«Llevamos los pedidos a casa porque no hay mercados»

En el barrio amurriano de Aldaiturriaga, los días siguen discurriendo plácidos, incluso más de lo habitual desde que las empresas del cercano polígono de Saratxo están bajo mínimos. Pero en la huerta de Alberto Campo, las verduras siguen creciendo y la temporada de invierno toca a su fin. Se acabaron las berzas y las escarolas, aunque todavía queda algún puerro y ajos tiernos. La semana próxima empezarán las habas y los guisantes. Mientras tanto, Alberto va preparando la tierra para continuar el ciclo como sea el coronavirus no existiera. Ahora toca plantar lechugas, tomates, vainas y patatas. La vida sigue.

El tiempo está resultando benigno. El agua y el sol hacen que las verduras crezcan lozanas. Todo parece ir bien si no fuera porque desde que se declaró el estado de alerta sanitaria, Alberto ya no puede ir a los mercados habituales. Cada semana se acercaba un día a la semana al de Santa Bárbara en Vitoria, y los viernes al de Amurrio para dar salida a su producción. Ahora, ha tenido que reinventarse y potenciar otro aspecto del negocio: el reparto personalizado.

«Mando por Whatsapp a los clientes habituales la disponibilidad que tenemos de verduras del tiempo, zumos y conservas. Me hacen el pedido, lo preparo en una bolsa y lo llevo a casa», explica. La fórmula está ya testada porque Campo prepara cada semana y durante todo el año, cestas con productos de la huerta y las conservas y zumos artesanales que elabora. Ahora, esa vertiente se ha incrementado. «Tenemos todas las semanas una docena de pedidos de gente que no puede venir al mercado a hacer la compra como era habitual», aclara.

El reparto se limita a las inmediaciones de Amurrio y lamenta no poder acudir a Vitoria «porque allí parece que la gente demanda más verduras, quizás porque no tienen huertas. En Amurrio, están mucho más a mano», justifica.

La red de reparto a domicilio de productos de huerta se está articulando desde hace tiempo. Los productores locales impulsan grupos de consumo aunque cuesta enraizar el hábito, «pero nos vamos organizando. En Orduña, colaboramos varios para hacer cestas que lleven de todo; de verduras a huevos embutidos, morcillas, queso y pan»explica. Si la llamada llega desde otra localidad, «nos avisamos entre nosotros porque no tiene mucho sentido hacer grandes distancias cuando hay alguien más cerca que lo puede proporcionar».