«Compararnos a los demás es una puerta abierta al fracaso»
Presenta hoy su ensayo sobre los perjuicios de un individualismo nocivo en el Aula de Cultura de ELCORREO
Ania Ibañez
Martes, 7 de octubre 2025, 00:19
El teólogo y economista Enrique Lluch (Almàssera, 1967) se dio cuenta a través de la economía de que muchas personas viven «enmimismadas», un neologismo aplicado ... por él mismo para definir una forma de individualismo nocivo. En su ensayo 'Enmimismados. Manual para descentrarse', que presenta hoy a las 19.00 horas en el Aula de Cultura de ELCORREOen la Casa de la Cultura, Lluch explica cómo salir de este bucle para encontrar «una mejor manera de vivir».
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–¿Qué significa estar 'enmimismado'?
– Es cuando la persona conjuga con frecuencia el yo, mi, me, conmigo. Toda su vida está centrada en sus propios objetivos, metas, ilusiones, en lo que es mío, lo que yo quiero o me gustaría. Poner en el centro de mi vida a mi propio yo.
– En su ensayo explica que este pensamiento está generalizado.
– Muy generalizado y legitimado éticamente. Mucha gente piensa que es la mejor manera de vivir, la única manera.
– ¿Por qué se ha generalizado?
– Hay varios factores. El primero es la infantilización de la sociedad. Los retos vitales se plantean como juegos, como una competición. Yo quiero ganar al otro, por lo que le vemos como oponente y nos comparamos con ellos. También hay una serie de movimientos que refuerzan esta idea del 'enmimismamiento'.
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– ¿Quiénes?
– Los manuales de autoayuda, los cursos y retiros para el autoconocimiento, los 'coach' que te dicen que tienes que ser tú el centro, que si tú no estás bien contigo mismo, no vas a estar bien con nadie. Son corrientes cada vez más aceptadas socialmente y cuando hay una línea principal en la sociedad lo más fácil es seguirla.
– ¿Cree que las redes sociales también influyen?
– Las redes son un escaparate del 'enmimismamiento', algo que antaño no existía. Pero no creo que sean la causa. Las redes facilitan estos pensamientos y le dan una envergadura mayor porque la gente las utiliza para decir 'yo he comido esto, yo he hecho esto, mira qué guay soy'.
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– ¿Cree que los jóvenes están más influenciados por esto?
– Los jóvenes reflejan lo que ven en los mayores. Lo que pasa es que por edad tienen menos sabiduría, así que lo exageran. Puede parecer que están más 'enmimismados', y en parte lo están, pero porque radicalizan lo que ven en los mayores.
– ¿Cuál es el lado negativo de esta forma de pensar?
– Nos deshumaniza. Cuando yo hago algo porque quiero ganar mucho dinero, ser el número uno y tener éxito, me estoy deshumanizando. Convertimos a los demás en medios para conseguir nuestros objetivos cuando los seres humanos nos realizamos al relacionarnos con los demás. Esas conductas nos aíslan y producen desasosiego.
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– ¿En qué sentido?
– Esta corriente nos dice que lo que conseguimos depende de nuestro esfuerzo. Por lo tanto, si no lo consigues es porque no lo haces bien. Pero no todo depende de nosotros. Esforzarse no es garantía de que lo consigas. Compararnos con los demás es una puerta abierta al fracaso y el desasosiego. Además, hay mucha gente que se centra tanto en sus objetivos y sus resultados que se olvidan de vivir.
Abrirse a los demás
– En su libro explica que para evitar esto hay que descentrarse.
– Mi yo tiene que dejar de ser mi propio centro. Descentrarse es alejarse del control. No podemos controlar todo, la vida no es así. Además, en ese descontrol se pueden encontrar las oportunidades y podemos enriquecernos con aquello que no esperábamos.
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– Una de las pautas que da es admirar a los demás.
– Es importante tener la capacidad de darse cuenta de lo bueno que tienen las otras personas, la vida y lo que tenemos alrededor. Ser consciente de que los demás me pueden enseñar, de que cada persona es única. Y también, ser agradecido con lo que nos aportan.
– También habla de la interdependencia
– Hay que buscar la interdependencia, es la manera de vivir. Somos seres humanos relacionales. La independencia no nos va a llevar a una buena vida, lo interesante es ver qué podemos aportar a los demás y al mismo tiempo recibir. Es en esa interdependencia donde crecemos como personas.
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