Policías municipales atienden a un joven que ha sufrido un robo con violencia y a sus amigos en la calle Navarra de Bilbao. Luis Calabor

EL CORREO sigue a Ertzaintza y Policía Local de noche en la Aste Nagusia: «Me ha arrancado la cadena de oro de mi madre»

Un robo con tirón, tocamientos, una pelea con una catana, bates y botellas rotas...

Sábado, 23 de agosto 2025, 00:41

En Aste Nagusia nunca se sabe cuándo va a saltar la alarma. La noche del jueves al viernes, la sexta de esta edición, lo hizo ... a las 2.21 horas de la madrugada. Un joven con el labio roto y cariacontecido llegó corriendo al puesto fijo que la Policía Municipal de Bilbao despliega en la calle Navarra, uno de los principales accesos al recinto festivo. Desde hace unos años la trasera de la estación de Abando, antes un punto negro de delincuencia, se cierra con vallas, lo que ha reducido de forma drástica los incidentes en la zona. «Me ha venido por detrás un tío y me ha arrancado la cadena de oro que llevaba al cuello. Era de mi madre, que murió en el año 2000», lamentaba el chico, apesadumbrado, ante los dos reporteros de El Correo que tomaban el pulso a la fiesta.

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Según la víctima, tras darle el tirón, el individuo se le había encarado. «¿Tienes algún problema conmigo?», le soltó, con la aparente intención de hacer pasar el robo violento por una riña y que la gente no se le echara encima, como ya ha ocurrido en días precedentes. Por ejemplo, hace unos días a una menor que iba con sus padres le habían arrancado el bolso en el Casco Viejo y la multitud rodeó al ladrón hasta que se lo devolvió.

El tironero de la noche del jueves, después de arrancar la cadena a su víctima, que iba acompañada de dos amigos, le asestó un puñetazo en la cara y le amenazó con una botella rota. Los tres jóvenes comenzaron a seguirle para recuperar el collar, de «gran valor sentimental» por pertenecer a su madre fallecida, pero el autor se perdió entre el gentío. «Iba conjuntado, con la camiseta y el pantalón de camuflaje. Y tenía la cara amoratada. No será difícil encontrarle, salvo que se cambie la parte de arriba», aventuraban los chicos ante los patrulleros de la Policía Municipal, a los que facilitaron una descripción física del sujeto. Los uniformados transmitieron por la emisora esos datos a sus compañeros, los 'Iker', que visten de paisano para pasar desapercibidos en el recinto festivo. «A ver si podéis recuperar la cadena», rogaba el joven a los agentes mientras se limpiaba la sangre de la herida en el labio. «Vete a curarte al puesto de los sanitarios, que está aquí arriba en el túnel de la estación de Abando», le aconsejaron los policías.

Alergia al marisco

A esa hora, en Gogorregi le arrebataban un bolso a una joven y horas antes en la calle Iruña de Deusto se registraba una pelea en la que se decomisaron una catana y dos bates de béisbol sin que se registraran heridos ni detenidos. Cuando llegaron los agentes, la trifulca se había terminado. Además, un joven de 26 años fue arrestado por realizar tocamientos a una mujer a la que había conocido previamente en el Casco Viejo. Pese a todo, los ertzainas y policías locales que ayer velaban por la seguridad de las fiestas coincidían en que estaba siendo una noche relativamente tranquila. El termómetro no bajó de los 20 grados. Las gotas de lluvia que comenzaron a caer cuando aún resonaba el estruendo de la traca de los fuegos artificiales y aún olía a pólvora quemada, probablemente desanimaron a muchos, que prefirieron reservar fuerzas para el último fin de semana. «Se nota menos gente por la calle», apuntaban.

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Unidades de la Ertzaina llegan a la plaza Circular. Luis Calabor

Algunos policías llevan muchos años cubriendo la Aste Nagusia. «Somos conscientes de que si trabajas en Bilbao en esto, tienes que estar en la semana con más gente y más robos del año». Les gustaría que su «presencia en el recinto festivo», hasta ahora territorio casi vedado para los uniformados, se «normalizara», como ocurre en las ferias de Sevilla o Málaga, donde la Policía Nacional accede sin cortapisas.

Al puesto sanitario avanzado de Sanir, la nueva empresa subcontratada por Osakidetza para las emergencias, llega en plena madrugada una joven, apurada y con la cara hinchada. «¡Tengo alergia al marisco!». Han comido en un restaurante. «Debe haber sido la salsa», barruntan sus amigos. A la chica le cuesta respirar. La meten en una ambulancia y valoran trasladarla al hospital de forma urgente.

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La noche del martes, un individuo agredió a un sanitario y escupió a su compañera porque le derivaron al hospital de Basurto al tener el dedo gordo roto desde el día anterior. «Llevarme vosotros», les espetó y se tiró en el suelo para impedir el paso de ambulancias. «Todos los días tenemos por lo menos un caso así». También ven a menudo intoxicaciones etílicas. «Algunos tienen 15 o 16 años, e incluso 14. La mayoría son chicas». Cuando son menores, están obligados a llamar a los padres, que acuden a buscarlos, algunos «llorando». Les introducen en el «módulo para personas ebrias» y, si están muy afectados, les suministran un medicamento. «Algunos cuando se despiertan no quieren irse».

Las «escuadras» (grupos de cinco agentes) del puesto fijo de la Policía local apostadas en la plaza Erkoreka, probablemente el lugar más sensible de la fiestas por su cercanía a las txosnas, tienen que turnarse para poder ir al baño o a comer algo a la comisaría de Udala, en el Ayuntamiento. Ellos lo llaman «vitaminarse». Les espera una larga guardia aún hasta las ocho de la mañana.

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