Ocho bomberos para llorar a Celedón
Solo pudieron certificar la quema fortuita del mito festivo en la misma torre de San Miguel al día siguiente de su subida en 1975
Un luctuoso suceso aconteció el 10 de agosto de 1975 en Vitoria, un lugar tranquilo aquel domingo posterior a la algarabía festiva. De pronto, una ... humareda que surgía de lo alto de la torre de San Miguel, en el corazón mismo de la ciudad, alertó de que algo trágico ocurría en la iglesia donde se venera a la patrona. No eran las diez menos cuarto de la noche. Aquellos vitorianos que de paseo por el centro se resistían a retirarse a casa el día de resaca se vieron sorprendidos por una misteriosa columna de humo. De entre los muchos que se arremolinaron en la plaza de la Virgen Blanca surgió la voz de alarma. En la Vitoria de hace medio siglo, el parque de bomberos estaba en la Cuesta de San Vicente, pegado a la parroquia, cerquísima del escenario de la desdicha y el asombro. Había fuego en el campanario pero nadie sabía qué se estaba quemando. Ni se lo podían imaginar.
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Hasta que el disgusto se hizo mayúsculo cuando se conoció que era Celedón, sí, el bonachón aldeano de la Llanada que trae la buena nueva a Vitoria cada 4 de agosto, esta vez convertido en tea. El blusa hecho mito había pasado el domingo en el chapitel tras cumplir con el cometido de despedir las fiestas con su ascenso la madrugada del 10. Todo hay que decirlo. Tuvo muy mala suerte. No debía estar recostado en la torre, sino retirado hasta el año que viene en los almacenes municipales, pero como era jornada festiva los bomberos lo dejaron hasta el día siguiente, lunes 11, cuando tenían previsto llevárselo.
Y así fue, ciertamente, solo que terminaron por cargar con un Celedón reducido prácticamente a cenizas. Se libraron del incendio solo parte de la cara, la txapela, el hatillo y el paraguas. El monigote de trapo se consumió. Y eso que el Cuerpo de Zapadores-Bomberos del Ayuntamiento puso a todo su personal de guardia a la tarea de sofocar la quema y rescatar al alma de la fiesta. No pudo ser. Lloraron su final, certificaron su muerte por ignición.
Tres extintores
El Archivo Municipal conserva el parte de aquella actuación de los hombres que hicieron hasta lo imposible por salvar a Celedón de las pavorosas llamas que lo combustieron. El documento de dos caras cumplimentado a rotulador por un oficial del equipo de extinción recoge los detalles de tan conmovedor suceso. Fueron ocho bomberos los que acudieron al rescate: Antonio Barrio, Ochoa, Félix Marigorta, Félix Larrinoa, Máximo García, Jesús Hernández, O. Corujo y Prudencio Arróyabe. Componían el primer turno, de guardia de 14.00 a 22.00 horas.
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Se atribuyó el incendio del muñeco a un cortocircuito provocado por las luces festivas que adornaban el chapitel de la iglesia
Celedón les hizo la pascua. Como su actuación duró 45 minutos, debieron alargar su jornada laboral. Consta en el parte que por esa razón cobrarían horas extras. «Pongo en conocimiento que a las 21 y 45 se (h)a salido a la parroquia de San Miguel. Al campanario. Para sofocar 1 incedio en el cual se (h)a quemado el muñeco Celedón (total)», escribió y firmó Corujo después de una dolorosa salida. Otro detalle. Los bomberos que vieron a Celedón menguarse hasta la desolación emplearon un extintor de polvo y dos de nieve. No movilizaron sus bombas de agua.
En el escrito del siniestro no se expone la causa, pero luego trascendió que su origen estuvo en un cortocircuito en la torre de la iglesia, adornada por farolillos festivos. Al encenderse las luces aquella noche, saltó una chispa que prendió en el atuendo del muñeco. La comisión de Festejos (concejalía) se apresuró a anunciar que habría un nuevo Celedón para el 4 de agosto de 1976, el del polémico chupinazo tras los sucesos del 3 de marzo. De su creación se encargó Javier Gracianteparaluceta, que lo diseñó a imagen y semejanza de José Luis Isasi, el Celedón de carne y hueso desde 1957. El quemado fue el tercer muñeco con triste despedida. 'Pepito', el primero, se estampó contra el tejado de San Miguel la misma tarde de su inaugural descenso. Después fue encontrado ahorcado en un árbol de La Florida. El segundo también quedó inservible, en su caso en ls fiestas de 1973.
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