Pedro Carrillo utiliza elementos de protección para realizar el reparto a domiclio. Jesús Andrade
En primera línea. Pedro Carrillo, butanero

«No podemos dejar a la gente sin butano»

El repartidor explica que la mayoría de sus clientes son «gente mayor» a los que les sigue subiendo la bombona a la puerta

Sábado, 2 de mayo 2020, 00:45

Pedro Carrillo ha incluido en sus rutinas diarias la utilización de elementos de protección como mascarillas o guantes y se ha acostumbrado al volver a casa después del trabajo a proceder a la desinfección de todo lo que utiliza, incluido el uniforme de Repsol que lleva para realizar el reparto de bombonas de butano. Lo que no ha cambiado es su costumbre de entregar las bombonas en la puerta de casa a los clientes. «Yo trabajo bastante en la zona del Casco Viejo y hay mucha gente mayor. Algún compañero decía que había que dejarlas en el portal, pero esa gente no puede subirlas», explica este repartidor con casi 25 años de oficio.

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A él también la daba «un poco de miedo, sobre todo al principio», especialmente porque va a pisos «donde te conocen de siempre; son abueletes que igual no entendían que había que evitar el contacto o que no te acercaras», relata. «Pero ya están mucho más concienciados». Aunque otra de las rutinas que mantienen es el pago en metálico. «En realidad, porque no hay otra posibilidad. Nosotros, con la bombona, tan cargados, no podemos llevar nada más».

En estos tiempos marcados por la pandemia del coronavirus Covid-19, Pedro sigue teniendo trabajo «aunque desde que han cerrado bares, tiendas y restaurantes, ha bajado, igual un 50%», se atreve a valorar. A cambio, «estamos repartiendo bombonas en domicilios a los que no habíamos ido nunca», afirma. «Seguramente será gente que antes iba a las gasolineras a comprar las bombonas. Es algo que puede hacerse desde hace 7 u 8 años, pero ahora no irán para no salir de casa», valora. Lo que tiene claro es que sigue habiendo «muchas casas» que dependen de este tipo de energía para poder cocinar, tener agua caliente... y él, como el resto de sus compañeros de Butavi, la empresa de distribución de este gas de Repsol, tiene claro que «no podemos dejar a la gente sin butano. Somos necesarios».

«Con el cierre de bares y tiendas, el trabajo ha bajado, pero repartimos a clientes nuevos, que irían a las gasolineras»

Mientras va de un sitio para otro llevando las bombonas, que generalmente «repartimos bajo pedido, pero si alguien me pide y llevo, se la subo», Pedro ha visto cómo la estampa de Vitoria ha ido variando. «Al principio, veías continuamente ambulancias, quizá porque en la zona que me muevo hay bastante gente mayor», recuerda. Y se congratula de que «ya se nota que hay menos. Antes, fueras donde fueras, había ambulancias». Hoy él sigue con su reparto de butano con más tranquilidad.

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