Herráez se ha propuesto transformar la plaza interior del museo. De momento, ha sembrado un jardín. igor martin
Beatriz Herráez | Directora de Artium

«Es una barbaridad plantear que Vitoria ya tiene demasiados espacios culturales»

Tras dos años en el cargo, defiende el papel de los museos como «generadores de riqueza y de conocimiento»

Domingo, 29 de noviembre 2020, 03:52

Inertes, las obras, las videoinstalaciones, las esculturas, los lienzos, son inmunes al virus. Pero también se pusieron en cuarentena, padecieron un confinamiento al que Beatriz ... Herráez, la directora del Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, nunca se resignó. Ha asumido que Artium, igual que sus visitantes, no volverá, no volveremos a ser los mismos. Pero ni se imagina un futuro virtual, de píxeles, con salas vacías y silenciosas. Otra vez.

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- ¿Hasta qué punto el museo se ha contagiado del virus?

- Evidentemente, como cualquier otro espacio se ha visto afectado enormemente por la crisis sanitaria global que estamos viviendo. Pero en todo este tiempo, el museo no ha parado. Hemos estado adaptándonos, imaginando nuevas formas de contarnos, de contar, de pensar el museo. Hace poco decía Frances Morris, la directora de la Tate (Modern, en Londres) que todas las certezas en las que hasta ahora asentábamos los proyectos ya no existen y que hay que pensar en la potencia de lo positivo, pensar la función del museo.

-¿Los museos, Artium, volverán a ser iguales que antes cuando todo esto pase?

-No pueden ser igual. Todos hemos cambiado. Yo, de todos modos no comparto esa comparación que se hace con cómo cambió todo tras la Segunda Guerra Mundial. Por fortuna, aquí, ahora, no hemos tenido que evacuar obras... Pero, evidentemente, esta pandemia va a tener un efecto en las prácticas artísticas, en los discursos y en la forma de entender el mundo.

- Hasta ahora, se medía el impacto, el éxito de un museo a través del número de visitantes. Esta no es precisamente la gran fortaleza de Artium. Ante este nuevo escenario, ¿se quita un lastre de encima?

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- Las cifras de Artium son buenas para el lugar en el que estamos situados. Y creo que es importante que se tengan en cuenta las cifras porque hay que apostar por que cada vez más gente tenga acceso y este acceso sea de calidad. Ahora bien, aunque este museo no está destinado a un consumo, digamos, turístico, tenemos públicos muy diversos.

«Lo virtual nunca va a poder sustituir la experiencia de un museo físico»

futuro

- ¿Imagina un Artium íntegramente virtual?

- Yo sigo apostando por lo presencial. Durante el periodo de confinamiento desarrollamos programas para que el museo traspasase lo físico, pero no se puede pensar en un museo sin pensar en un espacio de encuentro, de contacto, en el que la experiencia de una exposición pasa por lo físico. Hay muchos debates sobre esa idea de ir al plano virtual, pero nunca puede sustituir a la experiencia de estar en un museo, de ocupar sus salas, de ver a los niños entrando... De hecho, lo más duro en aquel tiempo fue el silencio que teníamos aquí.

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- La pandemia obligará a redefinir prioridades económicas y el riesgo es que la cultura acabe relegada en los presupuestos, como en la anterior crisis. ¿Tiene miedo a que las instituciones recorten su aportación?

- Creo, de verdad, que ahora tenemos el respaldo de la Diputación, del Gobierno vasco, del Ministerio de Cultura, que ha mantenido su aportación, y también de los patronos privados. Evidentemente, la llegada de la pandemia nos hace reflexionar sobre los objetivos y la función del museo y cómo tiene que responder al entorno. Nuestra función patrimonial tiene que tener dos vías, la de fomentar la conservación, la investigación y la formación pero también tiene que producir, para que todo ese tejido artístico que se genera a su alrededor pueda seguir trabajando.

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- ¿Cómo se le convence a la diputada, al consejero del ramo de que este museo necesita más medios?

- Ahora mismo estamos esperando a la aprobación de los presupuestos forales, pero hay consciencia tanto en la Diputación como en el Gobierno vasco de la importancia de la cultura. Ellos tienen una política cultural que diseñan en cada institución y Artium está dentro de esa cartografía, de ese mapa.

- Llegó a la dirección hace ahora dos años. En este tiempo, ¿sus planes han chocado contra alguna pared invisible? ¿Le ha resultado imposible llevar a cabo alguna de las ideas que trajo bajo el brazo?

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- Las cosas no son imposibles. Nunca. Y menos cuando hablas de proyectos. Otra cosa es que después tengan que tener una dimensión distinta a la que te habías planteado. Vengo del mundo de los contenidos y cuando llegas a un espacio físico en el que te encuentras unas determinadas condiciones materiales, de producción, tienes que hacer aterrizar esos contenidos en un contenedor que es el que es y tienes que ver cómo el espacio puede sacar muchísima más potencia a su propia estructura.

«Vitoria no puede estar fuera de los circuitos culturales, que generan conocimiento»

conexión de visitantes

- Este es un edificio... complejo

- Sí, pero que sea difícil es interesante, no tiene por qué ser algo negativo. Aunque esto la gente no lo perciba a simple vista, somos dos edificios conectados por una plaza interna de 2.000 metros cuadrados. Durante este tiempo de pandemia hemos hecho un trabajo importante de pensar este espacio que se tiene que activar, ocupar y definir. Se tiene que integrar como parte del museo.

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Más transparencia

- ¿Cómo se imagina esa plaza, ahora que valoramos tanto los espacios al aire libre?

- Llena de actividad, con la gente haciéndola suya. Hay muchas experiencias que me interesan en ese sentido. En el Reina Sofía tuvimos una exposición, 'Playgrounds', que reflexionaba sobre este tema.

- Pero, en lo físico, en lo concreto, ¿qué le gustaría cambiar de este espacio?

- No es lo que me gustaría a mí, este tiene que ser un proceso colectivo porque tiene que ser un espacio compartido. Pero, por ejemplo, este edificio tiene algo peculiar, unos óculos que se abren hacia las salas de exposiciones, que permitirían conectar la idea del dentro y fuera, de transparencia. Abrirlos es una intervención muy sostenible pero que supondría un cambio importante. También estamos pensando en mostrar piezas de la colección en el exterior y en diferentes espacios arquitectónicos. Ya hemos puesto en marcha un huerto, un jardín de los sentidos, que está siendo muy visitado sobre todo en este periodo y que todavía la gente no conoce demasiado.

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- El entorno no ayuda.

-Es verdad, es un entorno duro. Tiene muy poca zona verde. La idea es comenzar a intervenir en la plaza interna e ir expandiendo, poco a poco, la transformación hacia adelante.

«Aquí hay demanda. La gente está esperando propuestas nuevas»

ciudad inquieta

- Y, sin embargo, cuenta con una conexión directa con el Casco Viejo...

- ¡Es que es un eje perfecto! Subir hacia allí, mostrarlo, es algo que hago con todos los artistas que recibo. Está Montehermoso, la Catedral, BiBat, hay un eje cultural que hay que potenciar.

- Una minucia, pero, para empezar, necesitaría un paso de cebra frente al museo...

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- Eso sería fantástico. Esa idea de conectar la entrada de la calle Francia hacia el Casco Viejo, sería ideal.

- Con Montehermoso, se abre una etapa interesante. El futuro Gasteiz Antzokia lo 'vaciará' de personalidad. ¿Qué papel debe jugar en el futuro puzle cultural de Vitoria?

- No me atrevería a decir nunca qué puede ser Montehermoso por mi pasado, tan ligado a ese centro. Por supuesto, si alguien me pide estar en una mesa de trabajo, estaría encantada de aportar, lo que fuera necesario, pero...

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- Está bien. ¿En qué se puede convertir Montehermoso?

- En todo aquello que los gestores decidan que tiene que ser. No estoy en absoluto de acuerdo con eso que se dice de que aquí hay demasiados espacios culturales por metro cuadrado. Eso es una barbaridad. Nunca son suficientes. Si tú vas a ciudades europeas con una población similar a la nuestra, ves cómo se desarrollan diferentes proyectos, que atienden a distintos intereses y que, además, son sostenibles. Estos espacios generan riqueza. En este momento Vitoria y Álava no se pueden quedar fuera de esta circulación de visitantes, que no tiene que ver con el turismo, sino con los proyectos y con el conocimiento.

«Hay intervenciones, sostenibles, que supondrían un gran cambio en el museo»

transformación

- ¿Cree que el vitoriano medio es sensible a la cultura?

- Bueno, yo me considero una vitoriana media, no soy una aterrizada aquí. Y, sí, es sensible. Pongo un ejemplo. Hemos puesto en marcha un ciclo de cine feminista que se llena. Hay una demanda enorme. La gente está esperando que haya propuestas. Y eso se va a acentuar con las generaciones que vienen detrás: tú accedes a lo que conoces y te van enseñando, por eso son tan importantes los programas con colegios, con niños. La cultura nos transforma y esto no es una frase hecha. Lo creo de verdad.

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- En los últimos meses ha cerrado Talka, la única galería de la ciudad. ¿Este es un síntoma inequívoco de que esta no es una ciudad permeable al arte contemporáneo?

- El cierre fue una pena. Era un gran proyecto. Los galeristas son ahora héroes. Pero creo que lo que le ha pasado tiene que ver con la coyuntura. Vitoria tuvo una de las galerías más importantes que hubo en el País Vasco, con un proyecto detrás que se medía de tú a tú con cualquier galería internacional...

-Pero ese tiempo pasó. Y no ha habido un relevo.

-Sí, pero, honestamente, no creo que lo que sucede en Vitoria sea tan distinto a lo que pasa en otras muchas ciudades. Esto no es un desierto, todo lo contrario.

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