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El compositor llodiano falleció en la localidad tejana de San Antonio. Robert A. De Villar

Julián Martínez Villar, el músico olvidado

La Cofradía de Llodio ha impulsado una biografía de este vecino ilustre emigrado en 1905 a México y Texas escrita por Egoitz Bernaola

Sábado, 5 de octubre 2019, 23:38

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Llodio se dispone a hacer un ejercicio de recuperación de la memoria para rescatar del olvido en el que ha estado sumido durante más de un siglo a uno de sus hijos, el músico Julián Martínez Villar, que nació en la localidad alavesa en 1870 y terminó sus días en San Antonio (Texas), en 1944, después de una fructífera trayectoria en la que compuso decenas de temas. La Cofradía ha abordado este proyecto que verá la luz en breve y que forma parte de su objetivo de recuperar el patrimonio local. El trabajo de investigación arrancó hace dos años y se ha encargado de él otro llodiano, Egoitz Bernaola, que ha desvelado los entresijos de su trayectoria gracias a la colaboración de Robert A. De Villar, nieto de Julián, un estadounidense apasionado por la figura de su abuelo, que ha ido recopilando retazos de su vida; fotografías, partituras y otra documentación que Egoitz ha completado con una ardua investigación en archivos. El resultado es un libro, 'El maestro Julián Martínez Villar' que se editará junto a un CD que recoge parte de su trayectoria musical.

«Como con el pintor Joaquín Bárbara, estamos rescatando personajes que poca gente conocía y que han tenido una gran proyección internacional. En el caso de Julián Martínez Villar, se añade que su familia está en Estados Unidos y no queda nadie en Llodio. Quizás por eso, su ciudad natal le olvida. Sin embargo, su familia estadunidense ha tenido muy presente que su abuelo era llodiano y siempre han tenido ese orgullo», explica el escritor. El libro se presentará en el casino y la música del disco se podrá oír por primera vez en la localidad que le vio nacer de la mano de otros dos llodianos, el pianista Antonio Oyarzabal y la soprano Adriana Martínez. «Para mí, lo más interesante es la interpretación de los cantos populares vascos, una música fácil de reconocer», asegura el pianista, emocionado con el proyecto.

Origen humilde

Egoitz Bernaola también ha sido el encargado de escribir la biografía del músico llodiano en Wikipedia «para darle visibilidad porque apenas había información en internet».

La trayectoria de Martínez Villar arrancó en Llodio por casualidad. Su padre, Julián Martínez de la Hidalga y Abans (1848) nació en Bilbao, aunque era de ascendencia alavesa. «Fue tamborilero y txistulari en Orozko y en Llodio, donde también hacía labores de hojalatero y alguacil», explica Bernaola. Además estaba casado con una llodiana, Juliana de Villar Yzaguirre. Lo más probable es que, dado el origen humilde del protagonista del libro, su primer contacto con la música fuera a través de su padre y del organista de la parroquia de Llodio. También es probable que el parentesco entre la madre de Julián y la esposa del segundo marqués de Urquijo, Dolores de Ussia y Aldama, le abriera las puertas de una formación especializada en Bilbao, ya que «el pianista le dedicó una de sus obras y tanto ella como su marido, el marqués, brindaron su apoyo a jóvenes que despuntaban en el arte», añade Bernaola. En Bilbao completó su formación y llegó a dar clases de solfeo y canto con un método propio que recogió en el libro 'Teoría completa del solfeo en preguntas y respuestas' editado en 1894, un hecho que coincidió con su primer matrimonio, del que nacieron cuatro hijos y de los que apenas se conservan datos. En aquella época ganó varios premios de composición y participó en las peregrinaciones vascas a los santuarios guipuzcoanos de Loiola y Arantzazu, Roma y Tierra Santa, Egipto y Roma a finales del siglo XIX y principios del XX organizadas por el Patronato de Obreros de Bilbao.

En 1902 ya estaba viudo y obtuvo una plaza de profesor de música en las Escuelas Municipales de Bilbao y poco más tarde inició la publicación del 'Álbum de cantos vascongados'. «Un total de treinta y una piezas, todas ellas canciones populares conocidas que habían sido arregladas por el maestro para su interpretación al piano, y que conformó la gran aportación de Martínez Villar al ámbito de la armonización de la música vasca», explica Bernaola.

México y Estados Unidos

En 1905 fue nombrado director de orquesta del Teatro Principal de la Ciudad de México, a donde llegó con su segunda esposa, Basilisa Riva Pellón. Allí siguió publicando obras como el pasodoble 'Progreso y libertad' y mantuvo una intensa relación con la comunidad vasca y asturiana, al tiempo que trataba con la sociedad mexicana. Su trabajo le hizo merecedor de un concierto homenaje cuando cumplió 37 años en el que colaboraron compañías teatrales, músicos, orfeones y el propio compositor. En México también fue director del Teatro Guerrero, en Puebla.

La inestabilidad que generó la revolución mejicana se llevó a la ciudad texana de Laredo, en Estados Unidos cuando corría el año 1914. Allí inició un carrera que le llevó por varias orquestas y le permitió recuperar su tarea como profesor. Tampoco dejó de componer y en 1918, «destaca la publicación de dos piezas, las primeras de su etapa norteamericana. La marcha tejana para piano y voz 'The Texans are ready', a la que puso letra de J. W. Falvella, que se desarrolla en el contexto de la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial y la marcha para piano, 'El mantón de Manila', que tienen una clara inspiración hispana». Su último traslado fue en 1924 y tuvo como destino la ciudad texana de San Antonio, donde continuó su labor como director de orquestas y falleció en 1944.

Su obra

Martínez Villar fue un compositor, fructífero «porque durante toda su vida vivió de la música», asegura el investigador, que ha descubierto obras que no estaban incluidas en su repertorio. Sin embargo, «son un reflejo tanto de su personalidad, intereses, necesidades y anhelos, como de la identidad, la multiculturalidad, las circunstancias históricas, políticas o sociales y las modas inherentes a cada lugar y cada época». También ofreció distintas versiones de su propio nombre a lo largo de su vida y se presentó como Julián Martínez Villar, Julián Martínez V. y Julián Mtz. Villar entre otras.

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