Ver fotos

Javier Berasaluce inspecciona una foto antigua con un cuentahilos en su laboratorio del Archivo Municipal. jesús andrade
Javier Berasaluce, fotógrafo del Archivo Municipal

«Lo he pasado en grande entre las fotos de la historia de Vitoria»

Javier Berasaluce, fotógrafo e hijo del mítico portero del Alavés, se jubila tras 33 años al frente del laboratorio del Archivo Municipal

Miércoles, 8 de junio 2022, 00:39

De alguna manera, sin que él lo supiera, estaba unido desde bien pequeño a ese antiguo cuartel militar del Paseo del Cuarto de Hora, hoy ... Archivo Municipal. En concreto desde que el histórico fotógrafo Goyo Querejazu le retratara junto al resto de su clase de Marianistas. Así ha sido la vida de Javier Berasaluce. Llena de esas grandes sorpresas que encontraba entre el medio millón de fotografías que atesora el Ayuntamiento, muchas pertenecientes al fondo que el propio Querejazu articuló junto a su inseparable Fede Arocena (Arqué). Desde su laboratorio él ha sido el responsable de preservar ese legado los últimos 33 años.

Publicidad

Recién jubilado y con todavía una veintena de fotos 'tendidas', el revelador de la historia de Vitoria recogía ayer sus bártulos y se despedía de ese reducido espacio en el que entre negativo y negativo ha rescatado la memoria de tantos vitorianos inmortalizadas en papel fotosensible. Entre ellos muchos conocidos, incluidos algunos sin cuyo apoyo jamás hubiera mamado la fotografía.

Y es que su familia «siempre ha vivido todo muy fotográficamente». Todo y que él y sus hermanos convivían con nada menos que con una leyenda del fútbol, campeón de cinco copas de Europa junto a otros mitos del Real Madrid como Gento, Puskas y Di Stefano. Desde entonces su apellido estuvo ligado a la portería. Hasta para hacer equipo en el cole. «No era malo», aclara, pero lo cierto es que, por raro que parezca, el deporte rey no lo vivió en casa con toda la intensidad que cabría suponer. «Cuando tuve uso de razón mi padre ya se había retirado y después no fue un seguidor muy acérrimo. De hecho, puede que se hablará más en casa de fotografía que de fútbol», dice, consciente de que su padre ocupa un lugar privilegiado en el origen de la que después fue su profesión.

Su revelación

«Ver cómo la imagen, con los químicos, aparecía poco a poco de forma casi mágica me atrapó»

De sus 'guantes' salió su «gran revelación», en ese momento en el que el también exportero del Alavés le animó a subir a su laboratorio y destaparle los secretos del revelado. «Para mi ver cómo la imagen con los químicos aparecía poco a poco, de esa forma casi mágica... Esa parte de misterio me atrapó para siempre», se sincera. Los libros sobre los grandes fotógrafos estadounidenses que atesoró Berasaluce padre hicieron el resto en una época en la que, reconoce, «no había muchas opciones para formarse».

Publicidad

Su abuela entonces le regaló su primera cámara, una Kodak fiesta. El juguete con el que hizo sus primeras virguerías. «No concibo la fotografía sin ser analógica», se explica. «Eso no quiere decir que lo digital sea peor, pero me interesa más mi procedimiento. Esa espera me da tiempo a pensar en cómo lo has hecho y, en otras ocasiones, a olvidarme y luego redescubrirlas».

Arquitecto por accidente

Lo único que le apartó –aunque nunca del todo– de la que ha sido su pasión, fue su profesión 'de título'. «Estudié para ser arquitecto técnico por aquello de satisfacer a mis padres, pero ejercí poco tiempo. Hasta que encontré mi trabajo en el Archivo». Aunque, como todo aprendizaje, observa que dejó su poso. «Hay gente que me dice que se nota en la forma que tengo de encuadrar las fotos, que tienen una forma muy lineal».

Publicidad

Fotógrafo y arquitecto

«Hay quien ve influencias en el encuadre de mis fotos. Dicen que son más lineales y organizadas»

En casa tampoco abandonó ese «mandato casi inconsciente» por retratar a sus más queridos. «Siempre tuve predilección por retratar mucho a mis hijas de pequeñas». De hecho, confiesa, guarda instantáneas «hasta de cada vez que partían en tren de viaje». Y también, como el dúo Arqué, de momentos significativos de la historia reciente de Vitoria. «Me gusta tener fotos de edificios que ya no existen. Tengo fotos del derribo de la Plaza de Toros».

Su última pericia fue una serie que tomó en la piscina de su casa de vacaciones, próxima al castillo alicantino de Santa Bárbara, y que estuvieron expuestas hasta el pasado mes en la sala Amárica. Viva imagen de esa nueva cotidianidad que le espera en adelante y para la que prepara algunos proyectos. «Aprovecharé para digitalizar todo mi fondo». De su sucesor nada sabe, pero le lanza un consejo. «Uno puede sentirse aquí un poco aislado y, si no lo tomas con entusiasmo, puede ser aburrido. Pero si intentas aprender de lo que ves te lo puedes pasar en grande. Yo lo he hecho».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad