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Ambiente de fiesta en la calle Ledesma. Maika Salguero

Ledesma, la reina del tardeo y la gente guapa durante la Aste Nagusia

Las cuadrillas toman el centro de la villa dando cuenta de que no hay una única forma de disfrutar de la Semana Grande

Viernes, 22 de agosto 2025

La Semana Grande no viene con un manual de cómo vivirla. Cada uno puede elegir el tamaño del vaso y también dónde llenarlo. Ya sea ... en el recinto festivo o en el centro de Bilbao, lo que la ciudadanía quiere es juerga. Juntarse y celebrar. Esa es la máxima. Y lo que menos importa es dónde. Por eso, txosnas, bares y restaurantes del centro de la villa están estos días a rebosar animados por los bilbaínos que regresan de sus vacaciones para pillar los últimos días de Aste Nagusia.

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Son jornadas de encuentros. De cuadrillas que se juntan después del verano, de familias que se reúnen con los miembros que viven fuera y vuelven a casa por Navidad... y por Aste Nagusia. Por eso, no es de extrañar que sea casi misión imposible conseguir mesa para más de dos comensales en los restaurantes de Bilbao. Así que lo que se lleva estos días para llenar el estómago fuera de casa es alimentarse a base de pintxos, bocadillos y lo que uno pille.

Y para hacerlo, la marea humana tiende a desembocar en las txosnas, por supuesto, pero la villa exhala fiesta por sus cuatro costados, no sólo en el Casco Viejo, porque aquí no existe una única forma de pasarlo bien. Que sí, que durante Aste Nagusia da la sensación de que todos los caminos conducen al recinto festivo. Eso se da por sentado. Pero el centro de Bilbao también vive las fiestas. Ledesma, García Rivero, la plaza de la Diputación, Jado y sus alrededores o el muelle de Ripa están a rebosar estos días.

Esa es la magia de Aste Nagusia. Que hay más de una. La del vermú, la del tardeo, la nocturna, la de los conciertos, la de las bilbainadas, la de los concursos gastronómicos... Todas igual de válidas y con idéntico telón de fondo, el de disfrutar en compañía. Nueve jornadas para salir de los txokos y el interior de los bares y tomar las calles.

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No importa si se trata de víspera de festivo, del Día Grande o de cualquier otro entre semana. Los grupos de bilbaínos cortan el paso deseosos de exprimir la Semana Grande pañuelo azul al cuello sobre polos o camisetas en su mayoría blancas; muchos de ellos han sobrevivido a numerosas ediciones de las celebraciones.

Una mano sostiene un plato con pintxos y la otra agarra una caña mientras su dueño busca algún muro o lugar donde poder liberarse de ambos -se aceptan bancos de piedra e incluso papeleras con tapa... no nos vamos a poner exquisitos cuando el espacio escasea- y estar más cómodo para encarar una conversación con la cuadrilla. Es una fotografía que se repite en muchas vías del centro de Bilbao a mediodía. «Yo me voy a coger uno de tortilla porque ya en casa no voy a comer», comentaba una mujer en García Rivero pasadas las tres de la tarde a su grupo, al que el hambre había pillado en la calle con ganas de jarana.

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El tardeo triunfa en fiestas

Otra de las imágenes que deja Aste Nagusia es la del tardeo, que ya se ha consolidado como opción festiva preferida para quienes prefieren empezar antes con la juerga. Además de las txosnas que se han apuntado a esta moda en los últimos años, Ledesma y el resto de El Ensanche encajan con este plan.

Cada tarde, el exterior de sus bares se vuelve un hervidero de gente que, animada por las txarangas que amenizan el ambiente, se abandona a la música, los tragos y la compañía. Lo mismo ocurre en los alrededores de la plaza Jado o la Diputación.

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Mientras todo esto ocurre en el centro de Bilbao, en el Casco Viejo muchos viven en su burbuja particular de la que algunos solo salen para acudir religiosamente cada noche a ver los fuegos artificiales desde las inmediaciones del Ayuntamiento. Para ellos las fiestas se viven en las txosnas y ahí es donde encuentran lo que le piden a Aste Nagusia. El tema de los fuegos merece mención aparte, ya que es uno de los -pocos- planes diarios que logra congregar a toda la fauna festiva y arranca la admiración de grandes y pequeños.

Explicar la esencia de Aste Nagusia a los turistas no es una tarea sencilla y es que es mejor vivirlo en primera persona y dejarse llevar por los matices que hacen de estas fiestas algo único en el mundo. Pese a la popularidad en aumento de la Semana Grande, el alcalde, Juan Mari Aburto, ha apuntado este viernes en una entrevista en Radio Euskadi que el Ayuntamiento no busca superar la afluencia del año pasado, cuando alcanzó su récord con 1,6 millones de participantes, sino que el objetivo es que la Semana Grande «vaya bien y sea atractiva». Y tanto que sí lo es, si logra congregar a millones de personas en torno al lema «Come, ríe y bebe, que la vida es breve».

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