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La música de gaita traslada al pasado a los visitantes al Mercado Medieval. Rafa Gutiérrez
Mercado Medieval de Vitoria 2022

La fiesta medieval empapa Vitoria

El mercado y los espectáculos triunfan en el Casco Viejo, pese a que la lluvia obliga a tener el paraguas a mano

Sábado, 24 de septiembre 2022, 17:54

El uso del paraguas no se extendió en Europa hasta el siglo XVIII. Este sábado, sin embargo, resultó obligatorio en el Mercado Medieval de Vitoria ... por los chaparrones. Se coló de época igual que todos esos móviles que había por doquier para fotografiar o grabar el viaje al pasado en que se ha sumergido la 'almendra' durante todo el fin de semana. Wei registró con su teléfono cada detalle. «Soy de China, estoy estudiando en Madrid y es la primera vez que veo una feria de este tipo. ¡Es alucinante!», alabó.

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No fue la única que se quedó hechizada por el despliegue. Martina y María apenas habían pegado ojo porque querían jugar, participar en talleres y, por supuesto, «perseguir dragones». Los dos ejemplares de estos mitológicos 'escupefuegos' descansaban este sábado por la mañana en la plaza de las Burullerías y fueron los protagonistas de cientos de fotografías. «Esto parece Desembarco del Rey», bromeaban Pep y Joana, un matrimonio de Barcelona en referencia a la principal ciudad de 'Juego de Tronos'.

En esa zona también se concentraron algunos gremios tradicionales como herreros, ebanistas, esparteros o tejedores. «¿Tú te creías que todo se hacía dentro de los centros comerciales o qué?», le preguntaba María Luz a la pequeña e inocente Garazi, que se encogía de hombros con una amplísima sonrisa en el rostro.

Una gran parte del programa del mercado se dedicó a los pequeños y ellos lo agradecen. En la Balconada de San Miguel, Selva -al menos así dijo que se llamaba la actriz del Teatro Piruleta- relataba al público infantil que su tatarabuela cargaba «sus maderas, telas y marionetas» sobre un burro. «Subía montes y cruzaba ríos para buscar alguna aldea en la que hubiese algún niño con ganas de escuchar historias. Entonces, montaba el teatrillo y contaba sus cuentos», explicaba esta malacitana antes de arrancar con el relato sobre una pequeña guerrera que no era Brave, por mucho que se empeñase una niña pelirroja.

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«Coma y no engulla»

Soraya es una entusiasta de esta cita y a mediodía disfrutaba de una bolsa de garrapiñadas en la calle Fray Zacarías. «¡Señora, coma y no engulla!», le soltó el deslenguado y extravagante doctor Torralbo Caduco y Lucientes, que iba acompañado de otro personaje con nariz de cerdo. «¡Ves! Por cosas como ésta me dio mucha pena que suspendiesen las dos anteriores ediciones», aseguraba esta vecina de San Cristóbal entre carcajadas.

Por las calles del Casco había puestos de colgantes, pulseras, dulces, hierbas medicinales, quesos, embutidos, hierbas medicinales, chucherías -«¡que son naturales!», le espetaba un comerciante a un escéptico viandante-, plata de ley, barquillos, patés, maquillaje o chocolates llegados desde Sueca (Valencia). Tuvieron bastante éxito los jabones de Puebla de Sanabria, provincia de Zamora, uno de los cuales era de leche de burra y, por lo tanto, digno de la mismísima Cleopatra.

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«Caminantes, lugareños que hasta aquí os acercasteis tened a bien deteneos y escuchar, si así os place, con un poco de atención la historia de este humilde ciego y su imberbe lazarillo os cuentan en su canción. Si alguna de estas coplas por ventura conocéis, en cantadlas no dudéis que a cuantas más voces juntas se unan a la carga con almireces, laudes, cascabeles y hasta palmas mejor sonará el romance y más brillará la plaza», recitaban a coro el invidente Fermín y su acompañante, que hace tiempo que dejó de ser como aquel muchacho anónimo de Tormes. Un 'show' musical que encandiló a los asistentes frente al pórtico de la Catedral de Santa María.

Pero no sólo los actores se vistieron de época medieval. Lorea, una joven de Barakaldo, es una enamorada de esta parte de la historia y suele visitar la feria de Artziniega. La pasada semana no pudo acercarse a la localidad ayalesa y se sentía «como que no había hecho los deberes», por lo que este sábado viajó hasta Vitoria en coche. «Soy una friki. Me gusta venir a estos sitios, lucir el traje que yo misma me he hecho y beber hidromiel con mi novio», confesaba mientras alzaba su recipiente en forma de cuerno.

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