Sin puntería para escapar de un escenario incómodo

Jon Aroca

Lunes, 10 de abril 2023, 23:53 | Actualizado 23:58h.

Comenta

Luis García anunció cambios en la previa del encuentro de ayer. Pero no fue así. El entrenador repitió pieza por pieza los once jugadores del triunfo albiazul contra el Huesca de la semana pasada. Una situación que no se producía desde hace más de dos meses. La última vez que el técnico vitoriano dio continuidad a su equipo fue en los triunfos contra el Mirandés y el Eibar. El mismo que ayer, pero con una modificación: entonces el elegido en punta fue Sylla.

La duda sobre quién iba a ser el delantero contra el Andorra era la gran incógnita de la previa. A lo largo de las últimas semanas, García ha probado a los tres puntas del equipo. Anoche optó por repetir su apuesta por Miguel. Un perfil más móvil, con capacidad para asociarse en el juego combinativo pero que también se maneja bien al contragolpe. Además, una figura valiosa a la hora de presionar al rival, una faceta desigual durante el encuentro.

Apenas bastaron unos minutos de partido para confirmar el guion que con toda probabilidad se intuía en la previa del encuentro. El Andorra fue durante todo el encuentro amo y señor de la posesión. Al primer cuarto de hora ya superaba el 80%; terminó el partido con un 72%. Mucho de ese tiempo fue de control infructuoso, de interminables pases entre los centrales y un ritmo plomizo que apenas inquietó al Alavés. Pero instantes en los que el equipo vitoriano no pudo tener la pelota ni generar peligro sobre la meta rival. Solo el desgaste mental de verse persiguiendo la pelota.

Tampoco estuvo lúcido el Alavés al comienzo cuando la pudo recuperar, muchas veces en su campo y zonas en la que era difícil superar a un contrario con muchos rivales por delante del balón. Ahí le faltó calma y, ante la presión, se encomendó rápido a los balones en largo. Una fórmula sin efecto que devolvió rápido la iniciativa al adversario. Al Andorra le faltó pegada para aprovechar sus altas cuotas de posesión, pero generó las mejores ocasiones a balón parado. Una faceta más igualada sobre el papel que como se vio en varios tramos de la primera mitad.

La jugada polémica del partido se produjo en el minuto 34. Entonces el Alavés pudo lanzarse rápido en transición y Miguel, tras una buena maniobra de espaldas, logró filtrar un pase a Jason que el gallego cruzó con tino. Cuando se disponía a celebrar el gol, el árbitro levantó la mano. Fuera de juego. Pero quedaba el contraanálisis del VAR. Este tipo de acciones, según el reglamento, se solventan por medio de herramientas técnicas. El videoarbitraje dibuja unas líneas que determinan si el atacante está o no en posición antirreglamentaria.

Pero pronto se vio que la jugada era milimétrica. El propio colegiado, mientras esperaba indicaciones -en este tipo de acciones no puede acudir al monitor-, dirigía gestos elocuentes a los jugadores: «es muy justa», se leía en sus labios mientras marcaba ese pequeño trecho con sus dedos. Así pasaron varios minutos. Con el VAR incapaz de determinar sin dudas si era o no fuera de juego. Acabó pitando una situación antirreglamentaria indistinguible para el ojo humano. Las líneas que mostró la realización televisiva, de diferentes colores para delantero y defensa, estaban superpuestas. El Alavés se quedó sin premio por milímetros.

El descanso cambió la cara al Alavés. Entonces se vio a un equipo más ofensivo, instalado en campo contrario y generando ocasiones desde los costados gracias a una presión efectiva. Sobre todo en la izquierda, con un Javi López fresco que pudo dar profundidad al ataque. Suya y de Miguel fueron las mejores ocasiones. Entonces el Alavés también pudo salir a la contra y generar buenas opciones. Pero no acertó y, al tiempo, el Andorra recuperó el control. Los vitorianos, más cansados, fueron ya incapaces de volver a revertir la tendencia.