El Alavés tiene su primera batalla por el sueño europeo
El conjunto albiazul inaugura la segunda vuelta en la trinchera del Coliseum, donde el Getafe busca aferrarse a los puestos de cabeza en el duelo entre revelaciones
No se sabe muy bien dónde está la frontera que permite comenzar a hablar de metas más ambiciosas que la permanencia. Nadie discute que el ... único objetivo que se le puede exigir al Alavés es la salvación, y que la temporada será ya exitosa si la consigue con un margen razonable, sin urgencias ni estrés. Abelardo y sus jugadores, con buen criterio, mantienen el mismo molde en su discurso desde agosto, salvo contadas excepciones que alzan la mirada de manera casi inconsciente. Recuerdan que solo miran al próximo encuentro, que cualquier otro pensamiento puede contaminar la mentalidad y la dinámica del vestuario, más sagrada que nunca ahora que funciona como un reloj. Resulta, sin embargo, que el partido más inmediato le medirá a uno de los conjuntos que más caras vende sus derrotas, que es a la vez su más inmediato perseguidor y que, por lo tanto, el permitiría abrir una brecha considerable con la primera plaza que no da acceso a Europa.
Visitar a un equipo de Bordalás le obliga a uno a colocarse un casco y prepararse para lo peor casi por puro instinto de supervivencia. Bien lo sabe el Alavés, convertido en una roca que corría por una pendiente y arrollaba a cualquiera en el año de su último ascenso. Y ahora, en su tercer curso al mando de los madrileños, el segundo en Primera, ha perfeccionado una máquina de exprimir sus llegadas y los errores del rival. Solo ha encajado una derrota desde principios de noviembre, y fue en un partido ajustadísimo contra el Barcelona (1-2). Es su manera de brillar en una Liga diseñada para rebeldes.
El Alavés aventaja ahora en cuatro puntos al Getafe, sexto, y en seis al Betis, séptimo, por lo que un eventual triunfo le asentaría en las plazas europeas hasta bien entrada la segunda vuelta. Soñar con un triunfo en el Coliseum, sin embargo, es casi como querer dar un paseo por las nubes, ya que los azulones se comportan como un bloque rígido, que evita cualquier riesgo y mantiene una efectividad apabullante en sus jugadores ofensivos. No se equivoca Abelardo al buscar similitudes entre su equipo y el de Bordalás, que emplean el mismo sistema, una filosofía similar y un rendimiento igual de inesperado. Los albiazules, eso sí, despliegan un fútbol algo más alegre y escalonado, al menos hasta acercar la pelota hasta la banda.
Sin Laguardia
Tras solventar su dura prueba ante el Girona en Montilivi, donde tuvo que sobreponerse a las ausencias del traspasado Ibai y al lesionado Jony, el Alavés afrontará ahora un nuevo hándicap. A la falta de sus extremos titulares se une ahora la de Víctor Laguardia, su jefe y estandarte defensivo, por acumulación de tarjetas amarillas. No se trata de encender las alarmas y lanzar gritos de socorro, porque Abelardo cuenta con dos recambios (Ximo y Maripán) que han alcanzado un excelente nivel en lo que va de curso, pero la baja de Laguardia no se traduce solo en poderío aéreo o habilidad en el corte, sino en la personalidad y la gestión de toda la retaguardia, el pilar básico del éxito albiazul.
El parte de bajas, al que se suma Adrián Marín por lesión muscular, puede llevar a Abelardo a variar su esquema para protegerse. Y es que Burgui y Sobrino poseen un claro perfil ofensivo y no se encuentran tan cómodos en labores defensivas, a lo que se une ahora la pérdida del puntal defensivo por sanción. El Pitu, en este sentido, mantuvo la apuesta por su sistema habitual ante el Girona, aunque acabó con Brasanac en la banda derecha y con cinco defensas después. El dibujo que mostrará el conjunto albiazul, por lo tanto, es poco menos que indescifrable.
El Alavés viajó ayer a Madrid en autobús con varios jugadores que se encuentran casi inéditos, como Vigaray, Diéguez y Twumasi, además de un Guidetti testimonial en Liga desde octubre. La convocatoria da una pequeña muestra del limitado margen de maniobra que tiene el conjunto vitoriano a la hora de retocar piezas. La coyuntura, por lo tanto, haría bueno cualquier resultado que no fuera la derrota, tal y como sucedió en Girona, para mantener un puesto de privilegio con el que poder aspirar a Europa en el tramo final de la campaña. Y más cuando el adversario es un equipo pegajoso, que era un rival directo por la permanencia al inicio del curso y ahora también lo es por una eventual lucha continental.
La Liga comienza a estirarse y a delimitar fronteras tras una primera vuelta apretada como no se recuerdan. Salvo en la zona media-baja, donde un triunfo puede traducirse en una escalada de cinco puestos, la clasificación empieza a repartir candidaturas para cada lucha. El Alavés, de hecho, puede poner de por medio una brecha de tres partidos sobre sus perseguidores si doblega esta noche al Getafe. El objetivo no dejará de ser salvar la categoría con cierta holgura, tal y como consiguió el pasado curso tras un arranque catastrófico. Los sueños, sin embargo, se construyen y alimentan a una velocidad imparable.
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