Vitoria mira a Milán y Nueva York para tener más alimento local
La Bascongada lidera un estudio para crear huertas en azoteas o en naves vacías. La capital alavesa solo produce un 1% de lo que come
El silo de Puente Alto, las naves en desuso del polígono de Betoño o los pabellones abandonados en Gamarra. A Vitoria le sobran espacios que ... podrían convertirse, con proyectos ambiciosos y normas urbanísticas flexibles, en fértiles zonas verdes. Esa es la deducción inicial a la que han llegado un grupo de arquitectos alaveses de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País que, junto a dos biólogos de Neiker, el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, y del Centro de Estudios Ambientales (CEA) del Ayuntamiento, están estudiando distintas fórmulas para crear una «despensa urbana» que permita elevar el consumo del producto local en la capital alavesa.
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El motivo es que en la actualidad apenas supera el 1%, según un informe municipal reciente. «Esto significa que casi un 99% viene de fuera y está en manos de cuatro distribuidoras. Estamos supeditados a lo que nos ofrecen las grandes superficies: las patatas de Marruecos o Egipto, el cereal de Ucrania… No existe ninguna decisión de ciudad», trasladan con preocupación.
El revulsivo para tratar de llenar las neveras de productos de 'kilómetro cero' es imaginarse que las azoteas pueden albergar huertas donde crezcan lechugas, tomates, patatas, puerros... criaderos de gallinas y hasta abejas. También se plantean que almacenes o garajes deteriorados se transformen en enormes salas de cultivo en las que, por ejemplo, puedan crecer setas.
Estas no son ideas descabelladas de un reducto de ecologistas. Lo cierto es que ya se han llevado a cabo en grandes urbes como Nueva York, Milán, Copenhague, Tokio o París y en otras ciudades españolas de menor tamaño como Barcelona, Madrid, Oviedo o la cercana Soraluze, en Gipuzkoa. De una forma u otra, todas esas localidades han plantado su semilla para «generar un nuevo modelo» que, desde una revolución del sector primario con la tecnología como aliada, «cambie toda la vitalidad de nuestro espacio público», tal y como se proponen ahora Irene Zúñiga, Javier Crespo, Jimena Ruiz de Landa, José Luis Azkárate, Amaia Ortiz y Jon Ruiz de Infante con esta comisión «transversal» y «abierta» a más pensadores.
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Brotes para estrellas Michelin
Por 'vitorianizarlo'. Se trataría de replicar el modelo de los huertos agroecológicos de Basaldea a gran escala y por toda la ciudad, desde el centro hasta los pabellones industriales. Con una superficie de 21 campos de fútbol, los terrenos de Abetxuko constituyen ahora una pequeña valiosa y despensa en la 'Green Capital', pero coinciden estos ideólogos en que, pese al éxito de éste y otros proyectos pilotos que impulsan las instituciones, «el sistema global es tan potente que las buenas prácticas del Consistorio no pueden cambiar por sí solas el modelo».
Es decir, los esfuerzos deben ser mayores, más ambiciosos. «Digamos que estos terrenos ahora son casi de ocio y lo que tendríamos que conseguir es que todo eso -y más- pueda comercializarse», apuntan.
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Y ahí es donde otras ciudades ofrecen el mejor paradigma para fijar la mirada y apuntar distintas posibilidades que, después, puedan adaptarse al territorio. Los pastos que se ubican en el barrio neoyorquino de Brooklyn (Brooklyn Grange Farm) generan unas 22 toneladas de hortalizas cada año, que venden directamente a consumidores o restaurantes locales. Tienen, además, gallinas, un colmenar e incluso celebran bodas.
En la capital de Francia puede hacerse lo mismo en 14.000 metros cuadrados con vistas a la Torre Eiffel para tratar de acortar los 1.200 kilómetros que recorren los alimentos hasta llegar a sus hogares. Por su parte, el Parque Agrícola del Sur de Milán cuenta con 1.349 explotaciones agrarias en las que trabajan alrededor de 4.000 personas. Y con la agricultura vertical que han impulsado empresas catalanas su producto -principalmente brotes de remolacha, guisante o zanahoria- llegan a establecimientos con estrella Michelin concienciados con el movimiento 'urban food'.
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«Estas formas de agricultura sí pueden generar un relevo generacional para el campo», confían estos impulsores, en un momento en el que «apenas sobreviven mercados de barrio» y «predomina el comercio online y de grandes superficies». Además, mencionan otros beneficios como que estos huertos contribuirán a reducir la huella de carbono. También plantean intentar «combinar algunos con instalaciones fotovoltaicas».
El futuro que de alguna manera están dibujando se presenta como un borrador. Pero sí que consideran como claves el «compromiso político», la «implicación ciudadana de empresas y universidades, acciones piloto y la asignación de presupuestos» para que todo esto acabe por implantarse.
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En este sentido, rema a su favor que el Gobierno local esté inmerso en un novedoso plan de agricultura y ganadería regenerativa, Crops4Life, que cuenta con dos millones de euros, de los que Europa aporta 1,2. Algunas de las acciones que ya han llevado a cabo es crear una granja en el monte Egaña o abrir espacios para ensayar proyectos agrarios (Aleko).
Mientras tanto, para «sensibilizar» a los vitorianos, los arquitectos y biólogos han organizado una conferencia en la sede de la Casa de la Cultura este miércoles día 19 (a la 19.00 horas). En ésta, titulada 'Vitoria regresa a su territorio', el geógrafo Juan Requejo hablará sobre la historia de los cambios en el aprovisionamiento de las ciudades desde la Guerra Civil junto a la presidenta Amparo Basterra e Irene Zúñiga. El ciclo de charlas se extenderá a lo largo del año.
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«Reforzar» el anillo amarillo de la capital alavesa
El Centro de Estudios Ambientales (CEA) defendió en 2018 la creación de un nuevo cinturón dedicado a la ecoagricultura, como en la alemana Friburgo o donde el paisaje tuviera el tirón de la Toscana. En aquel momento, pintaron cinco reservas de suelo en amarillo ubicadas en Errekaleor (Las Neveras), Gamarra, Abetxuko, Zabalgana y Larragorri (Lasarte). Éstas debían reclasificarse en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para que pudieran albergar proyectos empresariales relacionados con la ecoagricultura. Ahora este grupo incipiente comparte que «se han dado pasos», pero creen que «el anillo amarillo todavía debe «reforzarse» «Vitoria cambiaría por completo y el territorio no tendría monocultivo», opinan.
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