«El exceso de confianza me pudo costar la vida. No fui bien preparado al monte»

En esta ocasión, «el exceso de confianza estuvo a punto de costarme la vida», reconocía ayer a EL CORREO. Y desde su experiencia pide «prudencia» a quienes estos días pueden decidirse a ir al monte «que seguro que está espectacular con toda la nieve que ha caído pero también muy peligroso. ¡No hay más que ver el alud y el riesgo que ello supone!». Galilea cree haber «escarmentado» con su incidente de hace veinte días porque «cometí un error de principiante. No fui bien preparado y sufrí mucho».

Hasta que la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza pudo llegar a su encuentro, alertada «por mi padre, porque no le respondía a sus llamadas. Al final me localizaron, me trajeron comida y agua caliente» y se acabó su pesadilla, admite este profesional del mundo inmobiliario y «gran» aficionado a la montaña. Esa experiencia de «más de 30 años» y el hecho de «haber subido mil veces» al Gorbea quizá le jugaron una mala pasada.

Galilea salió de su casa el 25 de diciembre con la idea de ir a la cruz. «No había alerta naranja, pero lo cierto es que yo tampoco iba bien equipado, no llevaba raquetas ni crampones y la nieve me llegaba a la rodilla». Pese a todo alcanzó la cima, a 1.481 metros, donde «había un viento brutal. Aunque peso 112 kilos, me tiraba al suelo».

Antes de la que situación empeorara, emprendió la bajada «pero en el camino de descenso, ya con una niebla importante, me fui escorando» hasta llegar a un punto donde «cerca hay un cortado que ya es peligroso» porque una mala pisada puede conllevar un accidente serio. Entonces, se dio la vuelta de nuevo hacia la cruz, «lo que siempre recomiendo a la gente, que si se pierda o despista, regrese a la cima y desde ahí todo es más fácil».

Escasa visibilidad

Galilea incluso tiene contabilizados los pasos que hay hasta el desvío hacia las canteras de Murua, «800 en total. Los he hecho mil veces». En su segunda bajada ya las condiciones meteorológicas empeoraron, el cansancio hacía mella, «apenas se veía, tampoco tenía la referencia de unos mojones porque los cubría la nieve, se me rompió el bastón y me hice daño en la rodilla». Todo iba mal hasta que entonces llegó la llamada de la Ertzaintza y acabó el suplicio.

Al Gorbea «se va a disfrutar», apunta, pero también se puede sufrir. Y en este sentido un montañero experto como Eneko Pou aconsejaba ayer «evitar las cornisas, donde se acumula mucha nieve y no hay demasiada estabilidad, y también las pendientes de 45 grados». Con las actuales circunstancias de nieve, «es un monte peligroso pese a no superar los 1.500 metros. Hay que ser precavido, ir por caminos e incluso siempre más pegado a la zona de bosque, donde el riesgo de aludes es menor».