El Alavés en el viejo San Juan

Tal y como señaló la prensa vitoriana, «la animación para acudir el domingo a Pamplona es grande. Autobuses poderosos 'ocho cilindros' y demás vehículos de alimentación 'Campsa' formarán cadena blanquiazul sobre los noventa kilómetros de brea estirada que nos unen con la vieja Iruña». La Compañía de Automóviles de Álava organizó un servicio especial a Pamplona con precios que oscilaban entre las siete y las doce pesetas dependiendo de si los asientos eran de banqueta, delantera, interior o berlina.

El favorito era el Alavés, que se había proclamado campeón de Vizcaya y acababa de ascender a Primera División, hasta el punto de que 'La Voz de Navarra' ya no lo consideraba un equipo modesto: «Emocionante es la pugna: de un lado, el campeón de Vizcaya y de la Segunda División de la Liga; de otro, el campeón de Navarra. Un equipo de campanillas y otro modesto que solo aspira a dejar a buena altura el pabellón rojo que representa». Sin embargo, desde Vitoria se llamaba a la prudencia: «El Deportivo Alavés no puede mecerse sobre el 3-1 obtenido en Mendizorroza. Con otro equipo hasta podría vivir de las rentas, pero con el Osasuna en su propio campo no. Las características del juego de los 'rojos' les permiten avances de gran peligro por su admirada rapidez, que no decae a través de toda la hora y media».

Al final, los pronósticos se cumplieron y el Alavés se impuso 0-1 gracias a un gol de Olivares a los tres minutos de juego. Este tanto hizo que «el Deportivo supiera a qué atenerse, desarrollando hasta el final un juego preciso y sosegado, que aumentaba en efectividad en razón directa con el nerviosismo osasuntarra».

Uno de los jugadores navarros, Martín Muguiro Aguirrebarrena, cuya carrera se vería truncada por una herida sufrida en la Guerra Civil, donde fue voluntario del bando vencedor, acompañó su juego con palabras dirigidas al público y a los jugadores alavesistas. 'Heraldo Alavés' comparó su actitud parlanchina con la del político conservador Miguel Maura, monárquico reconvertido al republicanismo que ese día había dado un mitin en Pamplona: «Muguiro, futbolista parlamentario, multiplicó su oratoria envenenado sin duda por Maura, que por la mañana dirigió su palabra a los republicanos navarros. Muguiro no hizo ayer tarde otra cosa que hablar: a los hinchas rojos los tuvo negros».

Al principio hubo aplausos para los dos equipos, pero la tensión se incrementó según se endurecía el juego. También al árbitro, Comorera, fue silbado por los aficionados locales. Aunque la prensa vitoriana calificó su actuación de correcta, el ambiente contra él se caldeó al final, al «comenzar el público a saltar al campo con apetitos de trencilla y silbo; aparecen primero los guardias de a pie y luego los de a caballo que, con sus 'razones', despejan el terreno de juego».

La prensa de Pamplona admitió que el once vitoriano había sido fue mucho más práctico que Osasuna gracias al tempranero gol de Manolo Olivares y a la buena labor de su portero Tiburcio Beristain y de sus dos defensas, Ciriaco y Quincoces, «la pareja de 'backs' más formidable que hoy por hoy juega en los campos españoles!». En concreto, Quincoces recibió algunos pitos al inicio, pero «al final el público no pudo más y aplaudió entusiasmado», en especial por «unos despejes malabares que entusiasman a la multitud».

En resumen, desde Pamplona se reconoció que el Deportivo Alavés «hizo gala de sus maestrías y de sus fenómenos: uno de los pocos equipos que tiene fenómenos de verdad. Que llegue hasta ellos la felicitación deportiva que merece su labor en el terreno navarro».