El rostro invisible de la agricultura
Arranca en el Europa el Foro Rural Mundial, donde se reivindicará el papel de la mujer, el relevo generacional y la gestión sostenible del territorio
El sector de la agricultura familiar de Euskadi se enfrenta a dos grandes desafíos: la ausencia de relevo generacional y la falta de reconocimiento del ... rol de las mujeres en el sector primario. Actualmente, la comunidad autónoma cuenta con 16.500 explotaciones agrícolas -3.691 se ubican en Álava- en las que trabajan a diario 29.700 personas. Sin embargo, el estilo de vida baserritarra no goza de buena salud y se halla en grave peligro a causa del déficit de nuevas generaciones.
El Foro Rural Mundial (FRM), que tiene sede en Arkaute, encara hoy en el Palacio Europa esta disyuntiva. El panorama del agro se antoja oscuro. Solo el 10% de estas explotaciones está gestionado por menores de cuarenta años. Un dato alarmante si se tiene en cuenta la dureza del trabajo en el campo, que requiere de una buena condición física. Otro de los problemas apunta al escaso reconocimiento del que gozan las mujeres en este ámbito laboral. Son las propietarias del 30% de las explotaciones.
De 2019 a 2028
El Foro Rural Mundial trata de revertir la situación desde su sede alavesa. Se trata de un proyecto impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), y que arrancó originalmente el 29 de mayo en Roma.
El periodo de trabajo abarcará desde este 2019 hasta 2028. En esta década se pretenden fijar los objetivos medioambientales que afronta el planeta desde el punto de vista de la alimentación y de la gestión sostenible del territorio. «La agricultura familiar tiene un valor estratégico, es fuente de alimentación sana, protección del clima y la biodiversidad», proclaman sus responsables. Entre los asistentes habrá representación de la UAGA.
Dos mujeres en el sector primario
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María Nieves Quintana | Agricultora
«Aspiramos a trabajar codo con codo con los hombres»
María Nieves Quintana labra en los bonitos prados de Otazu. «Yo lo he vivido por tradición. En mi adolescencia decía que no quería saber del tema pero me enamoré de un agricultor y me instalé». Y avisa. «El estilo de vida te tiene que gustar. Vives al aire libre y eres tu propio jefe», pero «a veces, sientes impotencia porque no te están pagando un precio justo por lo que produces».
A su juicio, «los pequeños agricultores somos quienes mantenemos la naturaleza viva, es muy peligroso que abandonemos la actividad y vengan las multinacionales que hacen las cosas a batalla». Otro problema es la falta de relevo generacional. «La gran mayoría es de 60 años hacia arriba». Quintana señala que a las mujeres «históricamente no nos han tenido en cuenta». Sin embargo, «cuando hay ayudas económicas empiezan a rebuscarnos debajo de las piedras. Nosotras aspiramos a trabajar codo con codo entre hombres y mujeres por este mundo». Asimismo, cuestiona el sistema de consumo. «Mis patatas se lavan y asfixian en una bolsa de plástico. Ese producto se encarece y estropea para que el consumidor no se tenga que lavar las manos. Tenemos que hacer examen de conciencia».
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Zuriñe Ortueta | Ganadera
«Tengo dos hijos y no les animo a seguir en el negocio»
«Mis aitas se jubilaron y lo cogimos mi marido y yo. Ambos dejamos las empresas en las que estábamos y nos metimos aquí». Ésta es la historia de Zuriñe Ortueta, con una quesería en Hinoso. Su día a día es arduo. «Nos asfixian los papeles. Nos exigen lo mismo al pequeño que al grande, incluso creo que más».
«Soy una mujer trabajadora y lo llevo bien, pero igual es porque lo he vivido desde pequeña y no he conocido otra cosa». La mujer «sabía dónde venía». Un estilo de vida que destaca por «la tranquilidad que te trasmite estar en plena naturaleza. Bajo las escaleras y estoy en mi puesto de trabajo». Gana dinero con su trabajo, sí. Aunque hay 'peros'. «Haces los cálculos de horas trabajadas y compensa emocionalmente, pero no económicamente». «Tengo dos hijos y a día de hoy no les animo a seguir en el negocio. Yo lo llevo bien porque lo he vivido, aunque prefiero que ellos lleven otro tipo de vida porque no está valorado como debería de estar».
Otro de los inconvenientes, añade, es la maternidad. «Si te quedas embarazada tenemos que apechugar con todo. Si estás en una empresa coges la baja, aquí no. Igual es que somos más fuertes o más duras... O que no nos queda otra».
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