Una veintena de colegios alaveses pierde más de un 20% de su alumnado en cinco años

Según los datos recopilados por este periódico, en Álava una veintena de colegios vienen sufriendo una caída constante de inscripciones en los últimos años. La mitad son públicos y la otra mitad, concertados. Se trata de una estimación a partir de los datos de la matrícula del curso 2020/21 y 2024/25. En este periodo, esa veintena de centros ha perdido al menos un 20% de su alumnado en el segundo ciclo de Educación Infantil (de tres a seis años) y/o Primaria. Algunos incluso más del 50%.

Estos colegios están en una situación de debilidad al haber pasado a tener sólo un aula por curso en esas etapas. Quince se ubican en grandes núcleos urbanos como son Vitoria, Llodio y Amurrio, lo que permitiría su fusión con otros colegios. En cualquier caso, el cálculo es conservador porque puede haber colegios que hayan perdido menos volumen de alumnado y se encuentren igualmente en una situación crítica.

«La caída de la natalidad nos obliga a adaptar el mapa a la nueva realidad», reconocía el pasado viernes la consejera de Educación, Begoña Pedrosa, en el Parlamento vasco. «Es un proceso delicado y complejo, pero debemos hacerlo con planificación, mimo y tranquilidad, de mano de la comunidad escolar». A juicio de la consejera, el escenario constituye «una oportunidad de construir proyectos de educación sólidos».

El departamento juega un doble papel. Acompaña y asesora a los centros concertados que deciden iniciar un proceso de integración. En la red pública, en cambio, es quien decide qué centros se fusionan (o cierran). El caso más inmimente en Vitoria es el de Umandi y Padre Orbiso, que ya realizarán la matriculación conjunta desde el próximo curso. Para la ikastola Adurtza y San Ignacio se esperará, en principio, al curso 2026/27.

Los sindicatos han criticado en varias ocasiones que ese proceso se está llevando a cabo «con oscurantismo» y sin contar con la participación de toda la comunidad educativa. En esta reorganización del mapa escolar no hay que olvidar el aspecto laboral. A veces, cuando se juntan dos colegios con un aula cada uno en un curso determinado no se generan dos aulas en el nuevo colegio. «En Educación, uno más uno no siempre es dos».Es la acertada observación del director de un colegio.

En la red pública, el departamento ha mostrado su disposición a mantener todos los puestos de trabajo. Pero los sindicatos son escépticos. «No sabemos qué va a pasar con los trabajadores», apunta Juan Zubia, representante de Steilas, sindicato mayoritario en el colectivo docente de la pública. «No nos creemos que se vayan a mantener todos los puestos», abunda Julen Llanos (CC OO). «Los interinos son los que están en peor condición y son los primeros que van a sufrir las consecuencias», lamentan fuentes del sindicato Interinok taldea. «Durante décadas se ha abusado de esta figura (los interinos), que muchas veces han cubierto plazas que nadie más quería. Y en vez de premiarles, serán los primeros en irse a la calle para que vuelvan a participar en concursos y oposiciones», lamentan.

En la concertada el sistema es diferente. En los centros de iniciativa social, donde se engloban, entre otros, todos los de Kristau Eskola, existe desde la huelga de 2019 un sistema de recolocación. Básicamente se favorecen los contratos relevo de quienes se jubilan de forma anticipada para que sus puestos sean ocupados por trabajadores perjudicados por el cierre de aulas. Se pactó que el departamento financie las indemnizaciones del personal afectado por la baja natalidad y los sobrecostes de la Seguridad Social de los contratos relevo. Pero, según denuncia Llanos, «el Gobierno vasco ha decidido ahora limitar esas ayudas». También critica que la comisión de seguimiento que vela por el acuerdo para mantener el empleo lleva «años» sin reunirse.

Hay otro tema más de fondo. Zubia (Steilas) considera que la reorganización del mapa escolar se está aprovechando para «debilitar la escuela pública» y Llanos también apunta a las «maniobras» del departamento para «equilibrar» las matrículas entre centros públicos y concertados aprovechando la caída de la natalidad. Es algo que también ha denunciado ELA en alguna ocasión. Txus Martín (UGT), por su parte, pide aprovechar el excedente en el número de profesores para «mejorar la calidad» de la educación, mientras que Lorea Igartua (LAB) aboga por «blindar» las plazas públicas y de modelo D.

La mayoría de centros concertados que están en un mayor riesgo pertenecen a Kristau Eskola que «surgió para desarrollar un sistema de educación en lugares donde por falta de recursos no existía oferta educativa», señalan fuentes de la patronal. «Estas comunidades religiosas han seguido, hasta nuestros días, responsabilizándose de la formación de los más vulnerables», añaden.

Ahora, «muchos de estos centros se encuentran abocados a la gran paradoja de tener que reducir la atención a estos colectivos, con la consecuente pérdida de  alumnos», critican, porque sus índices de vulnerabilidad «superan los que marca la legislación». En cualquier caso, estas mismas fuentes se muestran convencidas de que «las crisis también encierran oportunidades», y ponen como ejemplos las últimas integraciones de colegios religiosos en Bilbao y San Sebastián. «Kristau Eskola seguirá trabajando por la presencia de la escuela católica». La otra gran patronal, Ikastolen Elkartea, ha preferido no realizar declaraciones.