Lecciones de cinco alumnos alaveses de FP para esquivar el fracaso escolar y triunfar
Estudiantes de distintos grados básicos desvelan cómo han logrado un presente y un futuro esperanzadores
Frustración. Es una de las palabras que más se repite durante las conversaciones con los cinco protagonistas de este reportaje. Es lo que sentían en ... el colegio o en el instituto, un lugar en el que no estaban cómodos y desde donde veían un futuro negro. Algunos como Yerai Escalante o Paola Vargas dejaron de ir a clase, por falta de interés o porque no se veían capaces de seguir el nivel. Otros, como Isaac Valenzuela, fueron expulsados en varias ocasiones. Y los cinco repitieron algún curso –o dos– de la ESO. Sus casos podrían reunir todas las papeletas del fracaso escolar, pero lo que todos comparten es que lograron darle un giro a sus vidas. Isaac, Paola, Yerai, Marta y Álex recuperaron la ilusión gracias a matricularse en un ciclo formativo de FP Grado Básico, unos estudios sobre los que todavía recae un estigma que ellos se encargan en desmentir. En el último curso, según datos del Eustat, estaban matriculados en FP Básica 4.746 alumnos en Euskadi (665 de ellos en Álava).
«No me gusta la palabra fracaso. Estamos hablando de un perfil de alumnado que no ha acertado en el instituto y con el que el profesorado tampoco ha acertado», apunta Iñigo Erauskin Barandiaran, director del Cepa El Carmen. «Llegan aquí con la autoestima baja, así que la labor tutorial es importantísima. Les hacemos reconocer sus virtudes y descubrir habilidades que ni ellos mismos sabían que tenían. Trabajar el aspecto emocional es primordial», añade. Según su experiencia, aproximadamente un 60% de los jóvenes que completa un Grado Básico pasa a uno Medio, mientras que el 30% opta por insertarse en el mundo laboral y el 10% sigue su formación a través de otras vías, como Lanbide.
«Aquí lo vemos como un proyecto muy ilusionante para chavales a los que no les va bien en la ESO. Consiguen tener motivación, que es la madre de todos los aprendizajes», asegura Luismi Berrueco, responsable de los ciclos de Formación Básica en Egibide. Este educador con una larga experiencia explica que el perfil del alumnado ha cambiado en los últimos años. «Antes eran principalmente chavales desestructurados, descarrilados, con más dificultades a parte de las académicas. Ahora nos encontramos con jóvenes muy muy normales, esto no es el Bronx», ironiza. De ellos, «muchos» llegan a estudiar a la universidad y los educadores también constatan que en este tipo de estudios hay «muchísimo menos abandono que hace diez años» aunque a algunas familias «todavía les cuesta» verlo como algo positivo.
Isaac Valdueza Mantenimiento
«Estaba en un agujero negro, fue mi salida»
Una salvación. Eso es lo que supuso la FP de Grado Básico para Isaac Valdueza, como para tantos otros jóvenes que en un momento dado vieron su futuro demasiado negro. «En el instituto me sentía muy frustrado. No sabía qué podía hacer ni para donde tirar y todo eran problemas. Problemas en el aula, en casa y conmigo mismo. La frustración fue a más y todo era un agujero negro, en ese momento tenía que buscar una salida y la encontré», rememora este estudiante de 20 años residente en Araia. Esa salida a la que se refiere fue matricularse en un Grado Básico de Mantenimiento.
La decisión no fue sencilla, porque como él mismo reconoce «cuando empecé, la idea que había sobre esto era fatal. La FP Básica está muy mal vista, se relaciona con gente problemática y que no tiene un futuro». Sin embargo, Isaac afirma tajante que «para mi esas palabras no valen porque en mi caso supuso un cambio radical». En el colegio repitió curso en la ESO y fue expulsado en varias ocasiones. «Me diagnosticaron hiperactividad y los profesores en vez de atender esa situación especial me querían fuera. La situación era insostenible», narra.
Comenzar sus estudios de Mantenimiento en Egibide-Jesús Obrero «fue un antes y un después para mí». Este joven ha pasado de «no querer hacer nada a tener motivación para venir a clase y estudiar. La sensación es muy buena». También valora de manera positiva la oportunidad de hacer prácticas en empresas compaginadas con la formación académica. «Es un plus, sin duda. Tener contacto directo con profesionales que trabajan de lo que te gusta es muy positivo. A mí me ha ayudado a centrarme y ver que esto va a ser mi oficio y mi vida», confiesa Isaac, que en la actualidad cursa un Grado Medio de Mecanizado. En el futuro le gustaría continuar con sus estudios y matricularse en un Superior de Mecatrónica. «Quiero exprimir esto y algún día hacer algo importante», comparte con la ilusión que algún día perdió y ha conseguido recuperar.
Paola Vargas Peluquería
«En el colegio no me veía capacitada»
Paola Vargas emigró de la ciudad de Maracay (Venezuela) a Vitoria con su familia cuando tenía 12 años. La llegada y la adaptación fueron duras, y en ese camino complicado la Formación Profesional de Grado Básico se ha convertido en una ventana de luz a su futuro cuando lo veía demasiado oscuro.
«Cuando llegué a España y empecé en el colegio no me veía capacitada para seguir el ritmo de mis compañeros. Mi nivel era otro porque aquí los estudios son muy diferentes a mi país», recuerda esta joven de 17 años. En esos momentos, los sentimientos negativos se apoderaron de Paola. «Estaba entre agobiada y frustrada, no sé muy bien cómo explicarlo pero no me sentía bien. Además, cuando uno llega aquí desde otro lugar siente una especie de depresión y yo entré en eso», se sincera. Entonces llegó el absentismo escolar, dejar de asistir a clase y abandonar los estudios. Algo muy común entre los jóvenes que deciden apostar por los Grados Básicos. En el caso de Paola fue una educadora la que le informó sobre esta opción que no conocía. «La orientadora me habló de la FP Básica y el grado de peluquería es el que más me llamó la atención».
Emprender este camino supuso un cambio radical para esta joven venezolana. «Nada más empezar a estudiar me sentí mejor porque es algo que me gusta y estoy cómoda. Me orientaron mucho y me adapté rápido», explica sobre sus inicios en CEPA El Carmen, el centro ubicado en la Avenida de Judimendi. En el primer curso se formó en manicura, pedicura y cambios de forma y ahora está aprendiendo técnicas de depilación. En marzo realizará sus primeras prácticas en un centro de belleza. «Entré aquí sin saber secar un pelo y he aprendido muchísimas cosas en poco tiempo», celebra. Y sobre su futuro laboral lo tiene muy claro: «Me gustaría seguir con el ámbito de la estética porque quiero estudiar tanatoestética. Entre mis proyectos está realizar un curso sobre esa especialidad en Madrid».
Álex Pages Mecanizado
«Empecé a tener ganas de venir a clase»
Álex Pages repitió dos cursos –1º y 2º de la ESO– y se dio cuenta de que permanecer en un aula seis horas al día sin levantarse de la silla e intentando memorizar los contenidos de las diferentes asignaturas no era lo suyo. Su futuro no podía pasar por seguir la línea de estudios tradicional y decidió, con el apoyo de docentes y familia, decantarse por la Formación Profesional. «En el colegio no estaba nada cómodo ni motivado para estar en clase y estudiar, todo lo contrario», resume este chaval de 21 años.
«Me dijeron que la FP me iba a resultar mucho más amena y así fue. Nada más empezar en Egibide me di cuenta de que pasabas menos tiempo en el aula estudiando como tal y que eso se compaginaba con el taller. Hay mucha diferencia con lo que se hacía en el instituto», profundiza Álex, que eligió formarse en Mecanizado y ahora cursa otro grado de Diseño Industrial. Coincide con otros alumnos en destacar el importante papel que juega el profesorado en los Grados Básicos y en lo fundamental que resulta esa primera acogida cuando uno llega de lo más perdido. «Los profesores te hacen más caso y te meten caña, pero yo estaba muy a gusto con ellos y se genera una confianza que en una clase de la ESO con 25 alumnos es algo imposible. Aquí estamos 15 chavales y se nota».
En su caso, tuvo la oportunidad de realizar prácticas en el servicio de recogida neumática de Vitoria y es algo que valora de manera muy positiva. «Me trataron muy bien y se me hizo ameno el trabajo», cuenta Álex. La gratificante experiencia y el entorno le animaron a seguir formándose con la vista puesta en el mercado laboral. «Pasé de ser el típico chaval que no tiene ganas de hacer nada en clase a tener ganas de venir a clase, pasarlo bien, tener buen rollo con los profesores y te ayuden...», reflexiona el joven. Su próxima ilusión es poder trasladarse durante una época al extranjero para poder realizar prácticas en otro país. «Me han dado la opción y estoy intentándolo, tengo mucha ilusión».
Marta Bonilla Servicios Comerciales
«Todavía hay muchísimo estigma»
Cuando echa la vista atrás para recordar su primera toma de contacto con la FP de Grado Básico, Marta cuenta una anécdota que ilustra lo mal vista que todavía está esta opción en muchas ocasiones. «En mi caso personal, veía los Grados Básicos como algo con lo que no podías ganarte la vida, algo con lo que no ibas a convertirte en una persona valiosa para la sociedad. Principalmente porque los profesores nos hablaban de ello de una forma bastante negativa. Nunca olvidaré un ejemplo que nos pusieron relacionado con la cocina. Nos dijeron que si hacíamos una FP Básica de cocina estaríamos pelando patatas el resto de nuestra vida y nunca llegaríamos a nada más».
Su caso es el claro ejemplo de que no es así. Tras completar el Grado Básico de Servicios Comerciales, se matriculó en el Medio de Gestión Administrativa y ahora cursa un Superior de Marketing y Publicidad. Marta decidió apostar por otras vías cuando repitió 3º de la ESO en dos ocasiones. «No era la mejor estudiante del mundo, no me concentraba, no me esforzaba... en definitiva, no estudiaba y suspendía. Sentía frustración y ya había repetido el máximo de veces, así que decidí que lo mejor era optar por un Grado Básico. Tenía claro que quería algo relacionado con las empresas y la compraventa», asegura. El cambio al entrar en Egibide fue casi inmediato.
«Empezar aquí fue fantástico. Uno de los mejores años de mi vida, y eso que llegué bastante triste por las cosas que nos habían metido en la cabeza. Pero aprendí muchísimo y por eso me decidí a seguir en el camino de la FP». A pesar de su buena experiencia, Marta está convencida que sigue habiendo «muchísimo estigma» y que a los alumnos que entran en la FP Básica se les trata como si fuesen menos que otros. «Me gustaría recalcar que hay más formas de continuar unos estudios. Que no tiene por qué ser la línea que nos han enseñado siempre de ESO, Bachiller y universidad», desliza esta joven que tiene como objetivo ir a la universidad y llegar a ser docente de FP.
Yerai Escalante Mecánica
«Los profesores son mucho más agradables»
La historia de Yerai Escalante es la historia de una reconciliación. En su caso, con los estudios después de una época en la que casi llegó a descolgarse por completo de la rutina escolar. «De pequeño estudiaba un montón, pero luego tuve una temporada en la que me distraía muchísimo y no lograba concentrarme», explica este vitoriano. Eso fue en el primer ciclo de la ESO. «En esos momentos me llamaba más la atención salir con los amigos, jugar a videojuegos, estar por ahí... cualquier cosa que no fuera estudiar como tal porque no le veía sentido. Cualquier otra cosa me parecía más rentable», profundiza. Fue entonces cuando dejó de asistir a clase con asiduidad y repitió 2º de la ESO.
«Estaba claro que iba a repetir curso otra vez. Entonces me reunieron los profesores y me propusieron la opción de ir a El Carmen», cuenta este estudiante de 17 años. En un primer momento no lo recibió nada bien. «Sinceramente, me lo tomé como una falta de respeto. Sentí que me estaban mandando a un lugar para tontos, porque yo pensaba que era para tontos. Empecé muy desmotivado pero eso cambió pronto», describe.
En su caso cursó un año de educación complementaria antes de acceder a la Formación Profesional y ya en el Grado Básico se topó con una variable que para él marcó la diferencia. «Los profesores de aquí son mucho más agradables contigo que en el colegio. Se preocupan por cómo estás, por tu evolución... Y esa es una de las cosas que me hizo volverle a coger cariño a estudiar. Aquí he tenido muy buena relación con las personas que me han dado clase», valora Yerai, que cursa el segundo curso del Grado Básico de Mecánica. «Ahora ya no hace falta ni que me motiven, tengo ganas por mí mismo». Su intención después de esta segunda oportunidad es continuar con los estudios, aunque en otro ámbito diferente. «Me gustaría hacer programación de aplicaciones y webs porque es algo que se paga bastante bien y además me entretienen un montón».
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