma del fútbol agónico de trinchera y zafarrancho, exactamente igual que la pasada temporada; ya saben, esa campaña desastrosa que tanto queríamos olvidar y que, de repente, nos encontramos reviviéndola en un amargo 'deja vu'.
El empate a cero fue lo máximo que pudieron lograr los rojiblancos ante un Valencia que no termina de encontrarse. Un puntito y gracias, habría que decir tras lo visto en San Mamés. Y es que más allá de la entrega y la intensidad, de una actitud realmente honrosa, bien diferente de la que exhibió en Ipurua y Vallecas, el equipo de Berizzo volvió a mostrar una vulgaridad que da miedo. Un remate defectuoso de Williams y un derechazo de Raúl García en el descuento que Neto acertó a desviar fueron sus únicas ocasiones. Con eso está dicho todo.
La inoperancia ofensiva empieza a ser un lastre insoportable en un grupo que, si no está condenado a luchar durante meses por una permanencia sin grandes angustias, desde luego lo parece. Porque la cruda realidad, por muchas toneladas de voluntarismo que le pongamos, es que el Athletic de Berizzo está siendo igual de malo o incluso peor que el de Ziganda por estas fechas. En realidad, la única diferencia es que el técnico argentino ha sido algo más rápido, quién sabe si más listo y pragmático, a la hora de renunciar a sus propósitos iniciales y exigir el toque de corneta.
Athletic
Iago Herrerín; Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri Berchiche; Dani García, San José, Mikel Rico (Muniain, m.79); Susaeta (Unai López, m.88), Raúl García y Aduriz (Williams, m.61).
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Valencia
Neto; Rubén Vezo, Garay, Gabriel Paulista, Gayà; Carlos Soler (Wass, m.69), Parejo, Kondogbia, Coquelin; Batshuayi y Rodrigo.
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Árbitro: Undiano Mallenco (Comité Navarro). Mostró tarjeta amarilla a los locales Capa (m.20) y Yuri (m,76), y a los visitantes Rubén Vezo (m.16), Carlos Soler (m.35), Bathsuayi (m.38), Wass (m.74) y Gayà (m.92).
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Árbitro del VAR: Undiano Mallenco (Comité Navarro). Mostró tarjeta amarilla a los locales Capa (m.20) y Yuri (m,76), y a los visitantes Rubén Vezo (m.16), Carlos Soler (m.35), Bathsuayi (m.38), Wass (m.74) y Gayà (m.92).
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Incidencias: Partido correspondiente a la décima jornada de LaLiga Santander disputado en San Mamés ante 39.261 espectadores. En los prolegómenos del partido, el Athletic de LaLiga Genuine ofreció a la afición el trofeo Fair Play obtenido la pasada temporada, con los dos equipos haciéndole pasillo. Además, los jugadores del Athletic Club portaron brazaletes negros en memoria de Fernando Tirapu, exjugador de ambos equipos en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo fallecido el pasado mes de julio
El séptimo empate, que prolonga una racha nefasta de nueve partidos sin ganar, fue en todo caso un botín aceptable. Con un poco más de suerte en las tres o cuatro buenas ocasiones que creó, el Valencia se hubiera llevado la victoria en un partido que fue básicamente una pelea, un choque de escudos y armaduras. La gente se lo olió desde el pitido inicial. La primera parte, más espesa que el engrudo, se hizo eterna e invitó al ronquido. Se hizo imposible detectar un gramo de fútbol en medio de una sucesión de faltas, disputas y balonazos. Se hizo evidente que los dos equipos están bajo mínimos, cada uno a su manera particular, y que les unía la obsesión por no cometer errores y sostenerse con coraje en un pulso muy duro.
El Athletic no llegó a rematar a la portería de Neto en los primeros 45 minutos. Es más, ni quisiera llegó a hilar una jugada. Ni una sola. Sus únicas acciones de un cierto peligro fueron un par de incorporaciones por la izquierda de Berchiche, más pujante que en encuentros anteriores. Acabaron en nada, pero al menos aportaron un pizca de verticalidad a un juego descacharrado, tan lleno de imprecisiones que los balonazos que se iban directos por las líneas de banda o de fondo dejaron de llamar la atención. En medio de ese espectáculo lamentable, al Athletic sólo le quedó el consuelo de que pudo sujetar al Valencia. Un flojo remate de Batshuayi con todo a su favor y un disparo lejano de Kondogbia fueron las únicas apariciones serias de los levantinos en el área rival hasta el descanso.
Misma longitud de onda
La segunda parte continuó en la misma longitud de onda. Prosiguieron las faltas, las imprecisiones, las disputas... Como sucede en ese tipo de batallas, del césped llegaba un sonido metálico. Comenzó a llover, la emoción fue aumentando su temperatura a medida que pasaban los minutos y se extendía la certeza de que un gol sería decisivo porque aquello no daba para más que para una estocada definitiva. La impotencia de los rojiblancos para aprovechar alguna jugada a balón parado -en el minuto 49, Susaeta lanzó una falta a la grada que fue como para comer cerillas- o para trenzar una jugada potable, con un centro del campo de pura brega, Raúl García demasiado escorado a la banda y Aduriz absolutamente perdido, hicieron pensar a muchos que el 0-0 tampoco estaba tan mal. Vamos, que se podía firmar.
Y es que el Valencia, cada cierto tiempo, muy de tanto en tanto, se activaba y dejaba destellos de calidad que el Athletic era incapaz de ofrecer. Ni siquiera con las entradas al campo de Muniain y Williams, celebradas con aplausos y vividas con resignación. Estuvieron muy lejos de darle otro aire a un equipo al que todos sus esfuerzos estuvieron a punto de írsele por el desagüe en el minuto 78, cuando Herrerín hizo el paradón de la tarde y desvió al larguero un cabezazo de Rodrigo. En fin, que un empate más. Diez puntos en diez partidos. Y un futuro que haría entendible que Berizzo, en su próxima rueda de prensa, nos advierta que llegan tiempos de sangre y sudor. Lo de las lágrimas lo dejamos de momento.
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