Cientos de jóvenes esperan su turno para entrar en las cuadrillas por La Blanca
La irrupción de las mujeres y unas fiestas con casi todo incluido explican el boom y obligan a limitar el número de miembros. «Sale muy rentable»
José Ángel Martínez Viguri y Ania Ibañez
Domingo, 3 de agosto 2025, 00:45
Ser blusa o neska en La Blanca está de moda. Es la opción preferida de muchos jóvenes vitorianos para disfrutar de esa semana corta -de ... cinco días y siete horas- que inaugura el bueno de Celedón con su descenso desde el cielo cada tarde del 4 de agosto. Hay quien fija este boom por anudarse el pañuelo al cuello y atarse las abarcas de cuero en el final de la pandemia por covid, cuando el desconfinamiento por tramos devolvió las ganas de vivir que había secuestrado el virus respiratorio. Fueron dos años sin animación en las calles de Vitoria. Como si hubiera necesidad de recuperar el tiempo perdido antes de que otra plaga encerrara de nuevo a la población por tiempo indeterminado.
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Sea así o por otra razón, las cuadrillas de blusas y neskas han experimentado un significativo repunte los últimos años en el número de miembros que las componen. Hoy son mayoría entre los treinta colectivos que amenizarán la ciudad desde el martes aquellos que agrupan a 200-250 integrantes en sus filas. Los hay incluso que se van por encima de los 300 componentes, aunque se advierte también por los protagonistas que conforme avanza el programa y se resiente el cuerpo por la jarana, la retirada en busca del descanso y las vacaciones rebaja significativamente la euforia de los paseíllos, pasacalles y otras actividades.
Las cifras
29 cuadrillas
saldrán a las calles de Vitoria el 5 de agosto, 22 adheridas a la Comisión de Blusas y Neskas y siete a la Federación de Neskas y Blusas. Al menos otras cuatro amenizarán las fiestas por libre.
9.000 estimación
del número de blusas y neskas que animarán con su presencia y actividades La Blanca de 2025, una multitud de jóvenes que no deja de crecer cada año.
Fuentes autorizadas de la Comisión de Blusas y Neskas y de la Federación de Asociaciones de Neskas y Blusas confirman a EL CORREO el asombroso apogeo de sus agrupaciones y hablan con toda naturalidad de la existencia de «largas listas de espera» para acceder a una cuadrilla con pleno derecho. Esto es, el que permite al solicitante salir en grupo con el emblema que la distingue cosido a la blusa o al vestido hasta la madrugada del día 10. Cada cuadrilla es un mundo. No hay dos iguales, pero la coincidencia en los argumentos apunta a que «muchas tienen 30, 40 o 50 chavales» aguardando su turno, en la cola, para convertirse en blusa o neska. Así, los demandantes se pueden contar por cientos, pero precisar una cifra es «imposible», aseguran las fuentes consultadas. No hay un registro como tal que cifre la creciente demanda entre la juventud babazorra.
Cada grupo gestiona las inscripciones, pero tienen altas pendientes de entre 20 y 40 solicitantes
Es más, con veintidós cuadrillas consolidadas, la Comisión ha cerrado la entrada a otras, por ejemplo a esas de nuevo cuño que con su nacimiento ayudan a aligerar las esperas y que sin embargo tienen que sobrevivir sin subvención municipal ni el paraguas de la colectividad organizada. «No hay sitio para más cuadrillas», subraya el presidente de la Comisión de Blusas y Neskas, Sergio González. Este año, su agrupación se ha visto obligada a negar la inscripción a una que solicitó su adhesión. Tampoco la Federación acepta peñas más allá de las siete que ya la forman desde hace una década, cuando se produjo la escisión entre ambos colectivos. «Es inviable», acota su presidenta, Irati Guerrero. Los números clausus también se imponen, por tanto, entre las propias cuadrillas vitorianas. Solo se aceptan altas de blusas o neskas si se producen antes bajas y ya se impone la figura del socio, la de un integrante que paga una cuota anual que no le asegura después plaza en las kalerijas y actos de La Blanca.
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«La gente ha visto que sale muy rentable estar en una cuadrilla. Te ofrece todo y no te preocupas de nada»
Esta es otra cuestión. Si no quedan vacantes, toca armarse de paciencia. «Hay chicos y chicas que igual se pasan dos años esperando. También es cierto que hay muchos que están apuntados en distintas listas hasta que les llaman de una», desvela el representante de una cuadrilla de las más numerosas. Y no solo se trata de tener templanza, sino también de contar con blusas avalistas, hasta diez en algunos casos, que favorezcan el ingreso o de ganar puntos con su participación en actos fuera de las fiestas que ayuden a hacerse con un sitio con mérito previos.
Cuotas y actos
Ser blusa o neska es una manera de celebrar La Blanca en grupo con la diversión garantizada, pero también con la manutención -comidas, cenas, bebida...- incluida en el pago de la cuota festiva. «La gente ha visto que sale muy rentable estar en una cuadrilla sin tener que preocuparte de qué hacer, dónde comer y qué beber en La Blanca. La cuadrilla te lo da todo hecho, te cubre las fiestas», relata un jefe de cuadrilla. Estaríamos hablando de abonos de entre 200 y 350 euros por todas los días, aunque los precios varían de un grupo a otro y están abiertos también al desembolso de días sueltos (entre 50 y 120 euros) y por otros conceptos que abaratan la inversión festiva para quien la asume.
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«No destinamos ni un euro público a la compra y consumo de bebida. Tenemos otros gastos»
La presencia de la mujer ha sido un elemento determinante en el boom que han experimentado los colectivos festivos en Vitoria. De una década a esta parte, su irrupción ha sido notabilísima, hasta el punto de acercarse en número al contingente de hombres y asumirse en muchos casos cargos de responsabilidad en la gestió n. Desde Nekazariak, por ejemplo, un portavoz de su asamblea desvela a este diario que «en nuestro caso sí que hemos notado más interés por parte de las neskas que de los blusas por participar en nuestra cuadrilla. No sabemos si es porque tal vez ya las teníamos de antes y otras chicas se han animado al ver que las recibimos con naturalidad». Sea como fuere, es de los que piensa que «las fiestas de Vitoria tienen un punto de vivirlas más durante el día que por la noche. Las cuadrillas somos un espacio donde tenemos nuestras propias actividades, cosas que hacer y conocer a la gente, y eso anima a apuntarse y salir con ellas».
De hecho, el programa oficial de fiestas está salpicado de actos organizados por blusas y neskas. Decenas de concursos, campeonatos, degustaciones, actos benéficos o atracciones de todo tipo por cada día de la semana que alimentan y complementan la oferta municipal y que de alguna manera también justifican la subvención que les da el Ayuntamiento después de cada ciclo festivo de agosto. «Aportamos mucho a la ciudadanía, como el ambiente. Asumimos muchos gastos, el mayor corresponde a la música que nos acompaña y anima la ciudad, y no destinamos ni un euro público a la bebida», advierten los blusas y neskas, a veces en el disparadero por el consumo de alcohol en la vía pública. La concejalía de Cultura les fiscaliza las cuentas y facturas para comprobar el uso correcto de la ayuda.
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