Deportivo Alavés
Las otras finales ligueras del AlavésAcostumbrado a vivir sobre el alambre, su afición recuerda resultados decisivos ante la Real Sociedad en 2008 o el Jaén en 2014
Con las cuentas tan claras como las tiene, el Deportivo Alavés se agarra a sus argumentos para lograr el ascenso. Los futbolísticos, pero también ... los emocionales. De eso sabe un rato. Su gente lo volvió a impulsar en Mendizorroza el sábado con la mejor cifra de asistencia de la temporada. En ese apoyo incondicional también hay espacio para la memoria. Para recordar otros momentos a cara o cruz en los que el equipo vitoriano ya encontró el tan valioso premio. También los hay negativos, zarpazos sin respuesta posible, pero la ola anímica albiazul empuja hacia repetir otra noche épica.
Las hay desde los años treinta, cuando tuvo que esperar hasta la última jornada para certificar su primer ascenso a la máxima categoría. O el triunfo contra la Real Sociedad -el del perdón de De Pedro- que evitó la promoción de descenso en 1999. Pero también en este siglo, frescos en la memoria de varias generaciones de aficionados colgados de la televisión, radio o brazo del compañero de butaca en el estadio hasta el último segundo. Pero dos son especialmente memorables por introducir en la ecuación un elemento propio de cualquier partido épico: una remontada con gol sobre la bocina para conseguir el objetivo. Así sucedió contra la Real Sociedad en 2008 como local y en la visita de 2014 al Real Jaén.
Aunque solo el segundo fue, propiamente dicho, un encuentro a cara cruz. El primero era también una semifinal, como definió el viernes Luis García el encuentro de un día después ante el Málaga. Es decir, era obligatorio derrotar a los vecinos donostiarras, pero eso no aseguraba en absoluto la permanencia albiazul en Segunda. Con el componente, ya en primer plano tras estar durante meses sobrevolando la ciudad, de un descenso que habría supuesto con toda probabilidad la desaparición del club.
Pero el Alavés cumplió. Y, días después, su triunfo en Vigo le dio la tan sufrida permanencia. En Balaídos también le tocó remontar un gol inicial, pero ni la forma de hacerlo ni las exigencias del rival fueron las mismas. Ese Celta estaba ya salvado y sin nada en juego más allá del honor. Aunque sí fue grande la tensión de tener que depender de otros resultados para confirmar una permanencia que se empezó a ver posible días antes, contra la Real Sociedad.
Ese día, entonces sí, lo tuvo todo. Un campo lleno hasta la bandera con el ambiente inigualable de derbi. Y dos equipos en plena pelea por sus objetivos. El de la Real era volver a Primera tras un traumático descenso. El albiazul, sobrevivir. Por esa diferencia de talento el partido fue sufrido. Con golpe inicial de la Real, empate albiazul y el 1-2 con apenas veinte minutos por delante. Pudo sentenciar la Real en un mano a mano, pero el partido entró con vida en el momento decisivo. En el 92, ya a la desesperada, Toni Moral conectó con Jairo para lograr el empate, aún insuficiente. Con minuto y medio por delante donde hubo tiempo para otro gol. El de Moral, tatuado en la memoria albiazul.
En ambiente hostil
Seis años después, el protagonista de otra salvación épica fue Guzmán Casaseca. En ese tiempo, al equipo le había dado tiempo a descender a Segunda B, darse innumerable baños de realidad sin encontrar la puerta de salida, volver al fin al fútbol profesional y trastabillar a lo largo de una temporada que dejó todas sus opciones a un cara o cruz contra otro aspirante a la permanencia. El mismo Jaén al que birló un año antes el ascenso por la vía rápida y que clamaba venganza. Además era lejos de casa, en un ambiente del todo hostil. Y había que esperar otros resultados.
El choque, tenso, no se abrió hasta la segunda parte. De nuevo, el Alavés estaba obligado a remontar. Pasaban los minutos y todo seguía igual. En el 82, Juanma marcó el 1-1. Instantes después, Quiroga se apoyó en una carambola para marcar el segundo albiazul. Sin tiempo para celebrar llegó el empate. A nadie le valía. «Le dije al árbitro que dejara jugar hasta que alguno metiese», recordaba el albiazul Borja Viguera hace un año en EL CORREO. Lo hizo Guzmán, con otra jugada para el recuerdo que alimenta las ilusiones presentes.
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