«Faltaba abordar en las aulas las situaciones de riesgo de suicidio»
Editada la primera guía alavesa que ayuda a los profesores de secundaria a manejar el malestar psicológico de los adolescentes
El sufrimiento estaba ahí ya antes, agazapado, pero el confinamiento y las restricciones derivadas de la irrupción del covid en el mundo dispararon las alarmas ... en muchos hogares y aulas. La salud mental de los más jóvenes se ha resentido y algunos niños de corta edad y adolescentes han manifestado ideas suicidas, se han autolesionado y en el peor de los casos han tratado de quitarse la vida. Sufren y no saben pedir ayuda. Los padres, las direcciones de los centros escolares y hasta profesionales del Berritzegune (apoyo escolar) se han dirigido en este tiempo a asociaciones como Asafes, a la que avalan 47 años de ayuda a las personas con enfermedad mental y a sus familiares, y Aidatu, especializada en suicidiología, a pedirles herramientas para sacar adelante a estos chavales. «No había nada», confiesa la presidenta de Asafes, Vanesa Vadillo. «Faltaba abordar en las aulas la situaciones de riesgo de suicidio», añade Cristina Blanco, desde Aidatu. No siempre detrás de un intento de suicidio hay un trastorno mental, matizan.
«Pedir ayuda es un acto de valentía, no de fragilidad»
Con ayuda de la Fundación Vital las dos asociaciones acaban de editar la primera guía que ayudará a los profesores a manejar todo «ese malestar psicológico y emocional» que ven en los alumnos y de paso a detectar cuando uno de sus estudiantes puede necesitar apoyo terapéutico urgente y activar los protocolos. Para confeccionar este libro de actividades, los redactores han trabajado con estudiantes de institutos de Murgia, Labastida y Agurain. El resultado, que ya está colgado en la página web de Asafes y que se distribuirá entre centros educativos de toda Álava, es una propuesta de actividades para hacer en grupo y en clase con chavales de 14 y 15 años. Están encaminadas «a aprender a gestionar la frustración, saber que hay cosas que pueden ir mal, conocerse a sí mismos, poner en valor las capacidades y desarrollarlas lo más posible o fomentar una actitud más positiva ante los problemas», detalla Blanco. Si se refuerza el bienestar emocional del menor, se reducirán algunos factores de riesgo.
La salud mental
Antes de plantear las actividades, los redactores de la guía ayudan a los profesores a profundizar en el concepto de salud mental, en los mitos sobre la enfermedad mental y el suicidio, los factores de riesgo y protectores de la conducta suicida, las señales de alerta y el nivel de gravedad o peligrosidad. Además va acompañada de un listado de teléfonos de urgencias y asociaciones a las que acudir. Y precisamente sobre la falta de recursos públicos se ha pronunciado la presidenta de Aidatu que destacó el papel de asociaciones como Asafes y la suya propia, creadas para «afrontar los problemas de las personas que se sienten mal y los de los familiares». En el caso concreto de las conductas autolesivas, Blanco ha indicado que no existe formación ni siquiera entre profesionales sanitarios a los que Aidatu ha asesorado.
Por eso el papel de las familias es clave, pero también el de la escuela «como uno de los principales agentes de socialización», destaca Blanco. Vadillo pone su esperanza en que esta guía sirva a los chavales para aprender a pedir ayuda. «Esperamos poder apoyar a la población más joven que, por el motivo que sea, sufre y no es capaz de afrontarlo, que les ayude a comprender que la salud mental no consiste en ser feliz en todo momento, sino que se trata de conocer las emociones y que sean capaces de gestionarlas, que cuando no sean capaces de hacer frente al sufrimiento sepan cómo pedir ayuda y tengan a quién pedírselo y que entiendan que pedir ayuda es un acto de valentía, no de fragilidad».
La directora de la Fundación Vital, Arantxa Ibáñez de Opacua, agradeció a Asafes y Aidatu su trabajo por lograr una guía «tan novedosa» para ayudar a cuidar la salud mental de los más jóvenes. Según la OMS, una de cada siete personas de entre 10 y 19 años padece un trastorno mental y en el caso concreto de Álava, el porcentaje de menores en tratamiento psiquiátrico ha aumentado hasta un 15% a raíz de la pandemia, sobre todo debido a un aumento de los trastornos de la conducta alimentaria.
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