El trato cercano que atraviesa mamparas
Los farmacéuticos son «la primera puerta» a la que llaman los pacientes. Contestan dudas sin receta, rellenan el botiquín, abastecen a hospitales... y en 2020 han plantado cara al coronavirus y a «la incertidumbre»
Marzo fue «muy caótico», en abril se recuperó cierta «tranquilidad» con la entrada de las primeras mascarillas y unos cuantos botes de gel hidroalcohólico en ... sus almacenes, en verano «la gente se relajó»... y ahora, con el inicio de la vacunación a unos días de cortar la última hoja del calendario, «se ve algo de luz». Los farmacéuticos alaveses resumen en unos segundos un 2020 de «pesadilla», el año que les colocó en primera línea de batalla contra una pandemia donde el enemigo era el coronavirus pero también «la incertidumbre». «Ni en el peor de nuestros sueños nos hubiéramos imaginado algo de este tipo», reconoce Milagros López de Ocáriz, presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Álava y del Consejo Vasco de Farmacia, orgullosa del «esfuerzo» de sus compañeros. De quienes atienden en el mostrador en la ciudad y en la zona rural, de los profesionales que se encuentran en las boticas de los hospitales, de los encargados de la distribución del material...
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La cadena farmacéutica, con todos sus eslabones, aparece representada en esta serie de ELCORREO que homenajea a los sectores que han peleado cara a cara contra el virus. En esta ocasión, el reconocimiento toma forma en un rinconcito del Belén Monumental de La Florida, entre corderos, quesos y tinajas. Ana Sanz, con farmacia en el barrio de El Pilar, sostiene una de esas vasijas tras un año de «mucha tensión, estrés, tristeza...». «Todavía hay tristeza en el ambiente. En nuestra zona ha habido muchos casos y clientes que ya no están, que han fallecido», comparte. El temor a entrar en la interminable lista de contagiados también se respiraba entre los farmacéuticos, sobre todo, en las primeras semanas. «Al principio no nos quedaba más remedio que reutilizar la mascarilla de un día para otro porque faltaban. Había miedo, claro, a no protegerte tú y a no poder proteger a los demás», cuenta Raquel Ruiz de Azúa, adjunta en una botica de Portal de Arriaga.
«Ahora toca concienciar sobre la vacunación como un acto de solidaridad con el resto de la sociedad. Es un paso hacia otra realidad»
En las grandes distribuidoras de material para el sector recuerdan esa «falta de protección» y el riesgo de desabastecimiento en sus estanterías cuando «todo el mundo 'sobreestocó' porque no se sabía qué iba a pasar». Igual que el papel higiénico o la levadura desaparecieron de los supermercados, en estos centros «volaron hasta los paracetamoles», señala Isaura Martínez de Arenaza, directora técnica de Novaltia. «El momento bonito fue ver cómo todo el mundo daba lo mejor de sí mismo, como una piña», agrega su homóloga en Cofares, Maite Bañares.
Las farmacéuticas reservan hueco en ese minúsculo lado positivo de la balanza de 2020 también para la labor de voluntarios y asociaciones como Cruz Roja en la entrega de medicamentos a domicilio. «Mucha gente mayor dejó de salir de casa», apunta Ruiz de Azúa. Pero la actividad de las farmacias, considerada esencial vía decreto, no se detuvo y quienes saludan tras sus mamparas no olvidan ese tiempo en el que Vitoria se convirtió en una ciudad fantasma. Iñigo Puente lo veía a diario de camino a su centenaria botica en el Casco Medieval. «Recuerdo todo cerrado, sin gente, en silencio... Era muy triste. Ahora lo pienso y parece que han pasado dos o tres años de aquello», retrata.
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De esos «días oscuros» aún quedan las colas para reponer el botiquín y también en busca de respuestas en una bata blanca. «La farmacia es un centro sanitario, accesible, con un trato cercano... y la gente te consulta sus dudas», explica este profesional. «Somos la primera puerta donde van los pacientes y en algunos pueblos, la única», confirma López de Ocáriz, que ejerce en Legutiano. Desde las boticas, asume, ahora toca «concienciar» sobre la vacunación como «un acto de solidaridad con el resto de la sociedad» y un paso hacia «otra realidad». Ainhoa Quintana, farmacéutica en el HUA en Txagorritxu, mira con esperanza a ese pinchacito que no borrará lo vivido en 2020. «El material que antes se consumía en un mes se gastaba en uno o dos días, pasamos de trabajar con una UCI a tres... En algún momento pensamos que no íbamos a llegar a todos».
«¿Tienen permiso?»
En 2020 hemos creído lo increíble pero que el Belén Monumental de La Florida se convirtiera en viviente ya sería demasiado. Más de uno, por si acaso, curioseó por el rincón elegido para esta fotografía –tomada el día 28– con el fin de averiguar a qué se debía que las figuras se movieran e incluso hablaran. «Igual se piensan que es una inocentada», comentaban los farmacéuticos ante el escrutinio de los viandantes. De piedra se quedaron cuando se acercó una pareja de la Policía Local que vigilaba el nacimiento. «¿Tienen ustedes permiso?», lanzaron los agentes. Respuesta afirmativa. Sólo faltaba rematar este año con una multa.
Milagros López de Ocáriz | Presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Álava
«Ni en el peor de nuestros sueños hubiéramos imaginado algo así pero nos pusimos las pilas pronto. La farmacia es la primera puerta donde van los pacientes».
Maite Bañares | Directora técnica de Cofares
«La incertidumbre fue lo peor pero me quedo con lo bonito de ver a todos dando lo mejor de sí mismos. Chapó por el sector, fuimos una piña».
Ana Sanz | Farmacéutica
«Había tensión, estrés, tristeza... Todavía hay tristeza en el ambiente. En El Pilar vive mucha gente mayor y algunos de nuestros clientes fallecieron».
Ainhoa Quintana | Farmacia HUA en Txagorritxu
«En Txagorritxu solemos trabajar con una UCIy llegamos a abastecer a tres. El material que antes se consumía en un mes se gastaba en uno o dos días».
Iñigo Puente | Farmacéutico
«Parece que han pasado dos o tres años desde marzo. La gente estaba nerviosa y venía a la farmacia con miedo, con muchas dudas... Fueron días muy oscuros».
Isaura Martínez de Arenaza | Directora técnica de Novaltia
«Fue tremendo, volaron hasta los paracetamoles porque nadie sabía qué iba pasar. Había miedo a contagiarse pero no teníamos ni tiempo de pensar».
Raquel Ruiz de Azúa | Adjunta en farmacia
«Al principio reutilizábamos la mascarilla de un día para otro. Trabajábamos con el temor de no estar protegidos y de no poder proteger a los demás».
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