Los nuevos barrios ganan 32.500 habitantes en 10 años mientras el resto de Vitoria envejece
El éxodo de población joven hacia Zabalgana y Salburua hace que apenas sumen un 3% de mayores de 65. En El Pilar superan el 40%
Con los habitantes de Salburua y Zabalgana se podría abarrotar tres veces el Buesa Arena, ocupar todas las butacas de cincuenta teatros como ... el Principal o repetir la participación en la última media maratón de Vitoria durante quince ediciones. Casi 46.000 personas alimentan hoy el padrón de los barrios más jóvenes de la ciudad, el triple que hace una década. El último análisis del INE, cerrado a 1 de enero de 2019, evidencia el éxodo poblacional hacia ambas zonas –con subidas en su censo por encima del 200% desde 2009– mientras se desangran barrios como El Pilar, Santiago o San Cristóbal. La ciudad ha mutado, y mucho, en diez años. No sólo por el trasvase de vecinos hacia sus extremos, unos 32.500 en este tiempo con un escaso 3% de residentes que han cumplido los 65, sino también por el imparable envejecimiento del resto de la urbe y la constante llegada de extranjeros, el auténtico 'motor' de su crecimiento con el colectivo marroquí a la cabeza.
La fotografía que toma el INE retrata la vida que respiran unos barrios y la «muerte social» de otros en una urbe que supera los 251.000 censados. En su esplendor se encuentran Salburua, Zabalgana o Aretxabaleta-Gardelegi. Allí «hay una población joven y fértil, viviendas nuevas y ambientillo en los bares y en su pintxopote», dibuja el antropólogo Jesús Prieto Mendaza. En torno al 25% de su padrón tiene menos de 14 años, el mismo porcentaje de mayores de 65 que residen en San Martín. El distrito donde se erige la moderna sede municipal «fue un polo de atracción de gente joven en los ochenta» que ahora comienza a peinar canas. «Su parque era un hervidero de niños hace años pero hoy paseamos por él a la gente mayor y ha cerrado la tienda de chucherías», describe como observador de este rincón. La escena se repite en puntos como Gazalbide (un 42,6% de jubilados), El Pilar (40,1%) y Txagorritxu (37,6%), los más envejecidos de la ciudad, aunque los centenarios se concentran en Coronación, donde residen once de los 93 vitorianos que superan el siglo en su DNI. Sus hijos, sus nietos, decidieron independizarse en otros distritos expulsados muchos de ellos de las calles donde crecieron por culpa de una burbuja inmobiliaria que no paraba de engordar.
Desde el extranjero
«El envejecimiento es evidente pero no es como antes. Hoy con 18 años se sigue siendo adolescente y con 65 no podemos hablar de personas viejas o inactivas», reflexiona el doctor en Sociología y profesor de demografía en la UPV/EHU. Los barrios, como ocurre con los humanos que los habitan, saborean en ocasiones una segunda juventud. Ha ocurrido en Judimendi o Zaramaga, donde ahora se ven unos 170 chavales más (de 0 a 14 años) que en 2009 por efecto de la inmigración. «La vivienda en estas zonas tiene muchos años, se ha ido deteriorando... y atrae a sectores de la población que no son los tradicionales porque es más barata», explica Prieto Mendaza. Yestos nuevos vecinos desembarcan con «unos patrones de fecundidad más altos», agrega el sociólogo. Los extranjeros se asientan especialmente en el Casco Viejo, Arana o San Cristóbal, entre otros rincones de la capital alavesa que pulverizan el 13,2% de residentes nacidos en otros países que suma la ciudad. En la 'almendra' medieval, por ejemplo, una cuarta parte del vecindario ha nacido fuera de España. Entre calles gremiales y cantones conviven 384 marroquíes, la nacionalidad más común en Vitoria (4.323 en total) seguida de la colombiana (2.183) y la nigeriana (1.863), que en diez años han sextuplicado su presencia en esta urbe. «Los africanos del sur del Sahara vienen sobre todo con el sueño de estudiar», asegura Filomena Abrantes desde la Asociación de Residentes Afroamericanos.
Entre los colectivos que más compatriotas ha ganado en los últimos años destaca el venezolano. Hoy son 596 en la ciudad, más del doble que hace una década, y la mitad han aterrizado en los dos últimos ejercicios empujados por la delicada situación de su país. Su evolución «se aleja en algunos casos de las pautas de procedencias latinoamericanas y es previsible que a corto plazo estos flujos no se detengan», intuyen desde el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi. Pero no todos los extranjeros que pisan Vitoria deciden quedarse aquí y como prueba aparecen los 818 ecuatorianos o los 643 portugueses que ha perdido el censo local desde 2009. En el caso de los sudamericanos, cree Abrantes, el retroceso se produjo con la crisis cuando decenas de ellos regresaron a su origen. «Volvieron con la esperanza de que las cosas hubieran cambiado en sus países pero en realidad habían ido a peor».
Menos vecinos en el centro por el cierre de comercios
Ni el Ensanche ni Lovaina son los barrios que más población han perdido en la última década –sí destacan, eso sí, como los únicos con menos extranjeros hoy que en 2009– pero llama la atención que el centro de la ciudad sea ya más una zona de paso, y paseo, que de residencia. «Sus viviendas pueden haber envejecido pero siguen siendo atractivas incluso para la gente joven. El problema es que ha habido una desertización del comercio», analiza el antropólogo Jesús Prieto Mendaza.
Sobre Dato, Postas u Ortiz de Zárate pesa «un aspecto fantasmal y eso repele a la gente», remata consciente de que el precio del metro cuadrado en el 'salón de estar' vitoriano tampoco es apto para todos los bolsillos y de que en este rincón faltan, por ejemplo, garajes. «La gente joven estaría encantada de vivir en un lugar privilegiado. Mira Sancho el Sabio, está lleno de vida, pero si no tuviera comercio se vaciaría en uno, dos o tres años». El antropólogo recuerda que el urbanismo requiere de «previsión y gestión municipal», algo que echa de menos en la capital vasca.
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