El Alavés que también tumbaba a los 'vikingos'
Mendizorroza vivió hoy hace 25 años su primera gran noche europea tras eliminar al Lillestrom (5-3 en el global) y certificar el pase a los dieciseisavos
Todo estaba de cara. El Alavés traía una renta más que maja (1-3) del partido de ida, la eliminatoria se decidía en Mendizorroza y ... el Lillestrom había terminado la liga, por lo que podía acusar la falta de ritmo competitivo. Y, sin embargo, en la previa José Manuel Esnal, Mané, torcía el bigote. El entrenador albiazul no se fiaba de esos bicharracos noruegos, como el que veía desde su aldea la llegada de los vikingos. Que a pocas horas del encuentro los futbolistas 'canarios' (apodo que se ganaron por el color amarillo de su camiseta) jugasen en el hotel a las cartas, como quien no quiere la cosa, no invitaba a estar tranquilo. Algo tramaban.
Publicidad
Mané era consciente de ese plan secreto. Así que más allá de tácticas y pizarra, su directriz fue clara: «Nos dijo que saliésemos a presionar, a morder arriba. Teníamos que evitar que se pudiesen meter en la eliminatoria en los primeros minutos», recuerdan Antonio Karmona y Magno Mocelin, protagonistas de esa primera gran noche europea en Mendizorroza a EL CORREO. Dicho y hecho. La tropa albiazul obedeció al general y asestó el primer golpe a las primeras de cambio. No dieron tiempo ni a que la moneda del árbitro Attila Hanacsek se recompusiese del mareante sorteo.
A los 35 segundos, Magno puso por delante a los albiazules, que vistieron de rosa en aquella noche. «Hay goles que no se olvidan». No es para menos, era el primer tanto europeo del Alavés en Mendizorroza. «Recibí el balón dentro del área, superé al portero con un 'sombrero' y rematé a placer de un cabezazo. Pero lo más importante fue que nos sirvió para adelantarnos rápido», apunta el atacante, desde la playa Canoa Quebrada de Brasil. «Aquí estamos a unos 30 grados». Nada que ver con la gélida sensación térmica que azotó Vitoria aquel 9 de noviembre. Y no sólo por el termómetro, también por la entrada en el campo. Mendizorroza registró 10.307 espectadores. Un frío escenario propicio para los jugadores nórdicos, como demostraron.
No era casualidad que Mané avisase del peligro del Lillestrom. «La eliminatoria no está resuelta», dijo en la previa. Ni siquiera el tanto de Magno terminó de matar a los 'canarios', empeñados en recobrar el pulso. A los cuatro minutos de juego, Strand devolvió la igualada al marcador tras un centro inofensivo que terminó por asestar una puñalada tras un bote que sorprendió a Martín Herrera. Un aviso a navegantes que puso las orejas tiesas.
Publicidad
«Las noches europeas en Mendizorroza eran muy bonitas. Fuimos unos privilegiados», confiesan Karmona y Magno
Sonaron tambores de guerra. Y el bombardeo comenzó a resultar más insistente. La temida tormenta llegó a Vitoria. «Llamaba mucho la atención el juego directo que buscaban desde el principio. Ya lo intentaron en el partido de ida. Era su arma más fuerte», recuerda Karmona, que trató de abrir el paraguas para capear el chaparrón junto a Téllez y Eggen. Un reto de altura, en el sentido literal de la palabra. «Tenían jugadores para practicar ese juego directo, con hombres tan altos como nuestro Eggen», compara. Por cierto, este último también noruego y con una planta de 1,91. Casi nada.
De manera que del bolsillo sacaron todas las herramientas posibles, legales o no, para desactivar a los atacantes del Lillestrom. Esos tiempos en los que el VAR no existía y se empleaban «tretas» para amargar la existencia al adversario. «Pufff... En el campo había de todo: muchos agarrones, bloqueos... ese otro fútbol para que su juego fuese menos cómodo», recuerda Karmona. El central, curtido en mil batallas, no olvida aquel titánico duelo en Mendizorroza.
Publicidad
El bocadillo de Contra y Cruyff
El descanso fue un aliado. Una oportunidad para reajustar piezas. Pero también un respiro efímero. Vuelta la acción y gol del Lillestrom. Los noruegos se pusieron a un tanto de mandar la eliminatoria a la prórroga. Pero lo cierto es que todo entraba dentro de los planes. «Baah... No había miedo. Teníamos plena confianza en nuestro juego», asegura Magno, rebajando esa tensión que invadía a las gradas. Aunque no todas las localidades. Sus palabras van en serio. Contra y Cruyff, fuera de la convocatoria para dosificar las cargas, en el descanso estaban tranquilamente comiendo un bocadillo, algo difícil de pensar en el fútbol actual con dietas tan apretadas como un corsé.
Porque cuando peor se ponía la cosa resurgió el mejor Alavés. Ese equipo de garra y entrega. Que peleaba cada balón. Y que lo volvió a demostrar a través de Epitié. El delantero albiazul ingresó al partido en el momento más delicado y debutó de la mejor manera, con gol. Tras un barullo dentro del área con Iván Alonso, el meta Baron y Astudillo como protagonistas, el ariete demostró su olfato de cara a puerta y firmó un estreno soñado.
Publicidad
Un tanto para la tranquilidad. Y para empezar, ahora sí, a celebrar el pase de ronda (el marcador global era 5-3). Pese al empate final, aquella fue la primera gran noche europea de Mendizorroza. «La primera de muchas. Ahora miras atrás y valoras lo privilegiados que fuimos», confiesa Karmona. «Las noches en 'Mendi' eran muy bonitas, especiales», añade Magno. La celebración en el vestuario dio paso a la tradicional cena de los jueves. En aquella ocasión con ronda extra.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión