La saxofonista trans que anima el final de las fiestas a los bilbaínos
Tavi Gallart toca un repertorio de lo más variado que incluye boleros, tangos y chachachás
Tavi Gallart se sienta en las escaleras del puente de La Ribera de Bilbao y saca su saxofón de una funda verde. Utiliza el mismo ... desde los ocho años. Dice que tiene que jubilarlo, pero todavía suena bien. Más que bien, porque se esmera en afinarlo. «Tengo que comprar otro, pero ya sabes cómo es esto, luego acabas usando el de siempre», ríe.
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Esta saxofonista trans ha vivido la música desde que era una niña. Cuando empezó a tocar el instrumento, sus dedos no llegaban a las teclas, así que su abuelo tiró de ingenio e hizo unas piezas con botellas de corcho que sobresalían para que pudiera alcanzarlas con más facilidad. Lleva el arte en las venas, y lo ha demostrado un año más animando las fiestas de los bilbaínos con su saxofón. Porque cuando sale a la calle, convierte cada rincón en un escenario al aire libre lleno de magia.
Siempre va al Casco Viejo, y normalmente visita los mismos lugares, porque ya ha hecho amistad con algunos vecinos y comerciantes de la zona y le gusta mantener el contacto. «¡Hola, Tavi!» le saludan las chicas de la tienda La Boutique de la Media, ubicada en la calle de la Torre, cuando la ven entrar. Se ponen al día en el mostrador mientras comparten alguna anécdota y Tavi aprovecha para poner a cargar el altavoz antes de salir a actuar –y echar un vistazo a la colección–. Su repertorio y puesta en escena no dejan indiferente a nadie. Porque más allá de tocar música, la vive. Y transmite su pasión por ella a todas las personas que pasan por la calle. «Tengo un vínculo bonito con Bilbao. En un futuro me gustaría vivir aquí. Creo que el bilbaíno tiene mucha identidad. Aquí hay mucha cultura y también respeto».
Tavi pone a bailar a Marijaia con un repertorio de lo más variado. Destacan los boleros, tangos, chachachás... La artista reconoce que tiene un origen musical muy 'vintage'. Hasta los paseantes que más prisa tienen por llegar a su destino se paran para escucharla. La calle también se convierte en un espacio para reivindicar. «Se puede ser trans y formar parte de la sociedad y de la cultura. Es importante transmitir eso sobre todo a los niños y niñas que lo son, porque cada día estamos viviendo una situación más complicada».
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hemos ido atrás. Entonces, si tienen que poner a esa saxofonista trans, para que esa niña y ese niño que es trans, vea que se puede ser trans y formar parte de la sociedad y de la cultura, yo estoy dispuesta a volverlo a poner.Si sirve para alguien, yo estoy dispuesta a volverlo a poner. Porque a partir de ahí, yo es como que desperté a una realidad que, joder, que cada día está siendo más complicado.
De gira con Fangoria
«No pretendo nada con mi música, porque la pretensión es el enemigo del arte. Una hace lo que sabe hacer y ya está, ¿no? Es que si yo no toco bien, no como. No me puedo dormir en los laureles. Entonces tengo que poner ahí toda mi sabiduría, todo mi talento y mi corazón. Me gusta mirar a los ojos y ser honesta», asegura. Lo que más le llena de compartir su música en la calle es ver que la gente dedica unos minutos a escuchar sus canciones, a vivir el momento. «A veces pasan de largo y cuando llevan veinte pasos, de repente se paran. Se dan la vuelta y se quedan unos minutos escuchando mi música. La calle es adrenalina. Es un formato artístico en el que necesitas poner mucha carne en el asador», relata.
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Sin embargo, su carrera musical va mucho más allá de tocar en la calle. Tavi también acompaña a Fangoria durante su gira por España con su saxofón, y en septiembre aterrizarán en el Bilbao Arena. «Es gente maravillosa. Viajamos en dos furgonetas. En una van los técnicos y los bailarines y en la otra van los músicos. ¡Estoy con la historia viva del pop español! Tenía ocho años cuando veía a Olvido en la televisión y ahora estoy comiendo con ella todos los días. Estoy muy contenta porque estoy aprendiendo mucho», celebra. En noviembre también viajarán a México.
Tavi es una artista mutidisciplinar. Sabe adaptarse a todo tipo de contextos, escenarios y situaciones, porque el talento no entiende de etiquetas. «Estoy intentando romper ese mito de 'artista de calle' o 'de escenario'», cuenta. Ella simplemente trata de tocar el corazón de la gente con su música.
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