Mallorca 0-0 Alavés
El Alavés logra un sabroso punto lejos de casaEl equipo albiazul domina primero sin filo y sobrevive después a una pobre segunda mitad gracias a Sivera para empatar ante un rival directo
Dice la ecuación futbolística que la clave para conseguir resultados reside en aprovechar los mejores momentos y reducir daños en los peores. No le dio ... al Alavés para rentabilizar una notable primera parte de dominio y superioridad, pero sí al menos para resistir ante el Mallorca cuando llegaron los problemas. Como las dificultades y graves se vivieron durante una pobre segunda mitad de ocasiones claras para los baleares, el cuadro vitoriano salió de Son Moix con un punto sabroso.
El recolectado ante un rival directo. De esos empates donde el aficionado observa la elasticidad del tiempo, que parece detenerse en segundos eternos. Pero sobrevivir a una tarde gris, esta vez gracias al protagonismo de Sivera, siempre es agradable. Sin que el aceptable resultado nuble la realidad de un equipo albiazul tan competitivo como por momentos espeso y desajustado tras el descanso.
Mallorca
Rajkovic; Sánchez (m. 45, Larin), Gio (m. 75, Maffeo), Raíllo, Valjent, Jaume Costa (m. 66, Lato); Darder, Mascarell, Samu Costa (m. 66, Morlanes); Abdón y Ndiaye (m. 85, Llabrés).
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Alavés
Sivera; Gorosabel, Abqar, Marín, Javi López; Guevara (m. 82, Benavídez), Blanco; Rioja (m. 74, Duarte), Guridi (m. 74, Hagi), Abde (m. 67, Sola); y Samu (m. 82, Kike).
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Árbitro: Figueroa Vázquez.
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Incidencias: 15.090 espectadores.
No será sencillo, es cierto, conseguir el primer triunfo lejos de Mendizorroza. Ayer llegó el tercer punto en ocho partidos. Venía el cuadro alavesista de un entonado duelo ante el Granada, pero topó con otra Liga. La de los conjuntos duros como el pedernal. Aunque el Alavés controló y jugó con calidad durante muchos minutos antes del descanso, apenas hubo llegadas claras. Un disparo de Rioja y poco más. Y es que Getafe, Mallorca y Cádiz, cada uno con sus peculiaridades, conforman el trío de equipos ingratos en esta competición. De esos que rara vez encajan goles por errores propios. De esos que 'rascan' en los duelos individuales y alinean centrales plenos de concentración. Por ahí fue engullido un Samu desaparecido. Y ya se sabe que, salvo circunstancias extrañas, sin las apariciones de Samu no hay fiesta ofensiva.
El Mallorca tímido y hasta desconcertado de la primera mitad se convirtió en un equipo muy peligroso por obra de la entrada de Larin. Por suerte, el canadiense sigue sin marcar su primer gol en la Liga y el conjunto isleño sin conseguir su primera victoria en casa. No se puede decir que no la buscara en una segunda mitad de dominio. A consecuencia de la entrada de ese segundo potente delantero, aunque también con la sensación de película repetida. Y es que el Alavés es un equipo concienciado para salir al césped enchufado con el objetivo tratar de deslumbrar al rival a través de su presión alta y sus ataques fulgurantes. Pero también con la certeza de que el esfuerzo físico se paga y el ritmo de rock dura los acordes justos.
Larin cambia el duelo
Luis García Plaza había optado por repetir equipo tras el notable rendimiento de la semana anterior. Javi López mantenía así su puesto en el carril zurdo de la defensa con Abde por delante y Rioja a pierna cambiada en la banda derecha. El habitual trío Guevara-Blanco-Guridi era el esqueleto del equipo y Samu el teórico colmillo. Ante un adversario atenazado de inicio por su mala racha y donde su técnico Aguirre modificó su esquema de tres centrales para pasar a una defensa de cuatro. Funcionó el Alavés con brío, aunque escaso de filo. Más acercamientos que ocasiones claras. Aunque Gorosabel, tras un rechace, topara con el larguero en un centro o Abqar no atinara con la portería tras una falta lanzada por Guevara. El vitoriano inició el duelo con exquisiteces, igual que Blanco o Rafa Marín, pero también cometió algunas pérdidas peligrosas. Más de las habituales.
Casi todo acababa sin remate cerca del área del Mallorca, que después respondería con oportunidades demasiado claras. Sivera sacó una de Darder y dos más de Larin. Un pie salvador primero y unas manos más tarde para tapar el intento de vaselina. En cualquiera de estas acciones pudo irse el duelo. Salió esta vez cara. En un duelo trabado y de pisotones varios sobre el césped. Pocas veces castigados en el caso del conjunto local. Claro que un empujón de Benavídez sobre Raíllo en los instantes finales heló la sangre albiazul. Sigue sin controlarse el uruguayo, últimamente caballo desbocado y peligroso para su propio equipo cada vez que salta al césped. Demasiada fogosidad incontrolada.
Ya habían aparecido en el campo también Sola, Hagi, Kike García y Duarte, este último para meter un tercer central. Ni así, salvo en unos últimos instantes vividos en el área rival, logró el Alavés contener realmente al plantel mallorquín. Vivió de sacar balones del área y de esa fortuna o habilidad de rebañar cada rechace al límite. Un jornada discreta en la oficina. Poco que objetar, en cualquier caso, a un equipo albiazul que con mejores y peores días va añadiendo peldaños a la escalera de la permanencia.
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