El Gobierno vasco evita los cerrojazos en Semana Santa

Visto el incremento de la tasa de contagios que se viene registrando desde mediados de marzo, Urkullu advirtió del riesgo que supone desplazarse durante los días festivos, incluso lo desaconsejó –«el virus viaja con cada uno»–, pero anunció varias salvedades a las nuevas normas sanitarias que entrarán en vigor el lunes. Matices de calado, porque pese a haber nuevas restricciones permitirán que la Semana Santa se desarrolle según lo previsto, en un indisimulado guiño al sector hotelero y hostelero. La principal decisión es que se evitarán los cerrojazos pese a anunciarlos 24 horas antes con una argucia normativa. Salvo contadas excepciones, no habrá cierres perimetrales. El que tenga pensado moverse por Euskadi podrá hacerlo con absoluta normalidad al menos hasta el Lunes de Pascua. Luego ya se verá.

El LABI político siguió ayer el guión previsto y asumió las medidas anunciadas la víspera por el Gobierno vasco. Ante el empeoramiento de la situación sanitaria –Euskadi superó el jueves los 600 contagios con una tasa de positividad que superó el 6% por primera vez en varias semanas–, se ha optado por retocar el decreto de medidas para, en teoría, endurecer las restricciones. Como ya avanzó este periódico, se recuperarán los cierres perimetrales para las localidades y territorios históricos en los que la incidencia supere los 400 casos por cada 100.000 habitantes, y se limita el horario de atención de los bares de esas zonas en las que el semáforo se ponga en rojo. Solo podrán ofrecer servicio interior de 6.30 a 9.30 y de 13.00 a 16.30.

La nueva hoja de ruta filtrada el jueves había generado un importante desconcierto en la población y los hosteleros, ya que dejaba en el aire la 'operación Semana Santa' hasta el último momento y amenazaba con provocar una oleada de cancelaciones a un sector especialmente castigado por la crisis. La idea inicial del Gobierno era tomar como base para las nuevas restricciones vacacionales la situación que registrasen los municipios el próximo martes, un horizonte temporal que, vista la tendencia, podía abocar al cierre, especialmente, a Bilbao, Vitoria y, quizá, toda Álava.

Así que ayer el LABI reculó introduciendo dos salvedades. La primera se refiere a la fecha que se tomará de referencia para aplicar las nuevas medidas, que se adelanta a hoy. De este modo, solo quedarán confinadas un puñado de localidades. Ayer eran siete: Elorrio, Ermua, Muskiz y Ondarroa en Bizkaia, y Beasain, Lazkao y Ordizia en Gipuzkoa. Bilbao, Vitoria y Álava salvan el corte porque la siguiente revisión no llegará hasta el 6 de abril.

La segunda corrección pactada permitirá incluso que hasta quienes residan en las localidades en rojo puedan viajar durante las próximas jornadas. El LABI decidió que todas las personas que hayan hecho una reserva hotelera para Semana Santa –del 1 al 11 de abril– antes del 26 de marzo puedan utilizarla. Servirá de salvoconducto.

Durante su comparecencia ante los medios tras la reunión del LABI, Urkullu defendió que prima el criterio sanitario al adoptar decisiones, pero reconoció abiertamente que las salvedades buscan desahogar a un sector castigado y especialmente crítico con sus decisiones. De hecho, anoche algunas asociaciones aún estudiaban la posibilidad de recurrir la reactivación de los cierres perimetrales.

«El intento por mantener el equilibrio entre contrarrestar la evolución epidemiológica, el factor emocional y el económico es permanente», defendió el lehendakari. También se le pidió que lanzara un mensaje a quienes quieran viajar en Semana Santa pese al auge de contagios. «Que disfruten los días... con responsabilidad», respondió. A su lado, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, no pudo más que mantener el tipo. «Hago un llamamiento a que se restrinja la movilidad al máximo», pidió ella.

Urkullu negó ayer que su Ejecutivo esté dando bandazos a la hora de imponer restricciones pese a que a comienzos de marzo anunció que habría libre movilidad, el martes se reiteró y el jueves anunció nuevos ajustes que, a su vez, fueron enmendados ayer. El avance del virus no deja otra, vino a decir.

El lehendakari sí que se vio obligado en ocasiones a hilar muy fino en su discurso. Por ejemplo, cuando reivindicó, una vez más, que si por él fuera el toque de queda se adelantaría a las 8 de la tarde y que los bares deberían permanecer cerrados en los municipios en rojo, pero a la vez descartó que se vaya a atender la última recomendación del Ministerio de Salud: Ayer pidió que se clausure el interior de los bares de municipios con una incidencia de 150 casos, pero Urkullu aseguró que no se asumirá mientras no sea una instrucción firme. Esto es, que se pacte en la comisión interinstitucional. «Nosotros tenemos nuestra hoja de ruta», insistió.