Gazatíes esperan recibir alimentos. Mahmoud Issa (Reuters)
Se non è vero...

Un pensamiento para Palestina

Domingo, 27 de julio 2025, 00:12

El viernes, día de Santiago, los vitorianos comenzamos a poner a punto la maquinaria de las fiestas de Vitoria. El 25 de julio sigue ... siendo el banco de pruebas de las cuadrillas de blusas que, tras un año en el dique seco, ponen a punto sus uniformes y engrasan las albarcas para desfilar día tras día, paseíllo tras paseíllo.

Publicidad

Si la fiesta huele a algo, es a ese ambiente de celebración, de alegría contenida, que se derramará desde la torre de San Miguel con la bajada de Celedón. Pero siempre que se organiza un festejo, aparece un gafe para amargarnos el día. Permítanme que en esta ocasión sea yo quien ejerza de cenizo, pidiéndoles dos minutos de su tiempo.

Hace más de 75 años, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo descubrió los horrores de los campos de concentración del nazismo. Las imágenes grabadas entonces, en un desolador y aséptico blanco y negro, resultan extrañamente parecidas a las que vemos cada día en Palestina: niños extenuados y cadavéricos, de mirada perdida, muriendo de hambre; sus huesos asomando groseros tras una piel apenas transparente, a punto de la consunción.

He de decir que la diferencia entre lo que ocurrió en los campos de concentración alemanes y lo que sucede hoy tras las alambradas de Gaza, es que entonces el mundo era ajeno a los horrores del holocausto. Ahora, por el contrario, todos somos testigos de lo que está ocurriendo tan cerca de nosotros.

Publicidad

Escenas de películas que pasarán a los anales de la deshumanización del régimen nazi, como 'El pianista' o 'La lista de Schindler', se repiten nuevamente en Palestina, ante la pasividad inexplicable e intolerable de la vieja Europa.

Hemos visto cómo los soldados de Israel hacían bailar a palestinos, obligados a sostener la bandera judía, del mismo modo que el SS alemán hacía bailar a punta de pistola a los judíos en el gueto de Varsovia en la película de 'El pianista'.

Publicidad

Leemos cómo en los repartos de comida organizados por empresas judías y norteamericanas, los francotiradores asesinan sin piedad a un 'ejército' harapiento e inerme de palestinos famélicos en busca de alimento para sus hijos.

La lectura de estas tropelías me recordó al comandante de la SS Amon Goeth en 'La lista de Schindler', disparando aleatoriamente desde el balcón de su barracón a los prisioneros judíos en el campo de concentración de Plaszow. Por placer. Simplemente porque podía.

Publicidad

He vuelto a ver las imágenes de esta colosal película de Spielberg y llorado amargamente viendo la maldad encarnada en hombres de uniforme. En aquel tiempo, la ignorancia eximió de responsabilidad a los coetáneos de aquel horror. Hoy, por el contrario, no hay excusa que justifique el hecho de que el mundo mire para otro lado y responda con un silencio incomprensible.

Qué ironía del destino que quienes asesinan y torturan hoy, con total impunidad, no porten esta vez una cruz gamada en el brazo de su uniforme, sino que lleven la estrella de David en sus guerreras, para vergüenza de sus abuelos masacrados por el ejército alemán el siglo pasado.

Publicidad

Por eso, hoy me he atrevido a pedirles que, antes de sumergirse en las fiestas, tan merecidamente ansiadas, le dediquen un pensamiento a Palestina. A las víctimas asesinadas como perros. A los responsables de este nuevo holocausto. Y a quienes rehúyen asumir su responsabilidad para frenar esta infamia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad