Desde el otro lado de las trincheras
El equipo albiazul, a punto de desaparecer en 1936, recuperó exjugadores como Antero y Quincoces
En toda guerra, y en especial en los conflictos civiles, la propaganda es fundamental para animar a los propios y denigrar a los enemigos. Esto ... es lo que sucedió en la Guerra Civil española, donde el combate propagandístico afectó también al deporte. En el caso vasco, tanto en el área controlada por el Gobierno de Euskadi como por los sublevados se organizaron partidos o competiciones para dar sensación de normalidad, hacer propaganda y recaudar fondos. A veces, la prensa editada al otro lado del frente informaba sobre estos eventos, negando que se hubieran disputado o haciendo mofa de ellos, para desacreditarlos. Y es que la propaganda incluía la desinformación sobre lo que sucedía en el otro bando.
Así, desde Vitoria, 'Pensamiento Alavés' destacó en tono de broma que, en pleno ataque franquista contra Bilbao, el Gobierno vasco trataba «de organizar un programa de carreras pedestres o de autos. En esta hora suprema nos parece lo más acertado». Otros diarios de la zona sublevada calificaron de «ratas» huidas a los futbolistas del equipo Euzkadi, que recorrió varios países de Europa y América haciendo propagan da para el Gobierno del lehendakari Aguirre.
En el bando contrario, el Deportivo Alavés, que estaba a punto de desaparecer en 1936, renació gracias al inicio de la guerra, pues muchos jugadores profesionales, incluyendo algunos antiguos albiazules, se concentraron en Vitoria, al ser un importante centro militar, y recalaron en el club albiazul. El nuevo Alavés jugó varios partidos amistosos en la temporada 1936-37, incluyendo algunos contra el Donostia (la Real Sociedad) que, ya iniciado el conflicto bélico, recuperó su nombre original, prohibido por la República en 1931.
La prensa nacionalista vasca de Bilbao se hizo eco de estos choques, tratando de menoscabarlos, pues podían interpretarse como una demostración de que la mayoría del fútbol vasco estaba con los sublevados. Además, acusó al Alavés de haberse convertido en un 'cementerio de elefantes', al haber recuperado parte de sus antiguos jugadores, como Antero o Quincoces, como solución para no desaparecer. Ironizó incluso con que también podría haber jugado su antiguo manager, García de Salazar, que en esta época tenía ya cincuenta años.
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Así, el diario 'Excelsius' publicó el 1 de enero de 1937 un titular con muchas comillas, dando a entender que no se creía nada: «Hoy, en Mendizorroza, 'un' Donostia y 'un' Deportivo Alavés»: «Hemos sorprendido un radiograma cifrado. Dice que hoy por la tarde en el campo de Mendizorroza, de Gazteiz, se jugará un partido entre el Donostia y el Deportivo Alavés. Con este equipo se alineará de medio centro Antero. Y Quincoces. Y... ¿Amadeo García Salazar? Qué afán retrogradista ('cavernícola') el de los fascistas. Para hacernos 'retroceder' años recurren al 'espejismo' que tratan de conseguir mediante el concurso obligado –por decreto– de los abuelos del fútbol». Tampoco el Donostia tenía muchos jugadores, pero «¡misterios tiene el fascismo, que sabrá hacer el milagro! Son capaces de conseguir un equipo a tiros y presentarlo esta tarde en Vitoria».
El 7 de junio de 1937, tan solo doce días antes de la conquista de Bilbao, 'La Tarde' informaba de la victoria del Alavés contra la Real, de nuevo con comillas, criticando así la recuperación de su nombre original: «En un periódico donostiarra hemos leído que en el campo de Mendizorrotza, en Vitoria, se celebró el domingo pasado un partido de fútbol entre el Deportivo Alavés y la 'Real' Sociedad de San Sebastián. El encuentro terminó con la victoria de los alaveses por dos tantos a uno. La sorpresa no tiene límites. El Deportivo Alavés, desaparecido definitivamente, ha vuelto a surgir, y en un plan tan 'brillante', que ha vencido nada menos que a toda una 'Real' Sociedad de San Sebastián. ¡Cuidado que ocurren cosas raras en el campo faccioso!». De este modo, las noticias sobre el Alavés publicadas en zona republicana se convirtieron en mera propaganda.
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