Ribadesella, pura esencia asturiana
Más de diez razones y una pequeña guía para conocer esta villa marinera más allá del descenso del Sella
JONATAN OLMEDILLO
Sábado, 16 de agosto 2014, 14:04
Cualquier época del año es buena para degustar los maravillosos rincones que ofrece el Principado de Asturias. Lugares que atrapan con su encanto. Ribadesella es uno de ellos. Es mar, es montaña y es río. Estas son sólo tres de las razones que pueden llevarnos a visitar el paraíso natural que ofrece esta hermosa localidad marinera que nos impregnará de toda la esencia asturiana. Limítrofe al este con Llanes, al sur con Cangas de Onís y Parres, al oeste con Caravia y bañada al norte por el mar Cantábrico, se encuentra a apenas media hora de otros puntos de interés turístico como 'la Santina' o los increíbles lagos en Covadonga.
Además, Ribadesella brinda sus espectaculares parajes a los esforzados peregrinos que deciden realizar el Camino de Santiago por la costa. Su población de 6.000 habitantes se triplica en verano y Semana Santa. Es una villa de tradición pesquera en la que actualmente faenan entre 15 y 20 barcos de pesca de arte menor, aunque la mayoría de los vecinos trabajan en el sector servicios.
Esta pequeña localidad asturiana es playa, turismo, piraguas, peregrinos, excelente gastronomía, pero también alberga vestigios de la prehistoria como la Cueva de Tito Bustillo, un santuario del arte paleolítico de visita obligada donde podremos ver y sentir cómo vivían los habitantes de la zona hace unos 25.000 años a través de sus pinturas rupestres y grabados.
Una exposición antiquísima pero moderna a su vez ya que no fue hasta 1968 cuando 'El Pozu'l Ramu' fue descubierto por un grupo de espeleólogos entre quienes se encontraba Celestino Bustillo. Desde julio de 2008, la gruta que asoma entre los verdes parajes tras cruzar el Puente del Sella y seguir por la avenida de Tito Bustillo está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Cerca de ahí encontraremos La Cuevona de Ardines, un lugar en el que merece parar unos minutos y disparar unas fotografías. Pocos kilómetros más adelante también podremos ver La Cuevona de Cuevas del Agua, una carretera dentro de una gruta natural que es la única forma de paso al pueblo de Cuevas y que nos dejará experimentar una manera diferente de conducir.
Otra de las visitas guiadas nos lleva miles de años atrás en un recorrido por las huellas que los dinosaurios dejaron entre los roquedales de la playa de Santa Marina y en los acantilados de Tereñes en la punta L' Pozu donde se pueden apreciar los fósiles de los antiguos reptiles. Por otra parte, dirigiéndonos nueve kilómetros al este, hallamos la 'Ruta de Los Bufones de Pría' sobre la playa de Guadamia, un espectáculo natural para los ojos.
Adentrándonos en el casco antiguo de Ribadesella encontramos la plaza del Ayuntamiento, donde se organizan conciertos de soul, blues, góspel o incluso un festival de jazz el último fin de semana de julio. A pocos metros, podemos visitar los murales de la iglesia de Santa María Magdalena, cuyas campanas suenan a diario, a mediodía con el himno de Asturias y la Salve marinera, que repite a las ocho de la tarde.
El centro de la villa acoge cada miércoles el 'Mercau' semanal, que alterna puestos de productos autóctonos con la venta de antigüedades, utensilios, ropa, libros, calzado, flores y artículos de segunda mano. Pero si desea continuar con sus compras y llevar un pedacito de gastronomía asturiana, la tienda Aramburu dispone de una amplia muestra de productos típicos, desde quesos de Cabrales, embutidos de la zona y hasta un amplio surtido de sidras o licores
Caminando por el paseo marítimo de Ribadesella, o paseo de la Grúa, se presenta el Monte Corberu. Un cerro con unas vistas privilegiadas de la fragosa costa del Cantábrico. Allí se ubica La Ermita de la guía, patrona de los marineros. Desde ahí llegamos a la Torre de la Atalaya, repleta de enredaderas, del siglo XIX y de clara inspiración medieval junto a otra de las playas de Ribadesella, la pedregosa Atalaya.
Tras las visitas, puede que le apetezca tomarse un pequeño descanso y un refrigerio. Entonces, nada mejor que un típico recorrido por los bares situados junto al muelle, donde degustar los llampares (lapas) y bígaros (caracolillos) acompañados de una 'sidrina' bien escanciada.
Si después de esta pequeña pausa deseamos un turismo más activo el abanico de deportes de aventura es amplio. Hay muchas empresas que ofrecen alternativas para todos los gustos y bolsillos, desde rutas a caballo, quads, senderismo, rafting, paintball, espeleología, motos de agua... También hay sitio para los surferos en la playa de la Vega, pero por encima de todo lo que no nos podemos perder es el tradicional descenso del Sella. Por menos de 25¤ podemos alquilar una canoa, remos, chaleco salvavidas, bidón para guardar las pertenencias, además de unos sándwiches para quitar el hambre en las 5-6 horas que pasaremos en el agua en los diferentes tramos.
Y si con tanto deporte se nos abre el apetito, imprescindible una visita a las sidrerías y restaurantes de la villa. Podemos comer menús del día por 12 euros y probar la típica fabada (cocido tradicional de la cocina asturiana), las fabes (alubias) con almejas, el pantrucu (similar a la morcilla), la lubina o el bonito a la plancha por poner unos ejemplos de su amplio repertorio del arte culinario asturiano. Para los más valientes, la sidrería 'El Texu' ofrece uno de los mejores cachopos del mundo, un doble filete de ternera empanado de tamaño gigante. Si usted es capaz de comérselo está invitado por la casa. ¡Atrévase con el reto, pero seguro que no le será fácil!
Para dormir encontramos desde hoteles de cuatro estrellas en primera línea de playa hasta pensiones más económicas con precios especiales para peregrinos. Pero si lo que deseamos es un mayor contacto con la naturaleza o algo más low cost, tiene dos campings a su disposición.
Ribadesella hace gala también de sus tradicionales celebraciones. Entre las más reconocidas está el mejor Carnaval de la zona, que atrae a cientos de visitantes de los alrededores. La Semana Santa acoge una procesión nocturna y una representación del Vía Crucis, que concluye con el quemado de las cruces. Otra curiosa tradición dentro de esos días de Cuaresma es la espectacular carrera de caballos que organizan en la playa Santa Marina el día de Viernes Santo. Avanzando hacia el verano nos encontramos otra curiosidad. En las fiestas de la Virgen de la Guía, el primer fin de semana de julio, los marineros salen en procesión con la Virgen por la villa, la embarcan cada año en una nave diferente y se hacen a la mar. Decenas de barcos, casi un centenar, acompañan a la imagen hasta alta mar, donde arrojan una corona de flores al agua. Entonces, las embarcaciones empiezan a rolar alrededor de la corona para implorar la bendición de la Señora de la Guía.
Pero el plato fuerte llega el primer sábado después del 2 de agosto con 'Les Piragües', fiesta declarada de interés turístico internacional y nacida a raíz de una idea de Dionisio de La Huerta mientras realizaba una excursión con sus amigos allá por 1929. Desde entonces, arrastran ya 78 ediciones celebrando el día del descenso del Sella, donde este año participaron 17 países.
El ambiente se deja notar durante toda la semana con el engalanamiento de calles en Arriondas y Ribadesella y se empiezan a ver las monteras piconas, gorro tradicional asturiano, los chalecos, con el escudo de cada municipio por delante y por atrás azul con la cruz de la victoria, y los collares de flores. Se realiza el hermanamiento de ríos cogiendo agua del Sella y arrojándola en diferentes cauces de España cada año. Ese sábado se procede al desfile y después comienza el esperado pregón. Una vez finalizado, el público canta a coro el 'Asturias patria querida' a orillas del río. Miles de voces que ponen la piel de gallina. Entonces, los palistas salen del puente de Arrionadas a las 12:00h. y en poco más de una hora recorren los 19 kilómetros que hay hasta el puente de Ribadesella, donde espera una multitud y se hace la entrega de premios con las autoridades en el podium, una proa que imita al Bergantín Habana, el barco que antiguamente hacía las 'américas' y donde se puede ver un precioso mosaico con el escudo de Ribadesella y una imagen del descenso.
Esta celebración reúne a tanta gente que es necesario habilitar tres zonas de 'camping' en el instituto, en la zona de la mediana y en el Prau San Juan, aunque antiguamente había acampada libre en toda la villa. Cuadrillas de jóvenes que animan la noche riosellana. Para los amantes de la música electrónica se celebra el festival Aquasella en Arriondas. Pero quienes deseen un ambiente más tranquilo pueden disfrutar de las zonas rurales de alrededor, donde reina la naturaleza. Además, la villa dispone de una oficina de turismo en el paseo Princesa Letizia donde encontrar mapas y más información.