De Paula Echevarría a Madame de Rosa: ¿por qué todas quieren este vestido vasco?
La firma vizcaína Zaitegui Studio recupera en su nueva colección el tejido acolchado que arrasa entre las que más saben de moda
maría calvo
Jueves, 26 de noviembre 2020, 09:41
Ya sabemos que la moda es un complejo arte que consigue transformar las referencias más inverosímiles en prendas para salir a la calle, y eso es lo que ha sucedido ahora con el boatiné. Esa tela acolchada con relleno de guata con la que se fabricaban las batas de andar por casa, cuyo 'boom' se sitúa en los años 70, ha traspasado los límites de la intimidad para convertirse en tendencia por obra y gracia del 'streetstyle'. Es cierto que este tejido vivió su momento de gloria en los 90', aislando del frío a toda una generación que hoy mira con recelo la vuelta del abrigo Husky. Hasta hoy, los diseños acolchados con forma romboidal se han materializado en chaquetas y chalecos, muchas veces asociados a los fondos de armario más pudientes o a actividades como la caza, la pesca o las actividades ecuestres, quizás por eso se convirtieron rápidamente en el uniforme de rigor de los 'Sloane Rangers' – llamados así a los británicos de alta cuna de finales de los 80 - o de la mismísima Isabel II y demás familia real durante sus estancias en Balmoral.
Pero hoy, cuando la moda es más democrática que nunca, el boatiné baja de las altas esferas para imponerse a pie de calle en todas sus formas inimaginables. El acolchado de ahora va más allá de los abrigos y se adueña de todo tipo de prendas, desempeñando un papel más decorativo que funcional. Es una tendencia que lleva un par de años gestándose a fuego lento, quizás impulsada por la diseñadora danesa Cecilie Bahnsen, quien presentó los primeros vestidos de boatiné a finales de 2018. Una colección femenina y de tonos neutros que consiguió que grandes firmas como Louis Vuitton siguieran su ejemplo, colando el boatiné, incluso, sobre la alfombra roja de Cannes gracias a una falda que defendió Selena Gómez. Bottega Veneta hizo lo propio hace un par de temporadas en sandalias y bolsos, apuntándose un tanto con el más difícil todavía. 2020 es el año de su consolidación y, si fuera de nuestras fronteras es Ganni quien abandera esta tendencia en las calles, en España tenemos que poner el punto de mira en Zaitegui, una firma vizcaína que, al igual que el boatiné, se instaló en nuestras vidas en 1970, en pleno corazón de Balmaseda.
Esta tienda, que nació como un concepto multimarca, ha ido evolucionando al son de la moda durante su larga andadura. Hoy es Diana Zaitegui, la segunda generación de la familia, quien lleva las riendas del negocio, manteniendo lo mejor del pasado y aportando una refrescante visión de futuro. Tras 25 años de trayectoria profesional, sigue manteniendo sus tiendas físicas en Balmaseda y Zalla, unos puntos de encuentro con fuerte carga emotiva que Diana lidera con un gran sentido de la responsabilidad. Además, en su afán por evolucionar, ha sabido adaptarse a los tiempos que corren, incluso a los más duros, como está sucediendo actualmente. «Quise abrir una ventana que me permitiera avanzar más, por eso creamos una tienda online y empecé a hacer colecciones propias con nuestro sello personal», asegura. Así, nació Zaitegui Studio.
La personalidad de esta firma se hace patente al descubrir su nueva colección otoño-invierno 2020-2021. «Hace dos campañas empecé a ver que volvían los acolchados y que se empezaba a dar un giro de tuerca a la ropa deportiva. Comencé a investigar y se me ocurrió unir estos dos conceptos. El resultado han sido prendas 'sport' con toques femeninos y personalizados. Y, como no, con mucho acolchado, una textura que hace tiempo que no veíamos en la calle», nos cuenta Diana, que ha hecho frente a uno de los años más duros de su trayectoria profesional. «He seguido adelante con la idea de lanzar la colección y lo he hecho contra viento y marea. La producción ha sido más pequeñita, pero no quería paralizar ninguno de los proyectos en los que tanto había trabajado». La pandemia no ha conseguido frenar ninguno de sus planes y, por primera vez, también puede celebrar que su colección se ha empezado a vender en tiendas de diferentes puntos de nuestra geografía. Sin duda, una apuesta valiente en tiempos en los que el viento no sopla a favor de los pequeños comerciantes.
Su nueva colección es una oda a las tendencias que no pierde de vista esa esencia personal que ha enamorado ya a muchos referentes de estilo de nuestro país. Paula Echevarría es una de sus fieles y ha encontrado en uno de sus nuevos diseños el comodín perfecto para su embarazo. Se trata de un vestido mini, con estampado de flores, mangas abullonadas y una original silueta globo, consecuencia directa de su textura acolchada, que permite crear formas estructuradas con un punto escultórico que no se ciñen al cuerpo, algo muy útil para el periodo de gestación. Pero no solo de embarazadas viven los vestidos de boatiné, ya que también han conseguido embaucar a todas aquellas mujeres que siguen de cerca las últimas novedades de la industria. Lucía Bárcena es otro ejemplo y también tiene el suyo. Si el de la actriz se estampaba sobre un fondo neutro y lo llevó con botas de estilo alpino, la 'influencer' gallega ha elegido el mismo diseño en color negro y lo ha combinado con tacones 'midi' y calcetines, convirtiéndolo en un conjunto con cierto punto 'baby doll'.
En la colección también ofrecen vestidos de punto, otros con estampado 'paisley' y diseños blancos de esencia victoriana que conviven en armonía con las mil y una posibilidades que ha encontrado Zaitegui en el tejido acolchado. Estas piezas también se combinan con encajes y plumeti para sacar su lado más romántico o con cremalleras y cuellos para imprimir un tono más deportivo. Una versatilidad aprobada por las expertas en moda que Ángela Rozas, más conocida en redes como Madame de Rosa, ha llevado a otro nivel, apostando por un conjunto acolchado de sudadera 'oversize' y falda-pantalón con el mismo estampado que los vestidos. Un 'print' de flores que, por cierto, también tiene ciertas reminiscencias a esas primeras batas de andar por casa que muchos guardamos en nuestro imaginario más casero. Sin embargo, en el de Diana tiene un guiño más emotivo, ya que es el tejido que utilizó en su primera campaña y lo ha querido rescatar ahora, añadiendo el toque acolchado de actualidad.
Los abrigos de guata cerrarían este círculo perfecto. En 2019, Demna Gvasalia, a los mandos de Balenciaga, nos puso sobre aviso con un abrigo «efecto edredón». Luego llegaría Vuitton, haciendo factible la versión más literal de una bata de boatiné para salir a la calle. Y saltamos de Isabel Marant a Zaitegui, cuyo recorrido sobre un mismo concepto culmina con unos plumíferos con capucha desmontable y con la revisión del mítico Husky, esta vez confeccionado en cuero morado. «El rombo da mucho juego porque se puede aplicar a diferentes texturas», reconoce. Un juego, en definitiva, que rescata los recuerdos del pasado y nos recuerda, una vez más, lo difusa que se encuentra la línea que separa el hogar y la calle en cuestión de moda.
