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Belén Rueda, entre dos ertzainas durante la grabación de ayer. Igor Martín

En harina

Martes, 14 de agosto 2018, 01:06

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Re(sh)ién, que diría un argentino, terminaron las fiestas y Daniel Calparsoro se ha empeñado en recrearlas con una mirada sensorialmente intensa por el espejo que devuelve el pasado. El director que se empeña en trasladar 'El silencio de la ciudad blanca' al lenguaje cinematográfico nos conmina a rebobinar el bucle de la memoria. Rodó ayer secuencias en la calle Dato, bajo la mirada perenne y vacía y quieta del longitudinal Caminante, basadas en aquellos paseíllos marranos de los blusas que pertenecen a un pretérito no tan lejano. Me refiero al lamentablemente famoso Día del Guarro, que ponía perdidos a los protagonistas y a quienes tenían la bíblica paciencia de acompañar aquel desfile con la vista tintada de coca falsa.

Metidos en harina anduvieron ayer los figurantes dispuestos a revivir esa época para ambientar partes de la novela de Eva García Sáenz de Urturi, escritora local con ventas planetarias en el doble sentido. Por el potente sello editorial que la publica y por el acceso de su libro a confines remotos de la Vitoria nocturna que luce hermosa en la portada. La autora se muestra muy contenta, hasta la fecha, con la adaptación fílmica de su novela y ayer se la veía encantada junto a Belén Rueda, tal vez la única ertzaina que ha ingresado en el cuerpo sin someterse a los exámenes teóricos y las duras pruebas físicas. Que para algo profesa el oficio de actriz con trienios de antigüedad muy bien llevados.

Pues ya es significativo que la firmante del libro -vitoriana afincada tiempo atrás en Alicante- apruebe, y hasta con entusiasmo, los primeros esbozos auditivos y visuales de su ficción literaria. Salvo 'El Padrino', obra magistral del cine que incluso supera la muy notable pluma de Mario Puzo y ejemplos como 'El nombre de la rosa', por las mentes bullen decepciones en el traslado de ciertas páginas a las pantallas. Y no me hagan recordar el fiasco de maldecir 'La hoguera de las vanidades' en la oscuridad de una sala después de releer con fruición el libraco de Tom Wolfe.

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