Santi Cazorla resurgió en Vitoria después de que tres bacterias devorasen su tendón: «Nunca vi una lesión así»
Mikel Sánchez detectó que perdió 8 centímetros del tendón de Aquiles. Tras 11 operaciones, el asturiano culminó su recuperación en el Alavés, donde recuerdan que «tenía la ilusión de un cadete»
Santi Cazorla (Lugo de Llanera, Asturias, 1984), doble campeón de Europa, considera el Oviedo-Mirandés de esta noche (21.00 horas) el partido más importante ... de su carrera. Ese momento soñado que pensó que ya nunca jugaría. Durante dos años, de 2016 a 2018, fue un hombre roto. Carcomido por una lesión en el talón derecho que podía complicarle la vida. «En Londres le dijeron que se diera por satisfecho si lograba dar un paseo por el jardín de su casa con su hijo», recuerda Mikel Sánchez a EL CORREO.
El médico vitoriano también llegó a ver complicada la recuperación. «Nunca habíamos tenido a un deportista de alto nivel con una lesión tan compleja y de tanta gravedad», confiesa. Por momentos, llevaron roles cambiados. La perseverancia para superar once operaciones y el silencio aséptico de hospitales caracteriza a uno de los mejores centrocampistas del fútbol español, capaz de ilusionar al alavesismo con solo verle entrenar en Ibaia. «Tenía una pasión que nos conquistó a todos», recuerda Bittor Llopis, el entrenador que durante unas pocas semanas le integró en el juvenil B albiazul.
Su calvario arrancó en 2013 tras recibir una de las muchas malas patadas de aquel amistoso ante Chile que acabó a tortas. Se infiltró siempre que pudo. Un bucle tormentoso. Pinchazo, alivio, partido y molestias. Hasta que, tras un Arsenal-Ludogorets de Champions en octubre de 2016, ya no pudo ni quitarse la bota. El club londinense derivó al asturiano a un médico sueco especialista en tendones. Tenía la piel carcomida de tantos pinchazos, con lo que además de la cirugía le realizó un injerto. Le quitó un trozo de la cutis del brazo, donde tenía el tatuaje de su hija India, y se lo colocó en el talón. La operación parecía un éxito, pero la cicatriz se abría cada poco pese a las numerosas intervenciones.

En mayo de 2017, el agente de Cazorla llamó a Mikel Sánchez en busca de otro diagnóstico. El médico, nada más ver el estado de la herida, sospechó que tenía una infección y le llevó al quirófano. La sorpresa fue comprobar que le faltaban 8 centímetros del talón de Aquiles, devorado por tres bacterias. «Recuperarlos y hacer un injerto sobre un hueso que estaba infectado también era algo muy complejo. Pero se consiguió», celebra, al tiempo que se quita mérito.
La mañana del 27 de noviembre de 2017, Sánchez le mandó correr por el pasillo de la clínica. Cazorla iba y venía, como un niño pequeño. Hasta que uno de los giros, clac, sonó un crujido. El cirujano se quedó blanco. Fue a palparle con el rostro desfigurado. «Has desinsertado el tendón otra vez». El asturiano se reía. «Venga, que esta va a ser la buena». Otra operación, otra reconstrucción, al fin la última. «Pasó por algo muy duro, por eso siempre decimos que el mérito solo es suyo», subraya.
Con su familia en Oviedo y su fisio en Salamanca, por temporadas se instaló de lunes a viernes en un hotel de Vitoria. Por las mañanas en la clínica, donde Karlos Arguiñano le amenizaba con chistes el tiempo de espera. Junto con Mikel Sánchez, se apostaron que si volvía a jugar le pagaban una comida en Zarautz. Por las tardes, el Alavés le cedió las instalaciones para probarse. «Era majísimo, humilde, atento. Parecía un cadete que subes al juvenil», relata Bittor Llopis.
Sus pupilos, algunos tan conocidos como Owono, Javi López o Borja Sainz, alucinaron con su manejo de balón. «Verle finalizar con las dos piernas era un espectáculo. No le daba con toda la fuerza, pero dónde ponía el balón, cómo se perfilaba…». Sin llegar a participar en los partidillos, asombraba en las posesiones, donde los técnicos le utilizaban de comodín. «Me impresionó cómo controlaba. Salía el balón limpio, con poco recorrido y luego cómo se giraba y fintaba». Su coche de lujo y su actitud, recogiendo el material cada día, cautivó a todo un equipo que se alegra por sus éxitos, como Llopis: «Mira que el tío era optimista, pero estaba fastidiadillo. Le preguntabas cómo estaba y un día decía 'ahí vamos', otro 'tirando', el día que respondió 'bien' fue una ilusión».
En Vitoria también selló su preacuerdo con el Villarreal. El cuadro amarillo jugaba en Mendizorroza y Cazorla se puse en contacto con Marcos Senna y con Fernando Roig para ver si podía ir al partido. Se les encontró el día antes en la calle y cenó con ellos. Se interesaron y se comprometieron a que si se recuperaba, tendría hueco. Con un salario de 500.000 euros y pluses por cada partido jugado dejó sin opciones al Alavés de fichar a un jugador que volvió hasta a ser internacional.
El Mirandés quiere rematar su mayor gesta y ascender a Primera
LaLiga completa esta noche su cartel con un ascenso memorable. El regreso desde los infiernos de un histórico o la hazaña más importante que un club modesto haya conseguido en varias décadas del fútbol español se cumplirá en el Carlos Tartiere, escenario del duelo definitivo entre el Oviedo y el Mirandés.
«Una final de Champions» para los locales, como reconoció su entrenador, Veljko Paunovic. El conjunto azulón, que ya se quedó el año pasado a las puertas del ansiado ascenso, llega contra las cuerdas tras el encuentro de ida en Anduva. El Mirandés de Alessio Lisci fue superior, venció con un gol de Alberto Reina e hizo méritos para llevarse una mayor renta al Principado. Cualquier empate le sirve al conjunto de Miranda de Ebro, pero para el técnico italiano «salir a empatar es un suicidio».
El cuadro jabato saldrá «a ganar el partido con criterio» y espoleado por la ilusión infinita de los poco más de 300 espectadores agraciados que pudieron tener una entrada para el partido. «Sé que los vamos a oír, que nos van a empujar, que van a estar con nosotros en todo momento. Son fundamentales», agradeció el técnico, que apunta a repetir once titular. El defensa Juan Gutiérrez sigue con molestias físicas y será duda hasta última hora. Por parte del Oviedo, que contará con el apoyo de ilustres como Melendi y previsiblemente Fernando Alonso, le valdría ganar por un gol de diferencia para forzar la prórroga. Si mantuviera la ventaja, sería equipo de Primera sin tener que ir a los penaltis por terminar mejor en la clasificación.
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