El coro Araba Abesbatza dice adiós tras 55 años de amor a la cultura vasca
Este grupo de voces graves lamenta no haber podido «recabar savia nueva» para prolongar sus trayectoria y anuncia un acto final de despedida
«Hay una razón estructural para esta despedida: la inexorable ley de vida y la caducidad de todo lo humano. Simplemente nos hemos hecho ya demasiado mayores como para mantener la calidad esperable y que siempre hemos querido ofrecer». El coro alavés de voces graves Araba Abesbatza dice adiós a los escenarios después de 55 años sólo interrumpidos por la pandemia y lo hace de una manera agridulce. No sólo se 'jubilan' de la música coral en euskera que tanto han contribuido a dar a conocer. Detrás de su decisión se esconde un problema que afecta al conjunto de las corales: la falta de relevo. «Tras no pocos esfuerzos, no ha sido posible recabar savia nueva que prolongara nuestra trayectoria», señalan en una emotiva carta.
El agur de este coro de 37 voces y cuatro cuerdas sumirá sin duda en un profundo silencio a quienes aman el folklore euskaldun ya que el empeño de la formación ha sido desde su creación en 1968 el de difundirlo por todo el mundo. Y así, han cantado por todo el País Vasco, Navarra e Iparralde pero también en otras comunidades autónomas y hasta «en otras latitudes», añade la formación en su escrito de despedida. «El objetivo no ha sido otro que cultivar y difundir la identidad y culturas vascas a través de la música coral en euskera y en un registro, el de voces graves, cuya práctica, tras ser una característica coral de Euskal Herria, es por desgracia rara avis hoy en día».
Cantar a los txikis
Desde sus orígenes, Abesbatza ha sido dirigido por conocidos músicos como Sabin Salaberri, Antton Lete, Manu Sagastume. Roberto Ugarte, Angel Alday y Aitor Sáez de Cortázar. De su mano han puesto voz en actuaciones de la Banda Municipal de Vitoria, la Sinfónica de Euskadi, la de Bilbao, la Orquesta de Cámara de San Sebastián, la pamplonesa Santa Cecilia o Camerata Gasteiz.
Preocupados por la realidad del mundo coral, el cual «con honrosas excepciones camina por senderos decadentes con cada vez menos densidad de grupos y con repertorios e interpretaciones de dudosa solvencia en no pocas ocasiones», aprovechan para lanzar el guante a la sociedad alavesa. «Para reivindicar la necesidad de rearraigar el canto en nuestra sociedad, en nuestras casas, en las ikastolas e ikastetxes». «Deberíamos acostumbrar desde la cuna a nuestros txikis a escuchar voz y música real». Prometen un acto oficial de despedida y dedican su obra a su público: «Ha sido sobre todo un gran placer. Agur».
