Lo primero es lo segundo

Ya se sabe por definición futbolística que los delanteros ganan partidos y las defensas campeonatos. La máxima balompédica que traducida al román paladino albiazul quiere decir que sin un control razonable de daños en el área propia no hay posibilidad de temporada tranquila. Vamos, que es más probable que Foronda acoja vuelos transoceánicos en breve a que la escuadra albiazul mantenga una posición holgada en la tabla mientras encaja casi dos goles (1,8) por partido. Es decir, la media actual.

Así que urge reparar un sistema defensivo averiado. Lo primero es lo primero. Aunque en situaciones de urgencia lo primero suele ser lo segundo. Es decir, puntuar este sábado en Vallecas para cortar con una dinámica peligrosa. La que a base de derrotas acaba por socavar la confianza del equipo, minar el aspecto anímico individual y, por tanto, afecta al rendimiento.

Mejorar defensivamente es, al menos en una parte importante y al margen de las características de los futbolistas, una cuestión de orden y contundencia. Son buenas noticias. En definitiva, aspectos que se pueden trabajar y que el Alavés de anteriores ejercicios dominaba bajo la dirección de Luis García Plaza. Todo hace indicar que el cuadro vitoriano, sensiblemente remodelado en la zaga y lógicamente aún escaso de cohesión, debe ganar consistencia con el paso de las jornadas. Más complicado o casi imposible resulta cambiar el guion cuando lo que falta es calidad y goles. No parece el caso albiazul de esta campaña.

Y cómo no estar atentos a la conversación del pasado viernes entre Valentín (Pizarro Gómez) y Mario (Melero López). Ese entrañable audio entre árbitros desvelado por la Liga y que teóricamente se aporta para la transparencia de las decisiones polémicas. «Mario, mira, te voy a recomendar una revisión para que veas que en el disparo a puerta de cabeza le da en el brazo a Guridi». El VAR solicitando y cosiguiendo el penalti que rompió el partido en una acción que en ningún caso debería interpretarse como error del colegiado y, por tanto, considerarse como rearbitrable.

El VAR corroborando, en realidad, la posible existencia de un problema de dioptrías. Tras obviar minutos antes la zancadilla sobre Conechny en el área del Valladolid y ser capaz de ver que el balón golpea en la mano de Guridi y que el cabezazo se dirige a puerta. Uno, no lo puede evitar, se imagina a Pizarro Gómez con dificultades para discernir la primera línea de letras en la consulta oftalmológica. Las grandes. ¿S o Z?, Uff, no sé.

Ya entre Jesús (Trujillo Suárez) y Alejandro (Quintero González) retiraron a Aspas una roja de libro en los primeros minutos frente a los albiazules que hubiera cambiado por completo el choque de Vigo. Ya entre Jorge (Figueroa Vázquez) y Alejandro (Muñiz Ruiz) se merendaron la agresión de Endrick a Mouriño y, de postre, por dos veces la segunda tarjeta a Vinicius, también en el Bernabéu. Más vale que el Alavés aprenda. A convivir con todo esto sin salirse de los partidos. Lo va a necesitar.