Le piden 4 años por un delito sexual
«Me dijo que tenía 22», alega el octogenario acusado de «agresión sexual» a una menor de 14 años en VitoriaAudiencia Provincial de Álava. ·
Al mes del incidente, unos «tocamientos consentidos» a cambio de 35 euros, la joven y una amiga fueron a su casa y le chantajearon para guardar silencio¿Sabía que contrataba los servicios sexuales de una menor o de verdad creyó que se trataba de una veinteañera? Sobre esta circunstancia vital giró ... el juicio penal celebrado ayer miércoles en la Audiencia Provincial de Álava. El sospechoso de «agresión sexual» y «prostitución de menor» es un octogenario, viudo, con problemas de movilidad e «incapaz» de mantener una erección. La presunta víctima contaba 14 años en el momento de los hechos, la primavera de 2022. Antes de esta vista fue condenada en otro proceso por sustraerle 450 euros de su mesita del dormitorio y por chantajearle, un mes después de su 'encuentro', con delatarle si no le pagaba otros 200 euros.
Encausado y víctima coincidieron en que se trató de «tocamientos consentidos» a cambio de 35 euros. Por ellos, él se enfrenta a un global de cuatro años de cárcel. Dos por cada delito que, en la práctica, no implicara su ingreso en prisión al carecer de antecedentes. La Fiscalía de Álava, a cargo de Álvaro Delgado, optó por la petición más laxa para un cargo sexual. Asimismo le exige el abono de mil euros para compensar a la menor por el «daño moral». La defensa, a cargo de la alavesa Cristina Uriarte, reclamó la absolución para su cliente.
Los hechos ahora bajo la lupa de los magistrados Francisco García Romo, Elena Cabero y Ana Zulueta se circunscriben a mayo de 2022. «Ella me dijo que tenía 22 años», trazó este hombre durante su interrogatorio. Añadió que «fue ella quien me abordó en la calle» y supuestamente le ofreció sus servicios sexuales.
La Fiscalía de Álava pide en esta ocasión las penas más laxas posibles
Sobre lo que no existen dudas es que en el domicilio de este viudo hubo «tocamientos consentidos» a cambio de 35 euros. «Noté que intentó robarme. Estuvimos unos 5 ó 10 minutos. Cuando se fue de casa, me di cuenta de que faltaban 450 euros de mi mesita del dormitorio», proclamó el octogenario. No llamó a la policía en ese momento porque «al día siguiente la volví a ver y prometió devolverme ese dinero».
Un mes después, y siempre según su versión, esta chica y una amiga se presentaron en su vivienda. «Me pidieron 200 euros, me dieron un rodillazo en los testículos y amenazaron con darme una paliza». Ahí telefoneó al 092, el número de emergencias de la Policía Local de Vitoria.
La joven dio otra versión bastante diferente. «Él me abordó por la calle y me pidió ayuda para mover un mueble. Le dije que sí. Una vez en su piso me dijo que era muy guapa. Me ofreció dinero a cambio de dejarme tocar. Estaba nerviosa. Tenía que pagar unas cosas a un chico y me lo pensé. Y le dije que por 35 euros, que sí», enumeró. Cuando el hombre se levantó a por agua, «empecé a mirar alrededor, miré en un cajón, cogí el dinero y me fui corriendo».
«Le llevé mi pasaporte»
A partir de ahí, explicó la muchacha, «al cabo de dos días me paró por la calle y me pidió su dinero. Le dije que lo sentía mucho y prometí devolvérselo a finales de mes». Desde esa jornada notó que el ahora procesado –vecino de su barrio en aquellas fechas– «nos seguía».
A consecuencia de ese supuesto acoso, decidió con una amiga presentarse en su vivienda y exigirle una compensación. «Llevé mi pasaporte y se lo enseñé. Él me dijo que no se creía mi edad», atajó esta adolescente. «Tenía miedo a que se enterara mi madre, no a este señor que tendrá unos 70 años», se sinceró en la sala principal del Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz.
Los policías locales que asumieron aquella intervención destacaron por su parte que la chica «cambió varias veces» su relato aquel día de junio. Y asimismo que «parecía tener 17-18 años» como mínimo. «Cuando (el procesado) llamó para denunciar, nos habló de una mujer de 22 años», recordó la agente que respondió a la llamada. En base a esa descripción, los uniformados la localizaron en una calle cercana al piso del ahora encausado.
La perito que examinó a la menor no pudo emitir un informe de verosimilitud
«Cuando me entrevisté con el padre de la amiga (de la víctima), éste me contó que temía que su hija estuviera prostituyéndose con personas de avanzada edad», puntualizó otro patrullero de la Guardia urbana.
Se aguardó con expectación la intervención de Carmen Guijarro, encargada de analizar a la joven. La reputada perito forense, sin embargo, matizó que en esta ocasión «no se puede emitir un informe sobre la verosimilitud» de las palabras expresadas por la chica. Se trata de un hecho poco frecuente. ¿Las razones para esa decisión? Presenta «una sexualidad previa», tuvo «una interacción voluntaria» con el acusado y existe «un temor a una sanción del entorno familiar».
Su madre, ayudada por una traductora, manifestó que renunció a reclamar medidas judiciales contra este hombre porque «no quiero problemas».
Tras cuatro horas de juicio, la declaración de ocho testigos, más la movilización de tres magistrados, dos abogados y un auxilio judicial, el asunto quedó visto para sentencia. El fallo se espera dentro de unas semanas.
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