Las joyas del Museo de los Faroles

Esta pieza simboliza la presencia de la Virgen Blanca en el inicio de la procesión de Los Faroles. Desde cada esquina de una base cuadrada nacen cuatro florales faroles sobredorados de estilo barroco y desde el centro emerge una gran cruz blanca metálica de hierro, hojalata y latón. Los extremos de su brazo horizontal,unidos por un metal semicircular con decoración vegetal, tienen dos cristales grabados con los escudos de Vitoria y Álava. Sobre la vertical descansa una imagen de la Virgen Blanca. En el remate destaca el escudo de la Orden de Predicadores.

Es el símbolo de la firmeza de la fe que debe pregonar el creyente. Cuenta con cuatro faroles de metal, uno en cada esquina de su base cuadrada, que están decorados con motivos vegetales y formados por 22 vidrios blancos y verdes. En su centro reposa imponente la columna de la fe, de forma octaédrica y rematada con un disco solar. Una estructura piramidal que contiene 122 piezas de vidrio que se cierra con un farol pentagonal sobre los que reposan los escudos de Vitoria y Álava. En la mitad de las columnas se colocaron cuatro rombos de cristal con inscripciones en referencia a los textos de Jeremías capítulo 1 , versículo 18.

El gozo, la alegría, la confianza de María, su manifestación de amor y la prueba de fe de la encarnación del Hijo de Dios. Estos Misterios están representados en cada una de las cinco carrozas de base cuadrada y estilo neogótico. El templete de estos faroles, realizados en los talleres de León Quintana de Zaragoza, está rematado con chapitel de cristales de multitud de colores. Las carrozas cuentan con cuatro pilares en cada una de las esquinas con terminación de pináculos. Están compuestos por vidrios de colores primarios (rojo, azul y amarillo) que impregnan de vitalidad cada una de las escenas.

Sus cinco carrozas forman las diferentes escenas que componen la pasión y la muerte de Jesucristo. La oración en el huerto, la flagelación, la Coronación de espinas, la crucifixión... Creados en los talleres de León Quintana de Zaragoza, guardan similares características con las carrozas de los Misterios Gozosos. Su tamaño es algo mayor y sus templetes son de estilo neogótico y decorados con tallos vegetales. Sus pilares se fragmentan en tres tramos y el farol termina con un chapitel muy puntiagudo decorado con rameados.

La Resurreción, la Ascensión de Jesucristo a los cielos, la venida del Espíritu Santo, la Asunción de la Virgen de los cielos y la Coronación de Nuestra Señora son las escenas que representan estas cinco carrozas. Simbolizan el tercer tramo de este camino de la fe, lleno de gozo y gloria. Ensalzan la divinidad triunfante sobre el mundo y su carácter celestial. Fueron realizadas en los talleres vitorianos de Manuel Grandes y Luis Ariciniega. Su cuerpo, de forma circular, descansa sobre media esfera. Predominan las tonalidades azules y su centro está enmarcado por dos candelabros columnarios. En su cúspide descansa una bella estrella poliédrica, de un azul más intenso, como simbología del cielo eterno.

En esta ocasión los cinco misterios se representan en una sola carroza. El Bautismo de Jesús, las Bodas de Caná, el Anuncio del Reino de Dios, la Transfiguración y la Institución de la Eucaristía. Todos ellos fueron introducidos en la carta apostólica 'Rosarium Virginis Mariae' de Juan Pablo II. Se trata de un diseño de carácter contemporáneo, aunque sigue la línea de los ya existentes. Presenta una iconografía clásica en formas, escenas y colores.

El Padrenuestro se reza al inicio de cada uno de los Misterios, por lo que se construyeron un total de 15 faroles con forma de cruz griega y cristal blanco, rodeados por un halo de luz con pequeños rayos y rematados con corona dorada. En el centro, se pude leer 'Pater Noster' en una circunferencia de vidrio granate.

El Ave María está representado en 150 faroles, diez para cada uno de los quince misterios. De formato pseudo-esférico, cuentan con cuatro caras circulares de cristal con las letras A M superpuestas. Sus colores cambian según los Misterios a los que pertenezcan.

Son quince faroles, ya que cierran el rezo de cada misterio. Los componen vidrios de diversas formas que crean semiesferas. Se rodea el farol con piezas metálicas y se completa con una corona en la parte superior. Los colores de los cristales están colocados de forma simétrica, lo que da volumen a la pieza.

Son un total de nueve piezas que representan cada una de las advocaciones que se rezan antes de las Letanías. Son faroles de mano, con forma de cruz y brazos curvos, que representan las invocaciones a las tres personas de la Santísima Trinidad. La base es de vidrio blanco y en los extremos figuran pequeños cristales triangulares de color rojo. En el centro se puede leer la invocación correspondiente.

Son 53 faroles todos iguales que ensalzan a la María Virgen como Madre de Dios. Su forma es una estrella de seis puntas adornadas con ráfagas luminosas. En el centro se inscribe la letanía, bordeada con un marco que lleva piedras de cristal amarillo.

Son tres faroles en forma de tabernáculo como cierre y broche final de las letanías. El poliedro central está decorado con vidrios rojos y en una de sus caras se dibujan los textos del Agnus Dei. La parte inferior y superior la forman dos cuerpos de vidrio anaranjado con forma piramidal. En las esquinas hay dos paneles alargados blancos y decorados con cruces estilizadas. Se remata el farol con una corona.

Este farol fue construido para representar las tres partes de esta bella y antigua oración. Es un templete de base cuadrada flanqueado por columnas coloridas y diversos volúmenes. El zócalo y el entablamento tienen formas quebradas que le otorgan un estilo clasicista. Una corona preside este farol con una aureola de metal que representa la Coronación de María. En todas sus caras aparece la Virgen Blanca bajo un arco de medio triunfo y, a sus pies, un suplicante.

Las cinco salutaciones se representan con este farol estrellado, epílogo del rezo del Rosario. De sus ángulos salen ráfagas de luz en forma de metal dorado, mientras que el cuerpo central es un rombo de color blanco, en cuyo interior se inscriben las salutaciones e invocaciones marianas sobre un fondo oscuro.