El ansiado regreso a la normalidad
Tras dos meses de signo contrario, el Athletic necesita recuperar el brillo de sus mejores jugadores, estabilizarse y volver por sus fueros tras el parón
El alivio de la afición del Athletic por la victoria ante el Mallorca todavía coleaba ayer, como una caricia en el estado de ánimo, entre ... los aficionados del Athletic. Todos coincidían en la importancia de haber cortado de cuajo una mala racha que ya empezaba a resultar muy indigesta y valoraban como un regalo del cielo el gol de Rego en un momento del partido en el que muchos se temían lo peor. Algunos miraban con detenimiento la clasificación y, para valorarla en su justa medida, se imaginaban el escenario contrario; es decir, una derrota contra el equipo de Arrasate. La diferencia era impactante: de estar en los aledaños de la zona europea a caer al puesto duodécimo acompañando a equipos que todavía no saben si son toros o toreros.
Dejando a un lado el alivio, entre los athleticzales podía entreverse también otra sensación, una de nuevo cuño, producto del septiembre negro, a la que darán muchas vueltas en estas dos semanas de descanso: hablamos de una cierta inseguridad respecto a las posibilidades de su equipo esta temporada. No se trata de que la afición desconfíe. El equipo de Valverde, faltaría más, tiene crédito suficiente como para que éste no se le agote por una mala racha puntual. Se trata de que, tras los cohetes y fuegos artificiales que se lanzaron a finales de agosto, cuando después de las tres victorias consecutivas algunos ya hablaron de títulos y de un Athletic imperial, el bajonazo ha sido muy considerable.
Y hay que entenderlo porque los datos del equipo en este arranque –y no contamos los dos partidos de Champions por no comparar dimensiones distintas– son realmente pobres. De hecho, los peores de todo este tercer ciclo de Valverde. Aunque los trece puntos en estas ocho primeras jornadas no son objetivamente una mala cosecha, lo cierto es que la de los tres cursos anteriores fue mejor: 17 en el 2022-23; 14 en el 2023-24 y otros 14 en el 2024-25. Podemos hablar también de la cifra de goles. Nunca había marcado tan pocos en este trienio. Tan sólo 9 frente a 17, 14, 14. Y sólo en la campaña 2023-24 encajó tantos como ahora (9). El resultado es que la diferencia de goles a favor y en contra está a cero cuando en los tres últimos ejercicios, a estas alturas de la función, había firmado un +12, y dos +4.
Estas estadísticas son reveladoras, ciertamente, pero todavía lo es más la evidencia de que el Athletic lleva sin jugar bien toda la temporada. Con independencia de los resultados, los leones no han brillado en ningún partido, sólo en algunos pocos momentos esporádicos. El primer cuarto de hora ante el Mallorca, por ejemplo. La realidad es que, si los rojiblancos se han sostenido mal que bien y que incluso en los partidos de Champions han dado una imagen digna ante dos colosos como el Arsenal o el Borussia Dortmund, es porque siempre compiten. Nunca dejan de hacerlo. Se puede ver a un Athletic malo, pero nunca entregado o volátil. Su intensidad y su capacidad de sacrificio no se negocian.
Pero hay algo más: el secreto del equipo de Valverde, su gran fortaleza, es la convicción que tiene en su estilo. El Athletic es un equipo con una fuerte personalidad y esta virtud es, sin duda, lo que en este momento hace que su afición, más allá de la inseguridad que pueda sentir tras 35 días sin ver ganar a los suyos, mantenga viva su ilusión y haga una lectura esperanzadora sobre el futuro inmediato; una lectura que, por otro lado, también se basa en argumentos sólidos. Básicamente, en uno: la evidencia de que los futbolistas que marcan la diferencia no lo están haciendo bien por diferentes circunstancias: mala forma o, sobre todo, lesiones, una plaga que se ha acabado cebando con todo el frente de ataque titular: Berenguer, Sancet y los hermanos Williams. El último ha sido Iñaki, que no había visto una enfermería desde que de niño le dieron la triple vírica en el ambulatorio. En realidad, todas las líneas se han visto afectadas, pues la defensa perdió a Yeray por su sanción y a Egiluz por una lesión muy grave, mientras que el centro del campo se quedó sin una pieza ta importante como Beñat Prados para toda la temporada.
Pruebas forzosas
Mucho de lo malo que le ha ocurrido al Athletic esta temporada es que, a diferencia de lo que sucedió la pasada, las lesiones le han roto los planes a Valverde y, coincidiendo con las rotaciones obligadas por la Champions, le han obligado a improvisar. Y esto último no le gusta a Txingurri, que no es un entrenador cartesiano o de esos que no dan el brazo a torcer ni a tiros, pero prefiere no hacer experimentos si no es estrictamente necesario. Y esta temporada lo está siendo, de manera que ha tenido que probar de todo en el frente de ataque. De media punta han jugado, uno más y otros mucho menos, hasta siete futbolistas: Sancet, Berenguer, Robert Navarro, Unai Gómez, Guruzeta y hasta Galarreta e Izeta el otro día en la parte final del choque contra el Mallorca.
Y qué decir del puesto de delantero centro, que ya comenzó a flaquear la pasada temporada por el bajón de Guruzeta. Por la posición de '9' han pasado Maroan, que fue titular en los dos primeros partidos pero no tardó nada en perder la jerarquía, Guruzeta, que sigue sin recuperarse, e Iñaki Williams, que no sólo está en una baja forma alarmante, sino que siempre ha sido una mala solución como hombre más adelantado. Izeta ha tenido tan pocos minutos que no puede decirse que haya desperdiciado ninguna oportunidad.
Tanto experimento siempre es una mala señal. Como lo es que Jauregizar tenga que ser demasiado exprimido por la ausencia de Prados y la cada vez menor presencia de Vesga. En este sentido, sería muy importante que Rego, el héroe de la última victoria del Athletic, dé un paso al frente. Si el chaval lo consigue, la enfermería se va vaciando poco a poco y algunos jugadores determinantes se ponen en la forma, es decir, si todo vuelve un poco a la ansiada normalidad, el Athletic debe volver por sus fueros. Los de la pasada temporada, se entiende.
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