La segunda mano renace entre los jóvenes por su conciencia verde y su 'alergia' a la propiedad
El 31% de los clientes tienen menos de 30 años. Sacan chispas a móviles, tablets, baterías... y «una vez optimizados les dan una salida»
A Icíar le gusta curiosear entre las perchas de las tiendas de ropa vintage, ver muebles antiguos e imaginar «una nueva vida» para esos artículos ... que antes vivieron en otras habitaciones, con otros dueños. A sus 22 años, y un móvil de segunda mano pegado a su oreja, defiende que «antes de tirar hay que pensar en si se puede reutilizar». «Es una forma de no estar siempre en la cadena de producir y producir», dice. Las palabras de esta vitoriana son un 'selfie' hablado de su generación, ésa que se manifiesta por la salud del planeta al tiempo que encadena 'gadgets', muchos de ellos adquiridos en webs y tiendas de productos usados. De hecho, el Observatorio Cetelem del Consumo en España en 2018 destaca que el 31% de quienes acuden hoy a este mercado no superan la treintena en su DNI frente a la mayoría de compradores de 40 a 50 años que entraban hace sólo una década, algunos empujados por la crisis y otros tras la pista de alguna 'joya' de coleccionista.
Millennials y sucesores han revolucionado un sector donde buscan, sobre todo, tecnología a la que luego sacan chispas. «A los jóvenes de hoy no les gusta acumular ni tener cosas que les sobran sino que son más selectivos y, además, les gusta cambiar a menudo, por ejemplo, de móvil», retrata Massimo Cermelli, profesor de Economía en Deusto Business School. El 'handicap' es que, en general, su cartera no les permite grandes alegrías. En plataformas como Wallapop –el gigante online de la segunda mano donde se realizan cinco de cada diez de estas compras– y Vibbo se acumulan decenas de artículos tecnológicos con sustanciosas rebajas cuyo dueño vive en la capital alavesa. Hay ordenadores, tablets, videojuegos, auriculares XXL, teclados, ratones bluetooth, baterías... y reinan los teléfonos, incluido un modelo por 20 euros guardado en algún cajón de El Pilar con un par de décadas de llamadas y sms en su memoria.
«Los chavales de hoy no quieren acumular ni tener cosas que les sobran, son más selectivos»
MASSIMO CERMELLI (DEUSTO BUSINESS SCHOOL)
Icíar acudió a una de estas tiendas virtuales cuando le robaron su smartphone. «Quería el mismo modelo para poder recuperar lo que tenía en el otro y lo encontré casi a mitad de precio y totalmente reacondicionado, como si fuera nuevo», recuerda esta estudiante de Ingeniería Civil que ya ha adquirido dos dispositivos usados a golpe de 'clic'. «Está mal que lo diga pero al haber tenido móvil desde siempre no nos dura nada», agrega. En Álava, calcula el Eustat, más del 95% de quienes han cumplido 15 años salen de casa con este aparato en su bolsillo. Los veinteañeros protagonizan una renovada forma de acercarse a la segunda mano propia de «la cultura del acceso» que practican, algo así como el 'carpe diem' de los productos que caen en sus manos. «No les interesan los compromisos ni las propiedades. Buscan sensaciones, experiencias, el acceso a un artículo que optimizan, disfrutan y le dan salida», explica el experto de la Universidad de Deusto. Un usuario vitoriano de Wallapop tras el alias 'Lupin' lo deja claro: «Vendo un modelo 5S de iPhone para cogerme el 8».
Antes, «entre los amigos»
En este gran mercado unos compran y otros venden, como generaciones anteriores hacían «entre los amigos con las cosas que ya no usaban», apunta Cermelli. Los nuevos aires que han llevado los jóvenes a este sector que se alimentó de la crisis –seis de cada diez locales abrieron entonces– se perciben también en los comercios especializados que trabajan a pie de calle. «Las personas mayores dan más vueltas, los chavales saben lo que quieren y compran más rápido», describe Javier Acedo tras el mostrador de la tienda No lo tire en Coronación. En su almacén 'duermen' unas 60 bicis y en sus estanterías se hacen hueco desde una edición especial de la película 'Titanic', a una lámpara para uñas de gel, alguna guitarra de edición limitada a 799 euros o unos pendientes con forma de emoticono. Pero la electrónica «es lo que sale más fácil».
Las tiendas físicas –una decena en Vitoria, entre ellas, sólo un par de ropa y una dedicada en exclusiva a tecnología– han perdido el estigma social que les acompañó durante años, esa etiqueta de que en sus pasillos sólo se cruzaban compradores asfixiados por las urgencias económicas. La segunda mano se ha convertido para los chavales en «una moda» y también en una cuestión de conciencia ecológica, extrae el profesor de Economía del contacto diario con sus alumnos. «Cuando compré el móvil me llegó un mensaje de la web con los gramos de residuos que había ahorrado. Nos preocupa el medio ambiente y la pantalla, la batería... contaminan mucho», coincide Icíar.
«Los jóvenes saben lo que quieren y compran más rápido que los mayores, que dan más vueltas»
javier acedo (propietario de no lo tire)
Y, además, no les importa reconocer que el portátil o el patinete que llevan perteneció antes a otra persona. «El joven te dice 'mira qué chulo lo que he conseguido', mientras que el mayor estaría buscando el modelo de última generación. Hay un cambio de mentalidad», afirma Anabel Rodríguez, directora ejecutiva de la Fundación para la Economía Circular, una entidad que aboga por reutilizar antes que reciclar. En Vibbo, el antiguo segundamano.com, donde medio centenar de artículos con residencia en la capital alavesa esperan un nuevo hogar, lo confirman: «La 'generación Z' presume de lo que ha logrado, no ven lo usado para nada como algo denostado».
Leer «la letra pequeña» como antídoto contra los fraudes
No es lo mismo comprar un coche ya rodado que hacerse con un móvil que ha pasado antes por otras orejas pero, gaste miles de euros o abra sólo un poco la cartera, el cliente debe tomar unas cuantas precauciones cuando acude a la segunda mano. Como recomendación general y básica, «ver la letra pequeña», apunta la Asociación de Personas Consumidoras y Usuarias Vasca EKA-ACUV. Mikel Muñoz, abogado de esta organización, sabe que los jóvenes «son más proclives» a las compraventas de productos usados vía online y acceden a este enorme bazar «con naturalidad, las personas mayores son más reacias», describe. «Antes tenías algo sin usar en casa y ahora lo pones a la venta», añade.
En EKA-ACUV aconsejan a los compradores, sean de la edad que sean, poner la lupa en «identificar las características de lo que se va a comprar y, sobre todo, la ubicación del artículo». «No es lo mismo, por ejemplo, que sea europeo que americano porque puede llevar sistemas operativos diferentes», explica Muñoz consciente de que la telefonía es el sector que más operaciones genera en este mercado –el 14% de estas adquisiciones son tecnológicas según el último Observatorio del Consumo en España– tras los electrodomésticos. El cliente debe fijarse también en el coste de entrega pues puede variar el precio final y conocer bien los métodos de pago.
Los productos, recuerda, tendrán un año de garantía «obligado» y en ese tiempo habrá derecho a reparación, sustitución –obviamente no por uno nuevo– o devolución del dinero. Pero si la compra no sale como se esperaba siempre existirá la opción de reclamar, recalca Muñoz. «Las asociaciones se encargan de ello hasta la última vía, que es el juzgado», destaca en una invitación a los consumidores a no pasar por alto ningún fraude ya que «la gente no se agobia tanto cuando ha pagado poco por un artículo».
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