Gracias, míster Pellegrino
El 'flaco' consiguió que el equipo fuera de menos a más de una forma vertiginosa, tanto en la liga como en la Copa
Carlos Martínez
Lunes, 29 de mayo 2017, 23:00
Finalmente, el técnico argentino comunicó ayer, ya después de la final copera, que abandonaba el Alavés para regresar a su tierra natal. Desde fuera no se suele ver la dureza personal que supone para un profesional trabajar tan lejos de casa, por mucho dinero que ganes. Tampoco sé si se le ha ofrecido aquí el suficiente para considerar otras ofertas, porque hay que reconocer que su caché ha subido como la espuma. Soy el primero que no lo veía claro cuando fichó el año pasado, con tan poca experiencia como entrenador en el Valencia, por mucho que como futbolista hubiera jugado en el Barça. Y también en el Alavés, lo que era importante porque por lo menos sabía a dónde venía.
Por eso, no termino de entender esa ansia por fichar preparadores del otro lado del charco, que no conocen nuestra Liga, por mucho que tengan proyección para comerse el mundo. Y más, cuando hay que volver a repetir la hombría de armar una plantilla totalmente remozada. Aquí radicó la habilidad del flaco, que con su discreción y la buena vista del director deportivo, Sergio Fernández, supo conjugar tanta pieza. Sobre todo, gestionar un grupo con cada jugador de su padre y madre y tenerlos metidos toda la temporada en esa dinámica de grupo fundamental. Esa piña, con grandes revelaciones y también algunas decepciones -todos conocemos cada nombre-, pero con todos los jugadores tirando del carro. No fue fácil desde el principio ir seleccionando la cosecha e incluso salvar la más desfavorecida.
Entiendo que ha sido muy listo para saber aprovechar cada uno de los recursos que profesionalmente le ha facilitado el club. Consiguió que el equipo fuera de menos a más de una forma vertiginosa, tanto en la liga como en la Copa. Con una idea innegociable de jugar en conjunto, partiendo de la solidez defensiva, pero a mi parecer, con una pequeña falta de valentía atacante. Es verdad que los delanteros que marcan goles hay que pagarlos, pero hay momentos clave -como la finalísima copera ante el Barça-, que la historia demanda arriesgar un pelín más. Y eso que ya preconizó antes, fruto de su instinto, la ausencia del VAR (videoarbitraje asistencial), que hubiera anulado el gol del desempate culé. Pero me quedo con que su impronta ha permitido ilusionar de nuevo a todo el alavesismo, adormecido desde la otra final de Dortmund.
Y se ha vuelto a constatar el ejemplar comportamiento de la afición albiazul, que entre ambas finales bajó a los infiernos. A la tercera final será la vencida, pero a esta segunda oportunidad tras la ley concursal no se le puede volver la espalda. Y me refiero sobre todo a la gestión, no tanto económica, sino deportiva, de una entidad que necesita reconocerse a sí misma. Tiene que llegar el momento de construir una base sólida, no sólo a merced de que entre la pelotita, y que cada temporada mantengamos e incluso ampliemos la columna vertebral. Lo siento, pero insisto en mirar a nuestros vecinos, porque tanto Real, Athletic e Eibar intentan evitar experimentos que comprometan su viabilidad futura. ¡Beti Alavés!