Jesús Obrero y Molinuevo reabrirán el lunes sus aulas

En el caso de los institutos de la red pública, las clases presenciales se retomarán a lo largo de la próxima semana en las etapas de Bachillerato, 4º de ESO y FP. Estos días están sirviendo para adecuar los espacios para el regreso de los estudiantes, colocar señalética en los edificios, redefinir los horarios del personal de limpieza o hacer acopio de material higiénico.

Egibide es una de las primeras instituciones educativas de la capital alavesa que iniciará el calendario presencial. Este lunes, estudiantes de 2º de Bachillerato de Jesús Obrero volverán a las aulas para realizar exámenes pendientes. Después de más de dos meses, también el lunes se reincorporarán alumnos de la FP, por ejemplo de los grados en Estética o Informática. Ya en el mes de junio se sumarán el resto para dar materia pendiente, realizar exámenes o preparar la Selectividad en el caso del último curso. Se encontrarán el centro muy distinto a como lo dejaron.

Como ha sucedido en tantos otros ámbitos, el coronavirus les obligará a cambiar sus rutinas diaras. Y lo notarán nada más poner un pie en las instalaciones. En Jesús Obrero, un bote de gel desinfectante recibe a todo el que traspasa la puerta. Los alumnos tendrán que protegerse con mascarillas que deberán llevar desde casa, aunque el centro cuenta con material suficiente para los 'olvidadizos'. «Llevamos dos meses haciendo acopio de material, y siempre apostando por empresas locales, el gel hidroalcohólico por ejemplo lo fabrica una empresa de Vitoria», explica Iñigo Astudillo, coordinador de activos y recursos de Egibide.

Contando todos los campus, cerca de 3.000 alumnos de Egibide retomarán la actividad educativa en las próximas semanas. Se tendrán que acostumbrar a entrar al baño de uno en uno, a utilizar unas escaleras para subir y otras para bajar, a sentarse sólo en los asientos permitidos en las zonas comunes o a realizar los descansos por turnos para evitar la formación de grupos grandes.

«En el caso de las aulas, hemos dejado el aforo reducido a 15 personas cuando antes entraban unas 26. Las mesas y sillas que no se van a utilizar las hemos apartado para que no haya confusiones», detalla Astudillo. Entre los pupitres se guarda la distancia y además cada alumno podrá utilizar un bote de desinfectante para limpiar su mobiliario. Los horarios del personal de limpieza se han redistribuido «con el fin de que se puedan cumplir todos los protocolos».

El mismo cuidado se ha puesto en el campus de Molinuevo, repleto de señaletica que recuerda los protocolos a seguir. «Se pueden tomar muchas medidas y lo estamos haciendo, pero lo fundamental es el lavado de manos y el uso de los geles hidroalcohólicos que hemos colocado en cada estancia. Es lo más importante», resalta Mikel Aguirre, enfermero y profesor del grado de atención a personas en situación de dependencia.

En el aula donde imparte clase solo entran ahora 11 mesas (antes eran 30) y los alumnos ya no podrán hacer prácticas entre ellos, solo podrán utilizar maniquís que se desinfectarán tras cada uso. También se les facilitarán pantallas protectoras en el caso de que mantener la distancia sea imposible. Y cuestión importante, las puertas de todas las clases se mantendrán siempre abiertas para evitar tocar las manillas.