«Trabajé en una empresa de cerdos ibéricos para pagar los tentaderos»

- ¿Cree en Dios?

- Obviamente.

- ¿Por qué?

- Son valores que mi familia me inculcó desde chico y reforcé según fui creciendo y conociendo la vida.

- ¿Se aferra a él en los buenos y malos momentos?

- Totalmente. La fe me sostiene muchas veces. Tomé la alternativa en 2015, pero solo toreé unas veinte corridas en ocho años.

- ¿Extraño, no?

- Sobre todo cuando de novillero había tenido triunfos tan importantes. Prácticamente salía a hombros en todas las ferias. Tomé la alternativa un Domingo de Resurrección, el día más importante de Sevilla, y a partir de ahí me quedé parado.

- Vaya.

- Fueron 8 años. Pero el triunfo me ha cogido mucho más maduro personal y profesionalmente. Y han llegado las ferias.

- ¿Todo le cuesta un mundo?

- Esta es una profesión muy espiritual que a todos los diestros les cuesta mucho. Debes llevar el cuerpo y la mente al límite.

- ¿Llegó a perder la esperanza?

- Hubo momentos complicados, Durante dos años compaginé los entrenamientos y tentaderos con el trabajo. Medité mucho conmigo mismo al ver que no me salían contratos, pero me di cuenta de que mi sitio era el toro.

- ¿Estuvo a punto de tirar la toalla? ¿Por qué no lo hizo?

- Algo dentro de mí no me dejaba hacerlo. La familia me dijo que tenía que echar hasta la última gota de sudor para conseguirlo. 'Tú, sigue adelante, que aquí vamos a estar'. El toro tiene algo muy grande guardado para ti, repetía mi madre. Por ella no tiré la toalla. Fui el único de los novilleros al que le pegaron un palo tan fuerte. Veía a mis compañeros en carteles y yo en casa. No me lo explicaba.

- ¿Sufrió?

- Son situaciones que hay que aceptar. Quizá por eso ocupo el lugar que ocupo.

- Le dio tiempo a estudiar la carrera de ingeniero agrónomo.

- Acabé perito agrícola en el año de la alternativa. Luego, trabajé de inspector en una certificadora de cerdos ibéricos. Estuve dos años. Tenía que obtener ingresos para poder pagarme los tentaderos. Iba de un lado para otro. Gracias a Dios tuve muchos tentaderos. Los ganaderos siempre se portaron bien conmigo.

- ¿Qué papel jugaron Espartaco padre y Juan Antonio Ruiz?

- Es como si fuésemos familia. Me han enseñado muchísimas cosas y me siguen enseñando.

- ¿Por qué confía tanto en su nuevo apoderado, Julian Guerra?

- Aparte de ser apoderado, es la persona con la que entreno todos los días y me corrige muchas cosas. Estoy avanzando una barbaridad gracias a él. Vio lo que no vio nadie.

- ¿Ha sido su ángel salvador?

- Es la persona que confió en mí. Había otra gente que lo hacía, pero nadie se decidía a apoderarme. Estuve desde 2017 hasta 2023 sin apoderado. No tenía contratos. En cuestión de año y medio, mira todo lo que estamos consiguiendo juntos. Triunfé en la Feria de Otoño de Madrid y en San Isidro, más todas las orejas que he cortado en Sevilla, Valencia, Castellón, Pamplona... En todas he salido a hombros. Me cogió cuando no tenía nada

- ¿Ahora le cae el dinero del cielo?

- No, el dinero en el toro es muy trabajado. Yo no pregunto a mi apoderado por el tema del dinero cuando vamos a torear. Tengo otros objetivos en la cabeza, pero no es el dinero. Lo que yo quiero lograr está por encima del dinero.

- Con buenos contratos, el siguiente sueño será una finca.

- Si Dios quiere, llegará. Me gustaría vivir el día de mañana en el campo, pero lo dejo para más a futuro.

- ¿Qué piensa de aquellos apoderados y empresas que durante ocho años no le contrataron?

- Era una situación muy difícil para todos. Yo lo entiendo. Todo el mundo me decía que tenía una situación muy complicada, casi imposible. Que no me aburriera y siguiera, pero que fuera por mi camino. ¡Claro que me enrabietaba! Cada vez que escuchaba esa respuesta, más me rebelaba... y más entrenaba. Bueno, al final aquí lo tengo, ¿no? Lo conseguí. Lo que está para uno te lo encuentras en el camino. Aquellos apoderados me motivaron para que alguno me dijera sí algún día.

- ¿Piensa en ajustar cuentas?

- ¡Ni mucho menos! Al revés. Todos aquellos apoderados forman parte de mi carrera.