Rayo 1-0 Alavés
El Alavés se sumerge en la oscuridadDesperdicia una hora larga en superioridad numérica para encajar la quinta derrota consecutiva en un partido con pésimas sensaciones que multiplica las dudas del equipo
El Alavés atraviesa un túnel que parece extenderse en kilómetros y tinieblas a medida que pasan las jornadas. Sumergido en la oscuridad viaja un equipo ... que acumuló su quinta derrota consecutiva en un duelo de pésimas sensaciones y, aún peor, de clamorosa ocasión desperdiciada. Más de una hora en superioridad numérica, desde la expulsión de VAR del central local Mumin. Es difícil saber con el paso de los siglos cómo se las ponían a Felipe II, pero debía de ser algo así. Claro que ni el empujoncito desde la sala arbitral de Las Rozas bastó a un equipo albiazul que multiplica sus dudas a medida que divide su rendimiento. Se necesita sumar puntos y restar incertidumbres. Y es que después del 0 de 15 en las cinco últimas semanas, las matemáticas empiezan a no cuadrar. Tampoco el azar, ese elemento impredecible que acabó con el posible 0-1 de Carlos Vicente en el pie del portero Batalla mientras el tiro de Gumbau supuso el 1-0 tras golpear accidentalmente en Sivera. Porca miseria, dirían al otro lado del Mediterráneo.
Rayo Vallecano
Batalla; Ratiu, Lejeune, Mumin, Chavarría; De Frutos (Ciss, min. 84), Óscar Valentín, Unai López (Gumbau, min. 61), Álvaro García (Balliu, min. 84); Camello (Embarba, min. 60) e Isi Palazón (Aridane, min. 65).
1
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0
Deportivo Alavés
Sivera; Mouriño (Joan Jordán, min. 32), Tenaglia, Pica, Diarra, Manu Sánchez; Guevara (Stoichkov, min. 60), Gudiri; Carlos Vicente, Toni Martínez y Carlos Martín (Villalibre, min. 73).
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Gol. 1-0, min. 80: Sivera, en propia meta.
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Árbitro. Adrián Cordero Vega, del Comité Cántabro. Expulsó al jugador del Rayo Vallecano Mumin (min. 22) con roja directa y amonestó a Unai López (min. 49) por parte del equipo madrileño y a Manu Sánchez (min. 50), Diarra (min. 67), Guridi (min. 77) y Joan Jordán (min. 88) por parte del Alavés.
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Incidencias. Undécima jornada de LaLiga EA Sports disputada en el Estadio de Vallecas ante cerca de 13.010 espectadores.
La alineación había llegado con sorpresas en el intento de reacción albiazul. Ante la baja de Abqar entró el joven Pica en el once para formar una zaga de tres centrales que incluyó a Tenaglia junto a Diarra y dejó el lateral diestro a Mouriño. El experimento, que ni de lejos parecía funcionar, se modificaría tras la expulsión para visible frustración del uruguayo. En el eje del equipo Luis García Plaza reservó al tocado Blanco (se notó) para dejar el timón a un desacertado Guevara y a Guridi, mientras que Carlos Martín y Carlos Vicente ocupaban las bandas por detrás de Toni Martínez. Ante un rival donde Chavarría y Óscar Valentín eran las novedades de Iñigo Pérez.
Una indigestión mayúscula resultó el arranque del choque de un Alavés nervioso y desorientado. Como de equipo levantado de la mesa tras ingerir cocido madrileño, segundo y postre. Por la derecha, por la izquierda y hasta la cocina entró un Rayo Vallecano intenso y afilado. Parecía que el cuadro albiazul se movía sobre un suelo húmedo. Si no llegó desde el inicio el resbalón que se vislumbraba fue gracias a la mala puntería de Camello y a la intervención de Sivera ante Isi. También a esa pizca de fortuna en rechaces y rebotes para sacar el paraguas ante la tormenta. Apenas un cuarto de hora de juego y sensación de orfandad ante un oponente encendido.
Todo cambió cuando Mumin, en un error de bulto, cazó a Toni Martínez en un balón donde el central disponía de toda la ventaja. Ese soplo de aire para que el Alavés se sacara de encima la galbana que le acompañaba y tratara de quitarse las legañas. Lo intentó Luis García Plaza con la incorporación de Jordán por Mouriño para volver a defensa de cuatro y tratar de poner orden y criterio en el eje. Pero los mejores tiempos de Jordán se encuentran lejos. Difícil es, resulta cierto, moverse entre las arenas movedizas de los nervios que engullen a este Alavés. Una escuadra que hasta el descanso apenas inquietó a un adversario en inferioridad. Para entonces ya emergía el lateral local Andres Ratiu. Un cohete que entraba y salía de la atmósfera defensiva albiazul por donde quería.
Sin reacción
Había tiempo. Había partido de sobra para despertar. Y lo hizo el Alavés durante un cuarto de hora inicial de la segunda mitad donde acumuló llegadas y ocasiones. Apareció un hasta entonces apagado Carlos Vicente y también Carlos Martín. El primero topó con el meta tras escaparse solo desde el centro del campo. El tipo de ocasión, donde no apuró sus opciones, que marca partidos. Entró después Stoichkov para ver si alguien ponía algo de sentido al juego posicional. Porque casi todas las ocasiones habían llegado a la contra. Tampoco se elevaron los registros futbolísticos alavesistas. La salida de Embarba y Gumbau y la posterior de Aridane otorgaron fuerza física a un Rayo hasta entonces menguante. Y Villalibre, el último recurso de un Luis García Plaza que solo introdujo tres cambios, apenas dispuso de un remate final.
Después de que el conjunto madrileño encontrara el afortunado resquicio para marcar, todo lo que le faltó en el inicio lo halló en el minuto 79. El rebote en la mano de Sivera para introducir el balón en su portería tras una notable parada inicial del meta albiazul. A partir de ahí, algo de lo más preocupante, otra bajada de brazos y festival del Rayo, que pudo aumentar la cuenta. De nuevo al diván del psicoanalista. De nuevo a preguntarse si este Alavés es capaz de enderezar de inmediato un curso que comienza a torcerse de manera preocupante.
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