Unos alumnos de Marianistas entran en su colegio. Igor Aizpuru
Análisis

Nuevos retos del inicio escolar

Para mejorar el mundo es necesario recuperar la confianza en el valordel educador y de la escuela por parte de la sociedad y de las familias

Cristina Rojas Torija

Directora general de colegio Marianistas de Vitoria-Gasteiz

Lunes, 8 de septiembre 2025, 00:13

¿Qué es el Hombre sin un sueño? Nada, tan sólo un ciudadano' cantaba Facundo Cabral. No sabía el malogrado y genial cantautor argentino qué ... rápido se iba a quedar anticuada la mirada con la que nos advertía sobre la sutil diferencia entre ser humano y ciudadano. La verdad es que ya, ni eso. Cada vez se nos impone, como una realidad más evidente, la disolución de la sociedad en una red de consumidores aislados y ensimismados.

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El último premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, el filósofo católico Byung-Chul Han incide con su pensamiento sobre esta realidad, y nos advierte sobre las consecuencias y peligros para el desarrollo humano de perpetuar modelos sociales donde el cansancio existencial, la autoexplotación como mecanismos de realización personal y el rendimiento lo colonizan todo.

No permitir una sociedad deshumanizada y deshumanizadora es responsabilidad de cada uno de nosotros, pero como el futuro se cimenta en el presente, es necesario reconocer la enorme importancia que tienen los colegios y las comunidades escolares en cultivar los corazones y las mentes de nuestras niñas y niños para que esto no sea así. En eso consiste educar; en despertar conciencias, fomentar la empatía y alentar la esperanza.

En eso consiste educar; en despertar conciencias, fomentar la empatía y alentar la esperanza

Por eso, en septiembre con cada inicio de curso, surge en nuestras aulas y patios, una nueva oportunidad de ampliar un horizonte más humano, mediante la generación de relaciones educativas personalizadoras que aspiran a poner el foco en el cuidado del bien-ser y el bien-estar de cada uno de nuestros alumnos y alumnas.

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Se trata de una relación clave para cambiar el paso al futuro. A través del desarrollo de esta relación, el educador supera lo que es el contacto con el alumnado restringido al ámbito académico y estrictamente profesional y sale al encuentro con cada niño y niña, activando mediante su afecto, el motor de su crecimiento interior. El educador los acoge como seres únicos acompañándoles en su camino con la intención de que encuentren su propia vocación en función de sus capacidades y cualidades.

Desde este encuentro, es donde acontece una mirada positiva que sepa ver lo bueno en cada persona y situación para crecer desde ahí. Es, además, la manera de generar el contexto adecuado para lograr convertir la información en conocimiento, a través del pensamiento crítico con el que nuestros escolares se integran creativamente en el mundo en el que están llamados a vivir. Y no para adaptarse a esta sociedad, sino para transformarla y mejorarla.

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Pero para lograr esto, es necesario por un lado recuperar la confianza en el valor del educador, y de la escuela por parte de la sociedad en general y de las familias en particular, para que no quede disgregada y limitada su influencia a una burbuja sin conexión entre los códigos y valores que se establecen en la escuela y lo que pasa fuera de la misma.

Así mismo, para consolidar y desarrollar esta relación fúndante se necesita dedicación y dotar de tiempos, recursos, acompañamiento y evaluación sobre su desempeño a los educadores, guías y referentes del alumnado en su descubrir por sí mismos a qué están llamados y cuál es su camino.

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Por supuesto que nuestro sistema educativo tiene muchos otros retos que abordar. Avanzar en la concreción del pacto educativo vasco, dar respuesta al reto demográfico utilizándolo como una oportunidad para mejorar la calidad del sistema y la atención a la diversidad, garantizar al alumnado inmigrante de reciente incorporación a nuestra sociedad una integración socioeducativa digna y real, desarrollar un sistema de financiación equitativo y adecuado a la significación tanto de la red pública como concertada que permita la sostenibilidad y pleno desarrollo de los distintos proyectos educativos, son sólo algunos de los asuntos más relevantes y urgentes en la agenda del sector.

Sin embargo, ahora al inicio del curso, es una buena oportunidad el alzar la mirada y poner el foco en algo que resulta previo a cualquier otra cuestión, como es resituar cuál es el fin último de la labor educativa y el papel fundamental de una educación relacional en la construcción de personas saludables y co-responsables dentro de comunidades humanas sostenibles, cohesionadas y éticamente prósperas.

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