Los altibajos de un equipo adolescente
El Athletic es un conjunto en crecimiento que ha jugado sus mejores partidos ante los rivales de mayor talla
Los adolescentes suelen poner a prueba el sistema nervioso de sus progenitores, con comportamientos achacables a ese periodo de la vida, que el paso del ... tiempo acaba reconduciendo. Los cambios de humor repentinos, el paso de la risa al llanto sin solución de continuidad, y un inexplicable empecinamiento en llevar la contraria a todo el mundo son propios de la edad el pavo.
Cualquiera diría que estamos hablando del Athletic, ese equipo que pasa del todo a la nada sin explicación razonable, que hace disfrutar y sufrir a su afición, según el día, el que se empeña en contradecir la lógica más elemental ganando cuando nadie lo espera y perdiendo cuando la victoria parece al alcance de la mano.
A lo mejor la explicación a tanta irregularidad hay que encontrarla en que este Athletic es todavía un equipo adolescente, un grupo en pleno crecimiento, con los altibajos propios de ese delicado periodo en el que ya has dejado de ser un niño, pero todavía te faltan unos cuantos afeitados para considerarte un adulto. Por eso, el aficionado que todavía está con los ojos como platos después del partido contra el Barcelona tiene sus dudas sobre qué Athletic verá esta tarde en Vallecas. Todo es posible, no lo duden.
Ya está dicho que el Athletic es un equipo irregular, capaz de lo mejor y de lo peor, un equipo imprevisible a pesar de que su entrenador se empeñe en vestirle siempre con la misma ropa. Las estadísticas de los rojiblancos son pura paradoja. Ahora mismo ocupan el centro de la tabla; tienen a nueve equipos por delante y a diez por detrás. Pues bien, si hacemos un análisis cualitativo, estaremos de acuerdo en que sus mejores partidos los ha jugado contra los que le preceden. Contra el Real Madrid tanto en el Bernabéu como en San Mamés, el Barcelona, los dos equipos sevillanos, la Real o el Villarreal. Por el contrario, sus exhibiciones más lamentables las ha perpetrado ante los que van por detrás en la tabla. Los partidos ante el Getafe, el Levante, el Alavés, el Cádiz, el Granada o el Elche fueron una pesadilla.
También hay excepciones, claro. El Athletic hizo grandes partidos en los campos del Espanyol y Osasuna, que van por detrás, y fue pura impotencia en San Mamés ante un Rayo que, sorprendentemente, ocupa ahora mismo la séptima posición.
Pero si de lo cualitativo pasamos a lo cuantitativo, resulta que los buenos partidos han dado menos puntos que los malos. Contra los nueve que le preceden, el Athletic ha sumado tan solo dos victorias, ha empatado cuatro veces y ha perdido otras tantas. Ha marcado diez goles y ha recibido doce para sumar diez puntos.
Contra los de abajo, los rojiblancos han ganado cuatro partidos, empatado seis y perdido tan solo uno. Han marcado los mismos goles, diez, pero han recibido solo cinco, para sumar dieciocho puntos. Podemos estar de acuerdo en que el Athletic ha hecho méritos para ganar algunos de los partidos que ha acabado empatando o perdiendo, sobre todo contra los de arriba, pero en una competición como la Liga la regularidad vale más que el mérito y regularidad es precisamente lo que le falta a este equipo.
El Athletic está culminando una transición difícil y larga, que quizá se ha retrasado más de lo debido por el cortoplacismo en el que se ha movido en los dos últimos años por lo menos. Nunca sabremos si otra gestión de la plantilla hubiera acelerado el proceso. Lo que es evidente es que ahora mismo la reconstrucción está en su fase final y solo quedan los últimos retoques para conformar un equipo que empieza a tener una pinta excelente que, aunque sigue añorando un goleador, empieza a solucionar esa carencia con un trabajo coral.
El Athletic es décimo en la clasificación de la Liga al inicio de esta jornada
El apoyo de los veteranos
Pero, seguramente, todavía tendremos que soportar algunos altibajos propios de la ciclotimia del adolescente. La juventud de bastantes de los jugadores aboca a la irregularidad. El rendimiento de los Sancet, Nico Williams, Vencedor, Serrano o Zarraga sufrirá los altibajos propios de los debutantes; los días pares el aficionado verá en ellos la promesa de una estrella de talla mundial y los impares, la imagen de otro canterano que no acaba de dar la talla. Les toca a los veteranos aportar ese poso de estabilidad que les falta a los jóvenes para que el equipo acabe compactando.
Y al entrenador del Athletic, que está liderando esta reconstrucción, le toca aceptar lo que los hechos se empeñan en demostrar: que este equipo rinde menos cuando le obligan a comportarse con cálculo y precaución que cuando se desata y se libera de rigideces tácticas, cuando mira al rival a los ojos, de igual a igual, sea quien sea el que esté enfrente. El Athletic disfruta y hace disfrutar cuando es un equipo valiente y convencido, cuando es como ese chaval que está saliendo del cascarón dispuesto a comerse el mundo.
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