La Virgen de El Pilar, milagrosa en Laguardia
La Biblia narra los milagros de Jesús de Nazaret. Entre los más relevantes destacan la resurrección de Lázaro, la multiplicación de los peces y panes, ... la conversión del agua en vino, caminar sobre las aguas, sanar a un ciego... El ser humano, desde la antigüedad, atribuyó a las deidades eventos extraordinarios cuya explicación no alcanzaba a la razón o la ciencia. En la Edad Media, época de miseria, pestes y hambrunas, en el núcleo de una sociedad profundamente religiosa estaba arraigada la creencia en la existencia de un Dios misericordioso que repartía su gracia interviniendo en milagros con la intermediación de vírgenes o santos locales. La Iglesia, que expandía su poder hasta en política, daba fe de sucesos inexplicables en los que se palpaba la intervención divina, lo cual ahondaba su autoridad en la sociedad.
En la villa amurallada de Laguardia se levanta, al sur de su 'almendra' medieval, una iglesia con una aureola especial. Es la de San Juan Bautista, que conjuga sobre sus centenarias piedras esculpidas el arte románico, gótico y barroco. Es en ella donde está en todo su esplendor la Capilla de la Virgen del Pilar, que terminó de construirse en febrero de 1741 por el maestro de obras de cantería Juan Bautista de Arbaiza.
El padre Juan Mateo Anguiano, en el histórico compendio de Rioja, refiere que en el siglo XIV ya se hallaba una imagen de la virgen sobre un pilar que, rodeada de los apóstoles de Cristo, formaba el atrio descubierto por donde se accedía a la iglesia de San Juan. El pórtico gótico no se conserva. Sin embargo, sí que ha llegado hasta nuestros días la antigua talla de piedra de la virgen que estaba en el parteluz y que fue retocada con policromías al gusto de la época para integrarla en el barroco del retablo en que se encuentra hoy.
El cuaderno fiel
A esta imagen se le atribuyen unos milagros reflejados en un libro, o mejor dicho cuaderno, que siempre estuvo guardado en la sacristía de la iglesia y que está custodiado por el Archivo Diocesano de Vitoria. Al hojearlo emana un olor inconfundible a libro viejo que recuerda a la vainilla. Las hojas dejan ver diferentes caligrafías y tintas según la fecha y autor de la escritura, pero en todas se aprecian las filigranas de una letra esmerada que transporta a otra época. En el preámbulo dice: «Memorias de los milagros de la imagen de Nuestra Señora de El Pilar de La Villa de Laguardia».
En el viejo manuscrito se recogen relatos en los que se consigna el testimonio de su autenticidad por los vicarios, párrocos, escribanos, cabezaleros y los correspondientes testigos que habían presenciado los sucesos. Vamos a transcribir uno de los susodichos milagros. Se trata del que favoreció a Juan Vicente, notario de Laguardia, y que había sido desahuciado por la ciencia médica de aquel entonces. Fue a primeros del año de 1408.
La imagen congregaba a peregrinos de numerosos puntos de Álava y las provincias vecinas
«Estaba muy enfermo, le habían dado el viático y la extremaunción, y encomendándose a la imagen de piedra, al instante se sintió muy mejorado. Y como le hubiesen llegado a su casa, como huéspedes, unos escuderos y sus dueñas, los quiso obsequiar levantándose a comer con ellos. Débil aún, cayó sobre la mesa inconsciente, sin que lograsen volverlo a la vida y lo dieron por muerto. Le colocaron una candela en la mano. Recobró el conocimiento y ordenó redactar su testamento, en el que mandaba para la luminaria de la Virgen del Pilar un parral que poseía cerca de la iglesia. Nada más concluir este legado desapareció todo su mal».
Otro evento avalado por el vicario Juan Martínez y por el procurador Pedro Sánchez en presencia de Roy Pérez, Juan de Morcuero, Pedro Giménez y otros hombres, mujeres, jóvenes y ancianos. «Se vio que la virgen estaba sudando y le corría el agua por la cara. Un clérigo subió a limpiar el rostro y un hombre irreligioso llamado Vicente dirigiéndose al cura le dijo: 'Sí, sí, limpie su cara que vendrá cansada de segar'. Pronunciadas estas palabras, se tornó todo en tinieblas y oscuridad. Al voceras se le inflamaron los brazos, las piernas y murió al instante».
Una talla con fama
Son muchos los pasajes similares descritos en el cuaderno, donde no faltan las tentaciones del demonio, figura estelar en el medievo, vendavales, furibundas tormentas y un sinfín de acontecimientos tremebundos. Hasta el Renacimiento fueron constantes las peregrinaciones de los fieles, desde otros pueblos de Álava, Navarra y Rioja Alta hasta Laguardia para pedir la mediación de la virgen. El coro de la iglesia conserva lienzos que plasman parte de estos suceso. Toda esta narrativa queda al buen saber y entender del criterio de los lectores. ¿Creer o no creer? Esa es la cuestión.
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