Atlético de Madrid-Alavés

La única victoria albiazul en casa del Atlético: «Hicimos el partido perfecto»

'El Alavés también sabe ganar', titulaba la crónica el periodista de EL CORREO J. A. Martínez Viguri. Aquel 10 de mayo de 2003, los vitorianos, entonces entrenados por Txutxi Aranguren, se impusieron con un solitario tanto firmado por Adrian Ilie, a quien Claudio Ranieri bautizó como 'La cobra'. «¡Qué bueno era el cabrón! Era un pedazo de futbolista del copón», le describe Jesús Ángel Turiel, uno de los integrantes de aquel equipo, junto a Pablo Gómez y Óscar Téllez. EL CORREO rememora el partido con los tres protagonistas. Una conversación en la que uno tiene la sensación de adentrarse en el vestuario. No solo evocan las conversaciones que hubo durante el encuentro, también los nervios previos a saltar al verde y la presión por una clasificación que ya asfixiaba.

El contexto y el escenario no eran nada halagüeños. Los babazorros encadenaban diez semanas sin conocer la victoria, desde la jornada 22 (1-0) frente al Villarreal. De soñar con Europa a asomarse al abismo. «Fíjate, después de la primera vuelta que hicimos, rozando los puestos de arriba, a todo lo contrario. Teníamos buen equipo, pero es que nos salía todo mal», se lamenta aún a día de hoy Turiel. Y en esas, con la obligación de ganar, visitaron el Calderón. El peor guión posible. «En un momento así buscas enfrentarte a rivales que sean factibles, y el Atlético no lo era», reconoce Téllez.

De ahí que dentro del vestuario se respirase «una presión del copón», evoca Gómez. Se cambiaron como gladiadores que saltaban a la arena sin saber su suerte. Y fue en ese momento en el que se empezó a cocinar la victoria. «En los minutos previos nos empezamos a animar unos a los otros, a confiarnos de que éramos capaces, como ya lo habíamos hecho anteriormente», añade el centrocampista vitoriano. A dejar de lado la clasificación y afrontar la primera de las finales ligueras.

La cronología del gol

«El renacido Alavés se gestó a partir de la defensa. Ya no es ese grupo fallón, desatendido de antes, que cargaba el autobús con balones a tutiplén», describía la crónica. Con la portería sellada, faltaba la otra mitad de la faena. Y los albiazules apostaron por una arriesgada estrategia. «Esperó al rival precipitado, le hizo dudar, crispó a su gente y confió, con indisimulada paciencia, en una jugada aislada que pudiera sentenciar la contienda de su lado». Y así fue.

«Tenemos algunos flashes de la jugada. Ilie finalizó con un disparo cruzado», recuerdan, a duras penas, los tres protagonistas. La cronología del gol arranca en el campo alavesista. Pablo Gómez robó un balón tras el saque de un córner del Atlético. El balón le llegó a Rubén Navarro, que, al primer toque, abrió el juego a la derecha, donde se encontraba Ilie, que llevaba cuatro minutos sobre el césped. El rumano aprovechó esa frescura para irse por velocidad de Movilla, con la portería de Esteban entre ceja y ceja. Ya dentro del área, el ariete batió al meta rojiblanco con un disparo raso y colocado.

Apenas se habían cumplido 55 minutos de partido. Por delante quedaba un asedio de más de media hora. «El campo empezó a apretar muchísimo. Mantener la portería a cero allí era muy complicado, pero teníamos claro que era la única forma de poder ganar allí», comenta Téllez, el guardián de la zaga junto a Abelardo. «Colectivamente cuajamos un partido perfecto. Pudimos demostrar que no éramos un equipo que merecía estar en descenso, que teníamos nivel», subraya Téllez.

Las acometidas locales

Dejaron en meros intentos las siete acometidas locales. Una hazaña a remarcar. No solo desesperaron a Javi Moreno o Cosmin Contra, por entonces en el bando rival ya, también a Correa y Movilla. Pero sobre todo, a la afición local, que empezó a silbar a los jugadores del Atlético en busca de una reacción. «Recuerdo que hablé en más de una ocasión con Contra y Javi Moreno para decirles que no nos fastidiasen, que estuviesen tranquilos porque necesitábamos ese triunfo», confiesa ahora Gómez.

Lo cierto es que los locales achucharon y el triunfo fue sudado. «Mira, estábamos tan concentrados en salir de los puestos de descenso que ni celebramos el triunfo, pensamos directamente en el siguiente partido», apunta el centrocampista. «Pero sí es verdad que la victoria fue un chute de moral. Se vio que el equipo tenía ganas de salir de ahí abajo», añade Téllez. «Ojalá haber perdido ese partido y habernos salvado», remata Turiel. Porque aquella fue la última victoria de la temporada, que terminó con el descenso a Segunda. Y también la última victoria albiazul en casa del Atlético de Madrid.

Ahora quieren que el sábado los hombres de Luis García les quiten la medalla de los únicos ganadores, aunque sea en un estadio distinto. «Ojalá se rompa esta racha», anhela Téllez. Y quieren ser testigos de ello. «Estoy a la espera de saber si puedo bajar y vivirlo en persona», concluye Gómez.