La bolera de Los Fueros reabre tras permanecer casi dos años cerrada por la pandemia

Desde que la antigua Plaza de Abastos fuera sustituida por la actual plaza de Los Fueros, la obra maestra de Chillida en pleno de centro de la ciudad se ha mostrado a los vitorianos como un majestuoso homenaje al deporte rural vasco con su frontón, su karrejo y, cómo no, su bolera. Junto a la de Abetxuko, han sido dos de las más frecuentadas por los practicantes del deporte más alavés hasta que ambas quedaron cerradas por la pandemia. Las cuadrillas entonces quedaron privadas de disfrutar de ese momento de asueto cada tarde. Dos años en los que los más asiduos perdieron práctica hasta que, hace unos días, volvía a abrir sus puertas la de Los Fueros. Algunos infalibles como el grupo de Pablo López no desaprovecharon la oportunidad en cuanto tuvieron noticia. Allí estaban ayer echando los cinco una partida a resguardo de la lluvia. «Al final está abierta hasta las ocho y media y el día que tengo libre me gusta venir a pasar un rato», decía.

Mientras tuvieron su bolera de siempre cerrada, ni tan siquiera se plantearon juntarse a jugar en algún pueblo. «Antes había mucho miedo a juntarse. Esto no es como la petanca, que cada uno tiene sus bolas, aquí compartimos todos una. Y tampoco era cuestión de estar barnizándola todo el rato con gel desinfectante».

Además el virus, asume, tampoco ha venido bien a un deporte que ya no atrae tanto entre los jóvenes. «Ahora tienen más opciones. Nosotros jugamos porque antes en los pueblos o jugabas a los bolos o le dabas a la pelota en la pared de la iglesia», evocaba. Y, a falta de nuevas vocaciones, a este jugador de toda la vida le sorprende que «cada vez más mujeres prueban», aseguraba.

Pero ayer no era momento de hablar del futuro del bolo, sino de celebrar poder estar con los amigos. Otros, sin embargo, se ponían un poco exquisitos. «No es el mejor sitio porque el tablón ya está un poco cóncavo de más, yo prefiero a veces probar en otros lugares que sea más difícil como el de mi pueblo», contaba Felipe Díaz de Arkaia, con la licencia que le otorga haber sido campeón de Álava en alguna ocasión. Eso sí, tiraba de refranero para aconsejar a los novatos. «En este deporte más vale maña que fuerza».

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